El racionamiento de agua se ha vuelto un modo de vida para los 1.800 residentes de la diminuta isla de Barbuda, que experimenta prolongados períodos secos, especialmente en el área de las Tierras Altas, cerca de los principales predios agrícolas.
El biólogo marino John Mussington dijo a IPS que el problema es que la estación húmeda pasó del tradicional período julio-septiembre a septiembre-noviembre, y cuando las lluvias efectivamente llegan son intensas y breves.
“Sin zonas que almacenen el agua cuando llega, esta corre hacia el mar o penetra las napas subterráneas”, explicó el especialista. “El otro problema es que el agua subterránea es ‘dura’ debido a los altos niveles de calcio y magnesio, y en muchos casos es salada por el ingreso la intrusión de agua de mar”, añadió.
“Esta agua subterránea no es adecuada para la agricultura, y como la época húmeda ha cambiado, ya no es tan efectivo el método tradicional de sembrar en momentos precisos para que los cultivos puedan nutrirse con las lluvias”, detalló Mussington.
El director de los Servicios Meteorológicos de Antigua y Barbuda, Keithley Meade, dijo que el cambio climático plantea la mayor amenaza para Barbuda y el resto de la región del Caribe insular.
“Si se mira lo que ocurrió en las islas del sur caribeño en diciembre, se percibe que el cambio climático nos está impactando”, dijo Meade a IPS.
Avanzando lentamente, una depresión atmosférica volcó el 24 de diciembre de 2013 cientos de litros de lluvias sobre San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Dominica, con un saldo de al menos 13 personas muertas.
“Hallamos que nuestras estaciones secas son más secas de lo normal, y que nuestras estaciones húmedas son más húmedas de lo normal”, dijo Meade.
Al empeorar las condiciones, la estatal Autoridad de Empresas Públicas de Antigua urge a la población a conservar el agua, con la emisión de mensajes de servicio público por radio y televisión.
“No se esperan precipitaciones para este período. Hemos tenido algunas lloviznas, pero no los chaparrones que se necesitan”, dijo a IPS el gerente de aguas, Ivan Rodriques.
En promedio, Antigua y Barbuda requiere más de 21 millones de litros de agua por día, que aumentan a casi 23 millones durante el clímax de la temporada turística.
Sin embargo, hay un destello de esperanza: la isla proyecta beneficiarse de un área de captación artificial para retener el agua de lluvia.
Esta muy necesaria ayuda llega gracias al proyecto Reduciendo los Riesgos Resultantes del Cambio Climático para Bienes Humanos y Naturales, que implementa la Organización de Estados del Caribe Oriental en asociación con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
Susanna Scott, coordinadora de la iniciativa, dijo a IPS que el área de captación artificial se usará “para mostrar una opción de adaptación (al cambio climático) que puede reducir las amenazas de sequía y disminuir la disponibilidad hídrica en el sector agrícola”.
[related_articles]Mussington dio la bienvenida al plan de crear un área de captación y almacenamiento en la frontera occidental de las Tierras Altas, para superar así algunos de los desafíos que enfrenta la isla.
“Justamente, el concepto y el diseño inicial del proyecto fueron míos. Al cosechar agua de lluvia en las Tierras Altas y almacenarla, puede usarse todo el año para producir verduras de alto valor”, explicó.
“Al incorporar un componente hidropónico, Barbuda puede volverse autosuficiente en materia de verduras, y también contar con pescado fresco para el consumo local y para exportar en un sistema de producción más eficiente”, dijo.
El líder opositor Gaston Browne, contrincante del primer ministro Baldwin Spencer en las elecciones generales del12 de este mes, aseguró que convertirá a Barbuda en “el granero” del estado compuesto por esa isla y por la de Antigua, si tal como vaticinan los sondeos gana los comicios.
Sin embargo, los pronósticos de que el clima será cada vez más seco y más caluroso pueden dificultar a Browne, o volverlo imposible, que cumpla su promesa para Barbuda, tan afectada por la sequía.
Antigua y Barbuda no es el único país donde la sequía, causada por el cambio climático, está sembrando el caos en la agricultura y los recursos hídricos.
Científicos de la estadounidense Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica informaron que el pasado enero fue el más caliente desde 2007 y el cuarto desde que se tienen registros. Ese mes también fue el más seco para el vecino Estados Unidos desde 2003, y el quinto más seco desde que en 1880 comenzó a llevarse el control.
El 24 de febrero, al lanzar la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el Año Internacional de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo 2014, el presidente de la Asamblea General, John Ashe, nacido en Antigua, dijo: “Este año tiene lugar en un momento en que la vasta mayoría de las islas combaten los estragos del cambio climático, y algunas, como las Maldivas, literalmente se están hundiendo por su culpa”.
Irónicamente, se pronostica que la diminuta isla de Barbuda, de 160 kilómetros cuadrados, podrá quedar hundida en 60 años más por el aumento del nivel del mar.
“Los desafíos que enfrentan los pequeños estados insulares en desarrollo deberían preocupar a todos los países”, dijo el director del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, Wu Hongbo, durante el acto.
Las islas pequeñas son particularmente vulnerables a causa de su ubicación única, destacó. Por ejemplo, la temporada de huracanes tiene impactos devastadores sobre las vidas y las propiedades, particularmente en países que experimentan cada vez más ciclones y menos lluvias.
“El cambio climático representa una grave amenaza a la supervivencia y la viabilidad de varias naciones bajas”, dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en su discurso de presentación del Año Internacional.
Para promover un abordaje del cambio climático que reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero y movilice la voluntad política con ese fin, Ban convocó a una cumbre climática para el 23 de septiembre en Nueva York.
Estados miembros de la ONU acordaron hace dos años apoyar a 51 pequeños estados insulares en desarrollo, altamente vulnerables. Se trata de un grupo que fue reconocido políticamente en la Cumbre de la Tierra que se realizó en Río de Janeiro en 1992.
Su situación fue expuesta en una importante conferencia internacional celebrada dos años después en Barbados y, de nuevo, en la reunión de seguimiento, en 2005 en Mauricio.
Esos estados comparten similares desafíos en materia de desarrollo sostenible, lo que incluye poblaciones pequeñas pero en aumento, recursos limitados, aislamiento, susceptibilidad a los desastres naturales, vulnerabilidad a las conmociones externas, excesiva dependencia del comercio internacional y ambientes frágiles.