Después de una campaña de dos años, el voto decidirá finalmente en un referendo este jueves 18 si Escocia recuperará la independencia tras más de 300 años de «matrimonio» con Inglaterra.
Todavía es incierto si la victoria le corresponderá a quienes están a favor, pero venga de donde venga el viento, es poco probable que las cosas sigan siendo iguales, y no solo en función de las relaciones políticas entre Londres y Edimburgo.[pullquote]3[/pullquote]
Una manzana de la discordia entre los escoceses y sus «primos» al sur de la muralla de Adriano, que Roma construyó para proteger sus conquistas en lo que hoy es Inglaterra y, según el biógrafo de ese emperador del siglo II, «para separar a los romanos de los bárbaros» al norte, es la presencia en el territorio escocés de parte del arsenal nuclear de Gran Bretaña.
El Partido Nacional Escocés (SNP, en inglés), que apoya la independencia de Escocia, quiere que el país se incorpore a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea, pero rechaza las armas nucleares.
En la actualidad, Gran Bretaña tiene cuatro submarinos de la clase Vanguard, armados con misiles Trident con ojivas nucleares, radicados en Gare Loch, en la costa occidental escocesa, aparentemente con el propósito de la disuasión. Pero eso era así en la época de la Guerra Fría.
Si la Escocia independiente fuera en realidad a eliminar las armas nucleares de su territorio, el gobierno de lo que queda de Gran Bretaña tendría que buscar otro sitio para alojar sus ojivas nucleares radicadas en el mar, y esa no será una tarea fácil.
Esto llevaría a la búsqueda de otro puerto o puertos de aguas profundas, y el gobierno de Gran Bretaña ya indicó que otras posibles ubicaciones en Inglaterra son inaceptables porque están demasiado cerca de zonas pobladas, aunque eso no le impidió ubicar a algunos de sus submarinos nucleares con su mortífera carga no muy lejos de la escocesa ciudad de Glasgow desde 1969.
En todo caso, si los partidarios de la independencia escocesa ganan, la mera posibilidad de que Escocia comience a considerar la eliminación de las armas nucleares obligaría al gobierno de Gran Bretaña a replantearse en profundidad la naturaleza de su compromiso con estas armas.
Lo mismo sucedería si ganan aquellos que quieren permanecer dentro de Gran Bretaña, porque todavía habría un número importante de escoceses contrarios a las armas nucleares.
En los dos casos, Escocia podría llegar a desempeñar un papel importante en el debate sobre el desarme nuclear, aunque, claramente, este sería más significativo como un país independiente que participa en la OTAN y que sigue los pasos de otros países miembros, como Canadá, Lituania y Noruega, que no permiten este tipo de armas en sus territorios.
¿Y qué ocurriría con iniciativas como la que adoptó la OTAN en la Cumbre de Gales el 4 y 5 de este mes para crear una fuerza de reacción rápida de más de 4.000 soldados que se desplegará inicialmente en los países bálticos?
Como dijo la Premio Nobel de la Paz de 1976, la irlandesa Maired Maguire, ese «es un camino peligroso” y “bien podría conducir a una tercera guerra mundial si no nos detenemos. Lo que hace falta ahora son cabezas frías y gente sabia, y no más armas ni más guerra”.
La Escocia independiente podría elevar su voz a favor de la prohibición de las armas nucleares en todo el mundo y sumarse al lobby contra la irresponsabilidad de la amenaza armada de la OTAN.
Los representantes del SNP declararon que están dispuestos a tomar parte activa en iniciativas humanitarias relativas a las armas nucleares y a dar su apoyo a las negociaciones sobre un tratado internacional para prohibirlas, y no solo limitar su proliferación, incluso sin la participación de los Estados en posesión de este tipo de armas.
¿Qué justificación les quedaría entonces a estos Estados?
Y mientras los escoceses se preparan para votar en el referéndum sobre su independencia, hay otro aspecto de la cuestión nuclear que el gobierno de Gran Bretaña aún tiene que resolver: la energía nuclear.[related_articles]
Escocia solía ser el hogar de seis centrales de energía nuclear. Cuatro de ellas se clausuraron entre 1990 y 2004, pero quedan dos: Hunterston B, en North Ayrshire, y Torness, en East Lothian, ambas a cargo de EDF Energy, una empresa con sede en Londres.
Una encuesta de opinión pública de YouGov en 2013 reveló que los escoceses son dos veces más propensos a favorecer la energía eólica sobre el gas de esquisto o la energía nuclear.
Así, 62 por ciento de los encuestados en Escocia dijeron que apoyarían proyectos eólicos a gran escala en su localidad, lo cual es más del doble de aquellos a favor del gas de esquisto, con 24 por ciento, y casi el doble de los partidarios de las centrales nucleares, con 32 por ciento.
La energía hidroeléctrica es la fuente más popular para los proyectos de energía de gran escala en Escocia, con un abrumador 80 por ciento a favor.
Así, con una fuerte corriente de escoceses en contra de la cuestión nuclear, sea cual sea el resultado del referéndum del jueves, a Londres le convendría saber que los «bárbaros» del norte podrían enseñarle más de una lección en materia de convivencia civilizada en el siglo XXI.
Phil Harris es jefe de la Mesa Mundial de IPS para el servicio inglés.