Pastoreo sin control daña el ambiente en Sudán del Sur

Angelo Waranyang, de la tribu mundari, cuida sus reses en la localidad sursudanesa de Terekeka. Crédito: Jared Ferrie/IPS

Wani Lo Keji, de 20 años, se queda mirando el cielo mientras su ganado bebe agua en la margen oriental del río Nilo, al otro lado de esta ciudad, capital de Sudán del Sur.

“Todos los días traemos a nuestros animales aquí porque el río cercano a nuestra aldea se secó. Allí había muchos pastores luchando por el agua”, relató el joven a IPS.

El problema de Lo Keji es muy común en este país, donde las cabezas de ganado superan al número de habitantes. Se estima que en Sudan del Sur hay 11,7 millones de reses, además de 12,4 millones de cabras y 12,1 millones de ovejas, según estadísticas del Ministerio de Agricultura, Silvicultura, Turismo, Recursos Animales y Pesca. En el país viven 10 millones de personas.

El valor del ganado en este país se estima en 2.200 millones de dólares, el más alto por habitante de África. Pero el especialista en gestión de recursos naturales Isaac Woja dijo a IPS que al no haber un manejo sostenible, aparece la escasez de agua y la degradación ambiental.[pullquote]3[/pullquote]

“El ganado en Sudán del Sur es una maldición. No es un recurso que le dé beneficios a la población porque no lo crían para obtener recursos económicos ni para garantizar su seguridad alimentaria, sino por una cuestión de prestigio”, explicó.

“Solo les importa tener la mayor cantidad de animales para ganarse el respeto dentro de su comunidad, como el que tiene más ganado en la zona. Por eso en la estación seca aparece la escasez de agua y de pasturas”, prosiguió Woja.

En este país se venera al ganado, y hay comunidades de pastores que ni siquiera contemplan la posibilidad de carnear a sus vacas para alimentarse. Sudán del Sur importa animales en pie, principalmente de la vecina Uganda, que sacrifica para el consumo humano.

Según el Banco de Desarrollo Africano, 80 por ciento de la población de este país viven en zonas rurales y dependen de la agricultura, la silvicultura y la pesca para subsistir.

En la mayoría de las comunidades sursudanesas, las vacas se usan para pagar la dote y como forma de compensación en casos de asesinato o adulterio.

“Los pastores se sienten orgullosos de la cantidad de animales que tienen, más que de su calidad. Por eso hay un pastoreo excesivo”, explicó Justine Miteng, de la agencia de desarrollo holandesa SNV. Eso deriva en un mal uso de los recursos hídricos, apuntó a IPS.

“La gente se acerca a los cursos de agua para abrevar el ganado y daña el lecho el río. Además, tanto los animales como las personas defecan en el agua, lo que termina contaminándola”, añadió Miteng.

Woja remarcó que el pastoreo excesivo y la consiguiente erosión del suelo son un problema. “Por ejemplo, si solo se pueden tener tres vacas pastando en media hectárea, encontrará que hay alguien que tiene 100”, indicó.

Para garantizar una gestión sostenible del ganado, precisó Miteng, debe haber una normativa sobre la cantidad de animales que los pastores pueden tener en un área determinada.[related_articles]

“La forma más sostenible es disminuir la cantidad de animales y adoptar otra forma de gestión. Por ejemplo, si tienes tu propio terreno, puedes mantener tu ganado allí”, añadió.

“También puedes cosechar pasto para tener heno cuando no hay”, apuntó Miteng.

Para garantizar la sostenibilidad, coincidió Woja, debe haber una normativa que establezca cómo utilizar la tierra, según sus características, para la cría de ganado.

“Si tiene un gran terreno comunal debería poder dividirlo en parcelas para saber que un año lo usa para el pastoreo y el próximo deberá llevar los animales a otra parte”, explicó.

“Si se gestiona el ganado para que sea rentable para sus propietarios, se reducirán los conflictos por el agua o las pasturas, se reducirá al mínimo el daño ambiental y mejorará la calidad de los animales”, añadió.

La explotación no regulada de la tierra se debe, en parte, a la falta de políticas claras del gobierno, según Leben Nelson Moro, profesor de estudios de desarrollo en la Universidad de Yuba.

A su juicio, se hizo demasiado énfasis en la extracción de petróleo, que representa 98 por ciento de los ingresos de Sudán del Sur, y a ello se suma la presión poblacional, que ocurrió cuando una gran cantidad de personas exiliadas regresaron al país tras la declaratoria de independencia en julio de 2011.

“Necesitamos una planificación y políticas adecuadas. Debemos identificar qué recursos naturales tenemos y preparar pautas sobre cómo usarlos por el bien de las generaciones actuales y futuras. Tiene que haber un programa nacional para ello”, dijo Moro a IPS.

El gobierno debe involucrar a la universidad para llevar adelante estudios sobre cómo gestionar mejor los recursos y evitar la explotación, apuntó.

“Pero la sociedad civil debe estar pendiente de lo que hace el gobierno, que suele concentrarse en los beneficios a corto plazo de la explotación de recursos naturales, en vez de considerar el impacto sobre las comunidades a largo plazo”, añadió.

En tanto eso no suceda, los pastores como Lo Keji y su familia seguirán adquiriendo ganado para mejorar su prestigio.

“En nuestra familia tenemos cientos de animales y trabajamos duro para comprar más”, contó Lo Keji.

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