La nueva ley de adaptación al cambio climático convirtió a Estados Federados de Micronesia, un país insular del Pacífico occidental con solo algo más de 100.000 habitantes, en pionera en esa región.
En diciembre de 2013 el gobierno aprobó la Ley de Cambio Climático que obliga a integrar la adaptación climática a todas las políticas y planes de acción del sector público, incluidos los organismos encargados del ambiente, la gestión de desastres, el transporte, la infraestructura, la salud, la educación y las finanzas.
La norma también exige que el presidente informe anualmente al parlamento sobre su aplicación.
«La ley es la primera de su tipo para un país insular del Pacífico y un pequeño estado insular, por lo que abrimos un nuevo camino”, declaró Lam Dang, asesor legislativo ante la Asamblea (parlamento) de Micronesia, que se encuentra al norte de Papúa Nueva Guinea y al este de Palaos.
La legislación reconoce el profundo desafío que los peligros climáticos extremos representan para la seguridad humana y la salud económica. Refuerza también la idea de que toda acción relativa a este problema solo tendrá un efecto duradero si se aplica.
Cuando las mareas altas inundan las zonas costeras o un tifón golpea al estado insular del Pacífico quienes más sufren son las comunidades locales, a menudo de bajos ingresos. Así, sus experiencias y aportes fueron claves para el desarrollo de la nueva política, indicó Dang a IPS.
«La principal preocupación de la comunidad es la elevación del nivel del mar con la consiguiente pérdida de capacidad agrícola y la contaminación del agua potable”, destacó.
La mayoría de los 104.000 habitantes de Micronesia vive cerca de la costa y se dedica a la pesca de subsistencia, así como al cultivo de taro (Colocasia esculenta, malanga), banano y ñame. Los ingresos medios de subsistencia equivalen a cerca de 11.000 dólares anuales.
Pero el nivel del mar alrededor del estado insular sube 10 milímetros por año, más de tres veces que el promedio mundial, lo cual genera mareas más fuertes y erosión costera. Las inundaciones dañaron las aldeas y su infraestructura, a la vez que contaminaron tierras de cultivo y suministros de agua dulce subterránea, afectando a miles de personas.
Como resultado, la inseguridad hídrica y alimentaria es un desafío constante para la población y el gobierno.
De acuerdo con el Programa Científico del Cambio Climático en el Pacífico, Micronesia experimentará el mayor aumento en las temperaturas superficiales del aire y del mar, elevación del nivel del mar, mayores precipitaciones y tifones con vientos más fuertes que el promedio durante este siglo.
El país ya es vulnerable a los desastres naturales y soporta una temporada anual de tifones entre julio y noviembre.
Suzie Yoma, la directora ejecutiva de la Sociedad de la Cruz Roja de Micronesia en Pohnpei, recordó la devastación que causó el tifón Chata’an en 2002, cuando un deslizamiento de tierra provocado por el exceso de lluvias mató a 47 personas en el estado de Chuuk. En 2004, el ciclón Sudal dañó 90 por ciento de las viviendas y la infraestructura en la isla de Yap y afectó a más de 6.000 personas.
Las islas pequeñas en el escenario mundial
La reforma innovadora de Micronesia se basó en su participación en las reuniones internacionales de la Organización Global de Legisladores para el Equilibrio Ambiental (Globe International), que tiene como meta apoyar a los legisladores nacionales en la redacción de leyes que fomenten el desarrollo sostenible.[related_articles]
Mientras la comunidad internacional parece incapaz de acordar límites máximos a las emisiones de carbono – que, según los científicos, son esenciales para evitar el aumento de dos grados de la temperatura mundial -, los pequeños estados insulares del Sur en desarrollo, como Micronesia, luchan por ser escuchados, al contrario de potencias como Estados Unidos, China o Rusia.
La primera cumbre mundial de Globe International, realizada en Río de Janeiro en 2012, y la conferencia sobre adaptación al cambio climático del año siguiente en Beijing, fueron claros llamados a la acción.
Entre los días 6 y 8 de este mes se realizará la segunda cumbre mundial de la organización de legisladores promotores del equilibrio ambiental en Ciudad de México, con participación de 500 parlamentarios de 80 países.
«Quedó evidente después de las conversaciones con un gran número de legisladores de todo el mundo que la alternativa que un pequeño país insular tiene frente al punto muerto de las negociaciones internacionales sobre el cambio climático es la aprobación de leyes propias”, explicó Dang.
Los países en desarrollo esperan impulsar el movimiento en pos de un acuerdo internacional vinculante sobre el cambio climático que incluya a los países industrializados que son grandes emisores de carbono.
En la actualidad, la región de las islas del Pacífico produce 0,006 por ciento de los gases de efecto invernadero. Sin embargo, su población se lleva las peores consecuencias del derretimiento de los hielos y la elevación de los mares.
El potencial que tiene el calentamiento mundial para aumentar la frecuencia y gravedad de los desastres naturales y sus consecuencias en las poblaciones humanas, sus medios de vida e infraestructura económica hizo que el gobierno de Micronesia integrara la gestión del riesgo de desastres a su legislación climática.
En los últimos 60 años los desastres naturales afectaron a 9,2 millones de personas en la región de las islas del Pacífico y causaron daños por 3.200 millones de dólares.
La política de Micronesia está alineada a la estrategia regional para incorporar el cambio climático y la gestión del riesgo de desastres en las políticas públicas y la legislación. Organizaciones de desarrollo regionales, como la Secretaría de la Comunidad del Pacífico y la Secretaría Regional del Programa Ambiental del Pacífico apoyaron este enfoque desde 2008.
Andrew Yatilman, director de la oficina de medio ambiente y gestión de emergencias de Micronesia, dijo que la integración de la política fortalecerá el funcionamiento de su división.
El personal de su oficina tiende a tratar “el cambio climático en general… como un problema ambiental», explicó Yatilman. “Ahora estamos en el proceso de realineación de la política para que los dos se complementen más”, dijo.
Ese proceso traerá beneficios como la reducción de la duplicación de tareas y el uso más eficaz de los limitados fondos y recursos.
El presidente micronesio, Emmanuel Mori, calificó la Ley de Cambio Climático de “esencial para proteger a nuestra nación y promover los intereses y el bienestar de nuestro pueblo”.
«Podemos aprobar la mejor de las leyes pero corresponde al Poder Ejecutivo aplicarla”, enfatizó Dang. “Si hay suficiente voluntad política, la legislación en sí es muy flexible y permite la constante incorporación de aportes”, aseguró.
Los líderes de Micronesia abogaron incansablemente para que se tomen medidas internacionales con respecto al cambio climático, especialmente en la Organización de las Naciones Unidas.
En la 19 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada en Varsovia en noviembre de 2013, Micronesia apoyó la propuesta de reducción del uso de hidrofluorocarbonos (HFC) a través del Protocolo de Montreal, el tratado internacional para erradicar gradualmente las sustancias que contribuyen a la destrucción del ozono.
Se cree que los HFC, los gases de uso habitual en la refrigeración y el aire acondicionado, son muy perjudiciales para el ambiente. No obstante, su uso aumenta entre 10 y 15 por ciento por año.
Globe International advierte que la acción legislativa mundial por sí sola no limitará el aumento de la temperatura media del planeta a dos grados, la cifra que la comunidad científica internacional considera el umbral de seguridad del calentamiento mundial.