La creciente desigualdad de ingresos amenaza la estabilidad social en países de todo el mundo. Y esto no lo dicen revolucionarios de izquierda, sino el Foro Económico Mundial (FEM).
Según una encuesta mundial a expertos de la academia, gobiernos y el sector sin fines de lucro, el informe del FEM señala que la desigualdad de ingresos es la segunda tendencia global más importante de las 10 con más probabilidades de afectar la estabilidad social el próximo año.
El aumento de las tensiones en Medio Oriente y el desempleo estructural persistente son otras grandes amenazas internacionales, según el informe del FEM, una organización internacional con sede en la ciudad suiza de Davos, creada y sostenida por las principales corporaciones del mundo.
Aunque los resultados están orientados principalmente a destacar la desigualdad en los ingresos dentro de los países, las fuentes sugieren que también es necesario prestar atención al panorama mundial, en el que las fronteras nacionales son un factor menos importante.
«Observar la desigualdad de ingresos dentro de un país determinado tiene mucho sentido, ya que las políticas públicas afectan la forma en que allí se vive», dijo Christian Meyer, investigador asociado del Center for Global Development (CGD), un centro de estudios en Washington.
«Pero también existe una perspectiva internacional en la que, si tomamos a las personas y comparamos sus niveles de ingresos sin pensar en las fronteras nacionales, veremos que la desigualdad es elevadísima”, dijo Meyer a IPS.
El informe se basa en las respuestas dadas por casi 1.600 especialistas que conforman la Red de Consejos de la Agenda Global (NGAC, por sus siglas en inglés), una comunidad de más de 80 grupos, creados por el FEM y que representan a «líderes de opinión» de todo el mundo.
«La creciente disparidad de la riqueza afecta cada parte de nuestras vidas», señala el informe. «Repercute en la estabilidad social dentro de los países y amenaza la seguridad a escala mundial. De cara a 2014, es esencial que diseñemos soluciones innovadoras para las causas y consecuencias de un mundo cada vez más desigual».
Según la NGAC, esta creciente desigualdad se ha convertido en una amenaza importante tanto para el mundo en desarrollo como para los países desarrollados, incluyendo a América del Norte, donde la encuesta revela que la desigualdad de ingresos es el reto número uno.[related_articles]
La «increíble riqueza generada durante la última década” en Estados Unidos “fue a parar a una parte cada vez menor de la población», advierte el FEM, «y la disparidad obedece a muchas de las mismas razones que se dan en los países en desarrollo».
Según la encuesta, casi dos tercios de los ciudadanos estadounidenses creen que el sistema económico actual favorece a los ricos. Sin embargo, en algunos países europeos, donde la gente sigue recuperándose de la crisis económica que dejó a millones sin trabajo, el porcentaje es mucho más alto.
A medida que la brecha entre ricos y pobres se profundiza, según mediciones nacionales e internacionales, los analistas temen que la gente sea más propensa a tomar la calle para expresar su frustración con un sistema que solo da cabida a unos pocos privilegiados.
Es probable que esta situación conduzca a una mayor inestabilidad social que puede poner en peligro la seguridad mundial, advierte el informe.
«El malestar que subyace en los deseos de cambio de un dirigente político tras otro es una manifestación de la preocupación de la gente por sus necesidades básicas», señala el informe. Por lo general, son los jóvenes quienes están más dispuestos a expresarse, ya que consideran que «no tienen nada más que perder”, agrega.
«La gente ve que el uno por ciento de la población en la cúspide del sistema sigue acumulando riqueza», dijo Meyer del CGD. «Se dan cuenta de que algo está mal, de que esto es una forma de ‘secuestro de la elite’”.
De hecho, esa percepción de secuestro de la elite, o de falta total de movilidad social, parece estar en la raíz de este descontento generalizado.
«El problema con esta concentración de la renta es que se perpetúa de una generación a otra mediante una serie de mecanismos, como la buena educación, pero también mediante el acceso a buenas redes» de contactos personales, señaló a IPS el jefe de investigación de la organización humanitaria Oxfam Gran Bretaña, Ricardo Fuentes.
“Esta perpetuación entraña que la idea de la igualdad de oportunidades y de que ‘todas las personas son iguales’ se debilita gravemente”.
Este fenómeno, afirmó Fuentes, hace que la gente crea de manera creciente que el esfuerzo personal y el mérito no los llevará a ninguna parte, y que su gobierno solo escuchará las voces de los ricos.
«Incluso en los países donde los gobiernos se eligen democráticamente», dijo, «vemos cada vez más que los ricos utilizan su dinero para influir en la administración y en los medios de comunicación a través de grupos de presión y otros mecanismos que los hacen particularmente influyentes».
El informe se produce mientras dirigentes de la NGAC analizan en la Cumbre de la Agenda Global, desde el lunes 18 hasta este miércoles 20 en Abu Dhabi, los temas que formarán parte de la cumbre anual del FEM a celebrarse en Davos en enero.
«El mayor desafío es la incapacidad del sistema de gobernanza mundial para dedicarle el tiempo y la atención necesaria a construir nuestro futuro», declaró el fundador y presidente del FEM, Klaus Schwab, en la apertura de la reunión.
Hay quienes sugieren que el reciente crecimiento experimentado por países de América Latina puede indicar una vía para abordar la cuestión en otros lugares.
«Sabemos por la historia que tener una sociedad más igualitaria no es un objetivo utópico», dijo Fuentes.
«Hasta la década de 1980, hubo mayor inversión en la educación pública, un esfuerzo consciente del Estado para fortalecer las redes de seguridad social y un nivel creciente de vida para los trabajadores».
Más países, en particular en América Latina, están tomando medidas fiscales que rescatan estas políticas, al menos según ciertos indicadores, aseguró. «Y ahora, comenzaron efectivamente a revertir la desigualdad».