El vodka, ese asesino

Botellas y vasos de vodka, el aguardiente por excelencia de Rusia, cuyo consumo está dejando un rastro de muerte. Crédito: Pavol Stracansky/IPS

Sentada en el restaurante de un hotel moscovita, su gerenta, Yulia Golovanova, explica por qué le gusta ver llegar a los huéspedes rusos más que a los extranjeros.

«Solo obsérvelos», dice a IPS, señalando a ocho hombres bien vestidos que se sientan a una mesa y de inmediato ordenan vodka. «Llegan, piden una ronda tras otra y siguen bebiendo sin parar», describe. «Cuando hay un grupo grande, pueden gastar sumas enormes solo en alcohol».

Un cuarto de los hombres de este país mueren antes de cumplir 55 años, la mayoría por causas relacionadas con el consumo de bebidas alcohólicas.

Menos de una hora después, los hombres sentados a la mesa se han bebido cada uno al menos un cuarto litro de vodka, así como varios vasos de cerveza o vino, y no dan señales de detenerse.

La escena –un grupo de hombres consumiendo bebidas blancas— está lejos de ser rara en un país con una de las mayores tasas mundiales de ingesta de alcohol por habitante y donde la excesiva indulgencia hacia el alcoholismo está arraigada en la cultura.

Pero el hábito de abusar de las bebidas alcohólicas se ha llevado con los años una exagerada cantidad de víctimas y puede tener consecuencias desastrosas si no se hace nada para detenerlo, advierten especialistas.[pullquote]3[/pullquote]

«Si todo sigue como hasta ahora, o si el consumo de alcohol sigue aumentando, sus efectos negativos en la salud y en males asociados, como la violencia doméstica, solo empeorarán», dice a IPS la directora del Centro Nacional para el Control de la Salud Pública, con sede en Moscú, Tatiana Mironova.

Según el Ministerio de Salud, el consumo anual de alcohol en Rusia es de 13,5 litros por persona, dos veces el promedio mundial y muy por encima del umbral de peligro, que la Organización Mundial de la Salud fijó en nueve litros.

Un estudio publicado en enero en la revista médica The Lancet expuso que un cuarto de los hombres rusos mueren antes de cumplir 55 años y que la mayoría de las muertes se vinculan a un gran consumo de alcohol. En Gran Bretaña están en esa condición siete por ciento de los varones y en Estados Unidos solo uno por ciento.

La particularidad de este problema en Rusia yace en la forma en que se bebe, con una gran prevalencia de borracheras e intoxicaciones severas, y la preferencia por las bebidas destiladas o aguardientes.

Si bien algunos otros países europeos tienen tasas de consumo personal mayores que la de Rusia, la bebida preferida en este país, sobre todo por los hombres, es el vodka, que es además ingerido en exceso.

Los efectos de este abuso son evidentes.

Esta mortalidad prematura contribuye a agravar la actual reducción demográfica que sufre Rusia. Y el gobierno estima que la economía pierde unos 100.000 millones de dólares por año a raíz del consumo abusivo y del alcoholismo.

Otros estudios indican que al menos tres cuartos de los asesinatos y casi la mitad de los suicidios se cometen en Rusia bajo los efectos del alcohol, que también es un factor coadyuvante de una cantidad abrumadora de muertes por ahogo, incendios y caídas.

Las autoridades judiciales y policiales también señalan el papel significativo que juega el alcohol en las altas tasas de delincuencia, violencia doméstica y sexual y abuso infantil.

«Tanto el gobierno como la sociedad saben de esta relación directa entre el exceso de alcohol y los problemas sociales», dice Mironova.

Los sociólogos suelen referirse a la propensión rusa hacia la bebida como parte de una necesidad popular histórica de escapar de la pobreza y de los regímenes represivos.

El precio tradicionalmente bajo y la ubicuidad del vodka también lo han hecho siempre accesible a buena parte de la población.

Medio litro de vodka cuesta el equivalente a 4,5 dólares tras el último aumento de precio.

El consumo abusivo y el alcoholismo generalizado en todo el país han sido ampliamente documentados desde los tiempos de los zares y la era socialista de la Unión Soviética (1922-1991) hasta la actual sociedad capitalista.

Las autoridades intentaron contrarrestar esta tendencia. En 1985, el entonces secretario general del gobernante Partido Comunista, Mijaíl Gorbachov, adoptó una serie de medidas para reducir la producción, restringir la venta y elevar los precios.

Si bien fueron medidas muy impopulares, tuvieron un impacto sanitario inmediato. El consumo cayó en 25 por ciento y también lo hizo la mortalidad prematura.[related_articles]

Pero cuando esas restricciones se levantaron, tras la disolución de la Unión Soviética, la ingesta de alcohol volvió a subir, junto con las muertes prematuras.

En los últimos años, el Kremlin ha intentado nuevamente abatir el consumo peligroso mediante una serie de leyes que limitan la venta y la publicidad y establecen precios mayores.

Al parecer, estas medidas han tenido cierto éxito.

El estudio de The Lancet muestra que la mortalidad prematura se ha mantenido muy elevada –más de cuatro veces superior al promedio de Europa occidental—, pero cayó un tercio desde 2006, cuando entraron en vigor las últimas restricciones.

En el mismo lapso se redujo el consumo de bebidas destiladas en un porcentaje similar.

«Esto ilustra que los cambios legales adoptados a partir de 2005 han tenido impacto y que, con más esfuerzos, la tasa de muertes prematuras (por alcohol) puede abatirse más. No es imposible», dice a IPS el epidemiólogo Richard Peto, profesor de la británica Universidad de Oxford y coautor del estudio.

Los especialistas coinciden en que elevar los precios es crucial para lograr mayores avances, mientras que el control de las ventas y de la publicidad debe mantenerse o hacerse incluso más severo.

Pero no basta con eso, aseguran.

«Lo que se necesita no son solo medidas para limitar el mercadeo y la venta, sino esfuerzos activos para reducir la demanda. Acciones preventivas y educativas hacia la población, así como prevención del abuso en el lugar de trabajo y en el nivel primario de atención de salud», dice Mironova.

El gobierno parece comprometido a mejorar los estándares de salud. Además de las limitaciones al vodka, se ha prohibido fumar en lugares públicos y restringido la venta y publicidad de tabaco.

Los planes de las autoridades incluyen una sucesión de aumentos de precio del vodka por lo menos hasta 2015 y llevar el consumo personal a ocho litros por año.

Pero es difícil predecir qué grado de éxito tendrán estas políticas en un país donde muchos de sus habitantes admiten que la ingesta abundante de aguardiente es una parte integral de su cultura.

En su restaurante, la hotelera Golovanova observa en silencio mientras los hombres de negocios ordenan más y más tragos de vodka. «La bebida causa tantos problemas en Rusia…, pero los rusos no creen que sea un problema», dice a IPS. «Creen que es algo completamente normal».

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