Los expertos internacionales que trabajan en el sector de la cultura piden a los gobiernos que reconozcan el papel fundamental que esta desempeña en el desarrollo y que aseguren su integración a los objetivos de desarrollo post-2015 de la ONU, que se discutirán el próximo año.
En el Tercer Foro Mundial de la Cultura e Industrias Culturales, que la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) organizó del 2 al 4 de este mes en esta ciudad italiana de Florencia, representantes de varios países discutieron los aportes de estas actividades con el “futuro sostenible”, a través del estímulo del empleo, el crecimiento económico y la innovación.[pullquote]3[/pullquote]
La Unesco señaló que el comercio mundial en productos y servicios culturales se duplicó en la última década y está valorado en más de 620.000 millones de dólares.
Aparte del aspecto financiero, la cultura también contribuye con la inclusión social y la justicia, según la directora general de la agencia, Irina Bokova, quien inauguró el foro.
“Creo que los países deben invertir en la cultura con la misma resolución que aportan a la inversión en los recursos energéticos, en las nuevas tecnologías”, declaró. “En un entorno económico difícil, tenemos que buscar actividades que refuercen la cohesión social, y la cultura ofrece soluciones en este sentido”, añadió.
Bokova dijo a IPS que el foro pretendía mostrar que la cultura contribuye con la “consecución” de varios de los objetivos de desarrollo, entre ellos acabar con la pobreza extrema, lograr la educación primaria universal y la igualdad de género, así como garantizar la sostenibilidad ambiental.
Muchos gobiernos, sin embargo, no invierten lo suficiente en los sectores culturales o creativos, aunque los mismos hayan demostrado su valía. Algunos países prefieren construir estadios deportivos que rara vez se utilizan, en lugar de apoyar a las artes, sostuvo Lloyd Stanbury, un abogado jamaiquino en el negocio de la música que participó en el foro de Florencia.
«En el caso de Jamaica, demostramos que podemos competir y ganar a nivel mundial en los más altos niveles de la cultura. El reggae y el movimiento rastafari ubicaron al país en el mapamundi, y ahora mismo hay un debate sobre qué más puede hacer el gobierno para invertir en la cultura”, manifestó.
Stanbury dijo que se debe tener la misma consideración con la educación artística que con los planes de estudio tradicionales.
“A los estudiantes se les dice, ‘¿No puedes con la matemática? Ve y dibuja algo’, pero a sus dibujos no se los consideran de valor», afirmó.
Algunos países del Sur en desarrollo ven a las artes como algo periférico y no como un sector “real” de la economía, y eso debe cambiar, argumentó.
Además, en esos países, “los segmentos de la música y de la comunidad del entretenimiento no gozan de relaciones armoniosas con las instituciones gubernamentales, sobre todo cuando los artistas, en su obra, se manifiestan en contra de la… corrupción”, dijo Stanbury en su ponencia en el foro.
Para muchos gobiernos, la inversión en la cultura ocupa un lugar muy inferior frente a los servicios de salud, el saneamiento, la electricidad y la infraestructura del transporte. Sin embargo, la cultura puede ayudar en la mitigación de la pobreza, la creación de empleos y la consolidación de la paz, según los expertos presentes en Florencia.
Peter N. Ives, alcalde interino de la ciudad estadounidense de Santa Fe, en el sureño estado de Nuevo México, explicó la forma en que su gobierno invirtió en las artes, con la asignación de uno por ciento de los impuestos por cama de hotel, o tasa al huésped, a las actividades culturales, entre otras medidas.
«Ahora Santa Fe tiene más activos culturales por habitante que cualquier otra ciudad de Estados Unidos», dijo. “La inclusión” de todos los grupos es un elemento clave de la política, en la que “todos aportan sus dones creativos a la mesa”, añadió.
La ciudad, denominada Ciudad Creativa por la Unesco, cuenta con una Comisión de las Artes, designada por el alcalde, que “recomienda programas y políticas para desarrollar y promover la excelencia artística en la comunidad”, explicó Ives.
El resultado es que Santa Fe recibe cada vez más escritores y artistas visuales, así como turistas, debido a su número cada vez mayor de museos, espectáculos y esculturas al aire libre.[related_articles]
Estos ejemplos exitosos pueden parecer descabellados para muchos países pobres o de medianos ingresos que padecen diversas crisis, como los conflictos armados. Pero los expertos en la conferencia describieron planes populares donde, por ejemplo, la violencia dentro de las comunidades disminuyó cuando se animaba a los habitantes a producir arte sobre sus propias vidas.
Otros representantes examinaron cómo los festivales de cine y literarios generaron una sensación de orgullo nacional y de cohesión. En algunos países del Caribe, de África y Asia, por ejemplo, el crecimiento de este tipo de acontecimientos y de premios culturales impulsó de manera general a las artes, lo que refleja algo que los países ricos saben desde hace algún tiempo.
El foro, organizado conjuntamente por la Unesco, el gobierno italiano, la región de Toscana y el municipio de Florencia, también examinó cómo se puede proteger la cultura en las zonas en guerra, con énfasis en la preservación de proyectos del patrimonio cultural en Afganistán, Malí y otros estados, financiados por Italia.
Dinamarca y Bélgica expusieron cómo la ayuda al desarrollo de las actividades culturales puede fomentar el empleo, la formación y la participación de los jóvenes en la sociedad, especialmente dentro de un contexto de derechos humanos.
«Vivimos en un ambiente muy hostil a la cooperación para el desarrollo y también para la cultura y el desarrollo, no obstante, hago un llamado para que haya más cooperación en esta área», exhortó Frédéric Jacquemin, director de Africalia, una organización belga que ve a la cultura como “un motor para el desarrollo humano sostenible».
Los participantes en el foro redactaron la Declaración de Florencia en la que abogan por la “plena integración de la cultura a las políticas y estrategias de desarrollo sostenible en los planos internacional, regional y local”.
Esto debería basarse en estándares que “reconozcan los principios fundamentales de los derechos humanos, la libertad de expresión, la diversidad cultural, la igualdad de género, la sostenibilidad ambiental y la apertura y equilibrio con otras culturas y expresiones del mundo”, agrega la declaración.
Editado por Phil Harris / Traducido por Álvaro Queiruga