Eherculano Thomas Rice cosechó 40 bolsas de maíz blanco en su campo de ocho hectáreas en esta localidad de Mozambique, pero sabe que su productividad y rendimiento serían mayores de haber tenido el dinero para comprar fertilizantes.
Rice cultiva guandú para mejorar la fertilidad de la tierra y su productividad, pero solo compra fertilizantes cuando se lo puede permitir.
Un saco de 50 kilogramos de fertilizante cuesta unos 33 dólares, y los granjeros necesitan tres bolsas por hectárea de tierra, indicaron portavoces de la organización no gubernamental Farm Inputs Promotions Africa (FIPS), que trabaja con 38.000 agricultores en cinco distritos de la provincia occidental de Manica, donde se encuentra Chimoio.
África está pagando el precio de la baja productividad debido al limitado uso de fertilizantes que hacen los pequeños agricultores, quienes producen la mayoría de los alimentos del continente.
«Por ahora intercalo el cultivo del maíz con guandú, para aumentar la fertilidad de la tierra. Y funciona, pero el fertilizante mejoraría la productividad”, señaló Rice a IPS, durante un recorrido por su finca.
«Es necesario que los agricultores sepan que los fertilizantes pueden mejorar su producción, para que ahorren y los compren. A los productores los desalienta el tener que viajar largas distancias para comprar los insumos, a menudo con un alto costo”, contó.
El reducido uso de fertilizantes por parte de los pequeños productores como Rice es común en África subsahariana, una región que utiliza alrededor de ocho kilogramos de fertilizante por hectárea.[related_articles]
Esa cifra es muy inferior a la media mundial de 93 kilos por hectárea y de 100 a 200 kilos por hectárea que se aplica en Asia, según el informe de 2013 Intensificación sostenible: un nuevo paradigma para la agricultura en África, del Panel de Montpellier, un grupo de expertos que trabajan por el desarrollo de la agricultura sostenible en el continente.
Rice, a quien FIPS capacitó como un agente de promoción de insumos locales, está a cargo de parcelas de exhibición a fin de enseñarles a los agricultores cómo utilizar los insumos mejorados. Los productores reciben kits con semillas y fertilizantes como un incentivo para que los compren ellos mismos.
Actualmente, la agricultura aporta aproximadamente 25 por ciento del producto interno bruto de Mozambique. Un informe de 2004 del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural indica que las semillas mejoradas, los fertilizantes y los pesticidas son capaces de elevar la productividad hasta 576 por ciento.
Charles Ogang, el presidente de la Federación Nacional de Agricultores de Uganda, dijo a IPS por correo electrónico que la seguridad alimentaria en África se ve comprometida porque los productores no utilizan suficientes insumos agrícolas, y en especial, fertilizantes.
«Hay muchas razones por las cuales los agricultores de África apenas se ganan la vida con la agricultura. Una es la falta de acceso a las herramientas y los conocimientos fundamentales”, sostuvo Ogang.
«Los fertilizantes no suelen estar al alcance de los productores que viven en zonas remotas. Creo que la falta de infraestructura rural, de instalaciones de almacenamiento y de mezcla, la escasez de crédito y el conocimiento limitado de los agricultores con respecto al uso de los insumos son las principales limitaciones”, añadió.
La primera resolución de la Declaración de Abuja sobre los Fertilizantes para una Revolución Verde Africana, adoptada en una cumbre de la Unión Africana en 2006, recomienda que los gobiernos africanos incrementen el uso de fertilizantes de la media de ocho kilos de nutrientes por hectárea a 50 kilogramos por hectárea en 2015.
«Aunque ningún país de África subsahariana alcanzó este objetivo, hay algunas señales de mejora en la aplicación de la Declaración de Abuja de parte de los países y las comunidades económicas regionales desde junio de 2006», aseguró Richard Mkandawire, vicepresidente de la Sociedad Africana de Fertilizantes y Agronegocios (AFAP, en inglés).
A modo de ejemplo, citó el caso de Malawi, que aumentó el uso de los fertilizantes de un promedio de 10 kilos por hectárea en los años 90 a los actuales 33 kilos por hectárea.
Mkandawire informó que la organización realiza investigaciones técnicas para avanzar en las prácticas adecuadas de gestión de la tierra, lo que incluye la facilitación del mapeo de los suelos. También analiza las tierras para asegurar que los pequeños productores accedan a mezclas de fertilizantes que sean adecuadas para sus campos.
El dirigente reconoce que no existe una fórmula mágica para bajar el costo de los fertilizantes a los pequeños agricultores.
No obstante, aseguró que la AFAP empleó varios tipos de mecanismos financieros con ese propósito, como la concesión de garantías a los distribuidores de fertilizantes para el crédito minorista, la asistencia financiera para que los importadores o mezcladores mejoren sus instalaciones, la capacitación y la asistencia financiera y técnica a los almacenes en los puertos.
En agosto, la AFAP, en colaboración con la Asociación Internacional de la Industria del Fertilizante (IFA), lanzó una campaña mediática en Addis Abeba para impulsar la inversión de los Estados africanos en la productividad agrícola.
El mensaje de la campaña es que los gobiernos deben garantizar que los agricultores tengan acceso a los insumos adecuados y mejorados, especialmente a los fertilizantes, para la transformación agrícola y el desarrollo económico.
En junio, tras una reunión en Guinea Ecuatorial, los jefes de Estado africanos se comprometieron en la Declaración de Malabo a utilizar el crecimiento agrícola para duplicar la productividad de los alimentos, reducir la pobreza a la mitad y eliminar la desnutrición infantil para el año 2025.
Charlotte Hebebrand, la directora general de la IFA, dijo que la demanda de fertilizantes en África es inferior a tres por ciento del mercado mundial. La producción del continente sigue siendo baja y una parte importante se exporta como materia prima.
«Calculamos que la demanda aumentará durante los próximos tres a cinco años en los países que son estables políticamente y que están comprometidos a destinar al menos 10 por ciento de su presupuesto a la agricultura, y en aquellos que aplicaron sólidos planes de subsidios”, dijo Hebebrand.
«Equipados con los insumos adecuados y con los conocimientos necesarios para utilizarlos, los rendimientos pueden aumentar enormemente. Por cada kilogramo de nutriente aplicado, los agricultores obtienen de cinco a 30 kilogramos de producto adicional”, explicó.
Editado por Nalisha Adams / Traducido por Álvaro Queiruga