Sirios desesperados también en Egipto

Una refugiada siria en El Cairo. Crédito: Hisham Allam/IPS

Mahmoud Abu Yousef, de 28 años, vende medias en una de las estaciones del metro de la capital egipcia. Este joven huyó en febrero de Siria con su esposa y su hijo de un año, luego de que sus padres y tres hermanos murieron en la guerra civil que azota a ese país desde 2011.

Yousef ahora vive en 6 de Octubre, un centro para refugiados ubicado 32 kilómetros al sur de El Cairo. “Me paso todo el día en el tren subterráneo”, dijo a IPS, “y trabajo como guardia de seguridad en las noches para poder cubrir mis gastos”.

Las 150.000 libras sirias (1.000 dólares) que tenía con él cuando huyó de su país terminaron en los bolsillos de los traficantes de personas que lo trasladaron a Egipto. Pero ese dinero no compró la felicidad que esperaba.

El 15 de junio, la noche anterior a su derrocamiento, el presidente egipcio Mohammad Morsi suspendió todas las relaciones diplomáticas con Siria.

Tres meses después, el nuevo gobierno militar impuso reglas más estrictas contra los sirios que llegan a Egipto en busca de refugio. Ahora necesitan visa, así como una autorización oficial para permanecer en el país.

“Desde que se cortaron las relaciones diplomáticas, obtener una visa es imposible”, dijo Yousef. “Ahora entendemos que los sirios no somos bienvenidos”.

Se estima que hay unos 300.000 sirios refugiados en Egipto.[related_articles]

Pero muchos solo abandonaron el infierno en que se convirtió su país, debido a los enfrentamientos entre los rebeldes y las fuerzas del régimen de Bashar al Assad, para descubrir que el mundo exterior no es más amable.

“Preferiría haber muerto en Siria en vez de llevar esta vida humillante en Egipto”, dijo tajante Amer Feras, quien llegó a El Cairo después de perder a su esposa y a su hija menor en el ataque aéreo lanzado en enero por las fuerzas de Al Assad contra la ciudad de Homs, 161 kilómetros al norte de Damasco.

Feras ahora vive en una pequeña habitación de un edificio para refugiados en la ciudad egipcia de Shebin el Koum, en la provincia de Monufia.

El propietario del edificio, Tarek Marzouk, administra una tintorería y brinda ayuda a familias sirias.

A Feras le tomó 25 días escapar de su país con sus tres hijas. “Tuve que cruzar algunas ciudades a pie para llegar a la frontera turca”, contó a IPS. Sin embargo, su pesadilla no terminó.

“Mis hijas no pueden ir a las escuelas públicas y no tengo dinero para llevarlas a colegios privados. Perdimos nuestras propiedades, nuestro hogar, nuestra dignidad y nuestro derecho a vivir como seres humanos, o al menos como refugiados de guerra”, se quejó.

La misma desesperación vive Dana Gad, una estudiante siria de medicina, de 18 años, que ahora mendiga en las puertas de las mezquitas de El Cairo.

“Además de cancelar varios vuelos desde Siria y adoptar nuevas restricciones, ahora nos rechazan nuestros pedidos de alojamiento. Así que la mayoría de nosotros vivimos aquí ilegalmente”, dijo a IPS.

Gad vino a Egipto con su madre luego de que fallecieran su padre y su hermano. “Mi padre era un joyero que tenía un negocio en el centro de Damasco. Murió dentro de su local durante el bombardeo de las fuerzas de Al Assad”, contó.

“Ahora mendigo frente a las mezquitas de Egipto para tratar de ayudar a mi familia. Tengo que llevar mi pasaporte para demostrar mi identidad, y a veces me gano la compasión de los egipcios”, añadió.

Gad también dijo que los refugiados sirios estaban mejor con el gobierno de Morsi. “La Hermandad Musulmana nos trataba mejor, había educación y atención médica”, señaló. “Incluso cuando Morsi decidió cortar las relaciones con el régimen de Al Assad, recibíamos un trato adecuado y solidario del gobierno”.

La joven acusa a los medios egipcios de promover el odio popular contra los sirios, a quienes presentan como terroristas contratados por la Hermandad Musulmana para reinstaurar a Morsi en el poder.

“Debido a esto, muchas familias y los individuos comenzaron a pensar en emigrar ilegalmente a Europa, aun cuando eso pueda suponer morir ahogado”, señaló.

El 12 de octubre, al menos 12 refugiados sirios y palestinos murieron cuando su bote se hundió frente la norteña ciudad costera egipcia de Alejandría. Una semana antes, 359 migrantes se ahogaron al colapsar su embarcación a 120 kilómetros de la isla italiana de Lampedusa.

“La situación de los refugiados sirios en Egipto alcanzó una etapa crítica desde la revolución del 30 de junio”, dijo Abdel Karim Rehawi, presidente de la Liga Siria para la Defensa de los Derechos Humanos, refiriéndose a las protestas que derivaron en el derrocamiento de Morsi.

Rehawi también dijo que el régimen militar había redoblado los controles sobre los sirios luego de que se acusara a muchos de estos de colaborar con grupos islamistas y conspirar contra el Estado.

Debido a la falta de apoyo y ayuda, muchos sirios mendigan en lugares públicos. “Recibimos algo de ayuda de algunas familias egipcias y unos pocos voluntarios, pero no hay respaldo oficial del Estado egipcio”, dijo Rehawi.

Frente al acoso de las autoridades egipcias, cerca de 150.000 sirios emigraron a Turquía, Líbano y Jordania. “Además, hay 60 sirios actualmente detenidos en Alejandría, arrestados cuando intentaban escapar a Italia”, señaló.

“Los traficantes de personas se aprovechan de esta situación y les cobran más de 3.000 dólares para llevarlos ilegalmente en barcos desvencijados a la costa italiana”, añadió.

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