Casi 1.000 personas murieron en Egipto desde el 14 de agosto, cuando las Fuerzas Armadas comenzaron a reprimir a simpatizantes de la Hermandad Musulmana que protestaban contra el derrocamiento del presidente Mohammad Morsi.
Esa cifra, dada por las propias autoridades, supera por lo menos en 150 la cantidad de muertes calculadas en el levantamiento de enero de 2011, que acabó con el régimen de Hosni Mubarak (1981-2011).
Morsi, elegido democráticamente y miembro de la Hermandad Musulmana, no ha sido visto en público desde su derrocamiento el 3 de julio, mientras que Mubarak salió de prisión y se encuentra en arresto domiciliario a la espera de juicio.
La mayoría de los medios egipcios adoptaron el lenguaje de los militares y califican a los miembros de la Hermandad Musulmana de “terroristas” que intentan destruir el país.
En entrevista con IPS, el estadounidense Emile Nakhleh, experto en Medio Oriente y exdirector del Programa de Análisis Estratégico de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), explicó por qué la represión no frenará a la Hermandad, una fuerza política y cultural con profundas raíces en la sociedad egipcia.
Por el contrario, advierte que la represión llevará a sus militantes a apelar a la violencia como herramienta política.
Nakhleh explicó que Estados Unidos procura cubrir sus propios intereses en Egipto, pero estos “no necesariamente coinciden con los regímenes represivos dictatoriales”. “En el largo plazo, gobiernos elegidos democráticamente serán más estables que esos regímenes autocráticos”, pronosticó.
IPS: ¿Usted cree que Estados Unidos debe suspender su ayuda a Egipto?
EMILE NAKHLEH: La ayuda debe suspenderse. Nosotros (Estados Unidos) apoyamos la expulsión de Mubarak, así que no podemos respaldar ahora la resurrección de una dictadura militar.
La suspensión de la asistencia en sí no es suficiente. Debe acompañarse de un diálogo de alto nivel sobre el futuro de Egipto de acuerdo con las ideas del levantamiento de 2011.
En Bahrein, debemos dejarle bien en claro (a la dinastía) Al Khalifa que la represión y la exclusión de la mayoría chiita no pueden continuar.
IPS: ¿Cuánto necesita Estados Unidos a Egipto y cuánto necesita Egipto, especialmente el ejército, a Estados Unidos?
EN: No olvide que la mayor parte de la ayuda financiera que recibe Egipto (de Washington) se gasta en la compra de armas estadounidenses. Pero esa no es la principal razón de la asistencia.
La asistencia militar a Egipto ha sido una herramienta de Estados Unidos para procurar sus intereses, que son mantener el tratado de paz con Israel, tener prioridad sobre el canal de Suez y volar libremente sobre territorio egipcio, además de obtener ayuda en la lucha contra el terrorismo, especialmente después (de los atentados) del 11 de septiembre de 2001 (en Nueva York y Washington).
Hay otro interés paralelo: aprovechar la influencia de Egipto en los palestinos y en Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) y su capacidad de presionar para concretar negociaciones.
Los principales interlocutores de Hamás en los últimos años fueron figuras de la inteligencia egipcia, como Omar Suleiman.
IPS: Entonces debe suspenderse la ayuda. ¿Y después qué?
EN: Es un camino de ida y vuelta. Tenemos que considerar nuestros intereses nacionales, pero preservar el tratado de paz también es un interés de Egipto. Ni siquiera Morsi iba a tocarlo. Cuando apareció el terrorismo en el Sinaí, pidió la ayuda de los israelíes para combatirlo.
El discurso que pronunció en 2009 el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en El Cairo fue importante porque, al menos retóricamente, reconocía que el mundo islámico es diverso y que hay una distinción entre la mayoría dominante y una minoría radical. Tenemos que incluir a los musulmanes de la mayoría.[related_articles]
Él creía en eso y estuvo interesado en incluir a los partidos mayoritarios que fueron elegidos a través de un proceso pacífico e imparcial. Es por eso que aceptó trabajar con la Hermandad Musulmana y con el Partido de la Libertad y la Justicia luego de que fue elegido en forma libre y justa.
IPS: Un artículo publicado el 10 de julio en el periódico The New York Times sugería que el derrocamiento de Morsi ya estaba planificado desde antes. ¿Cuál es su opinión al respecto?
EN: Fue el propio Morsi quien designó a (Abdel Fatah) al Sisi, y este luego se volvió contra él. Elementos del antiguo régimen y de los llamados liberales egipcios, que nunca aceptaron los resultados electorales, complotaron desde el primer día para sacar a Morsi.
Eso no quiere decir que Morsi no cometió errores. Renegó de la mayoría de sus promesas. Había prometido incluir a las mujeres y a las minorías en el proceso de toma de decisiones, pero no lo hizo.
La vieja guardia y los militares nunca le perdonaron que hubiera removido al mariscal de campo Hussein Tantawi.
Así que, fue el mismo Morsi quien trajo a Al Sisi. Este fingía apoyarlo, pero no era así. Existe una “alianza impía” entre los militares, el antiguo régimen y los llamados liberales. Es también un hecho que la revolución expulsó a Mubarak, pero no desmanteló al régimen.
Después de que Morsi llegó al poder, sus ministros y otros funcionarios comenzaron a impulsar rápidamente su programa. Pronto comenzaron a formarse filas en las calles cuando el combustible empezó a escasear.
Y por alguna razón las filas desaparecieron tan pronto Morsi fue derrocado.
Entonces Al Sisi llamó a la gente a que saliera a las calles y le diera un “mandato” para actuar por los intereses nacionales y expulsar a Morsi. En enero de 2011, la gente salió a la calle a expulsar a Mubarak, y en 2013, a pedido de Al Sisi, sacaron a Morsi.[pullquote]3[/pullquote]
Muy pronto van a descubrir que esta es una dictadura militar y se van a levantar de nuevo.
IPS: Arabia Saudita llamó explícitamente a respaldar al actual gobierno egipcio para derrotar a la Hermandad Musulmana. ¿Qué efecto tiene eso en las relaciones entre Washington y Riyadh?
EN: Los sauditas le tienen terror a la Hermandad Musulmana como movimiento de reforma.
Ahora Arabia Saudita está jugando un juego peligroso. Los autócratas árabes intentan silenciar la democracia porque no les gustan estos movimientos revolucionarios y tienen terror de que surjan en sus propios países.
Es por eso que los sauditas enviaron tropas a Bahrein para controlar un levantamiento chiita. Como nadie les creyó ese argumento, dijeron que estaban luchando contra el terrorismo, y dicen que están haciendo lo mismo en Egipto.
Pero no se trata de la Hermandad Musulmana en Egipto o de los chiitas en Bahrein. Se trata de movimientos reformistas y de oposición a regímenes represivos.
IPS: ¿Qué opciones tiene Obama en este momento?
EN: Obama tuvo que afrontar una nueva realidad con la Primavera Árabe. Decidió respaldar a los movimientos prodemocráticos y es por eso que apoyó el derrocamiento de dictadores en Túnez, Libia y Egipto. Ha callado un poco sobre Bahrein, aun cuando su embajador en ese país sí se ha expresado al respecto.
Creo que Estados Unidos tiene que lograr un claro equilibrio entre la seguridad nacional y nuestros valores democráticos, y debe explicar ese equilibrio al pueblo estadounidense y a los pueblos de la región en forma clara e inequívoca.
Todavía tenemos que procurar nuestros intereses, pero estos no necesariamente coinciden con los de regímenes dictatoriales represivos. En el largo plazo, los gobiernos democráticamente elegidos, no importa cuán desordenados sean, serán más estables.