Banano caribeño entre la excelencia orgánica y las plagas

Mujeres cargan racimos de bananos en la Región Autónoma del Atlántico Norte, Nicaragua. Crédito: Germán Miranda/IPS.

La FAO está apoyando dos proyectos en apariencia contradictorios en países del Caribe: promoción de bananos orgánicos y uso masivo de fungicidas para combatir la sigatoka negra, enemiga número uno de este alimento clave.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) asesora a agricultores de banano orgánico de República Dominicana, “porque ese país es un pequeño productor a la escala mundial, y porque (su producción) encaja en las características altamente especializadas que demanda el mercado», dijo a Tierramérica el economista Kaison Chang, que trabaja en el área de comercio de la agencia.

“Como pequeños productores, los dominicanos no pueden competir con los grandes, como los ecuatorianos, cuyo costo de producción por unidad es considerablemente más bajo», añadió Chang, secretario del Grupo Intergubernamental sobre el Banano y las Frutas Tropicales de la FAO.

Por eso los dominicanos deben mejorar sus cosechas y sus técnicas de manejo de la fruta, para ampliar sus ventajas comparativas.

Como parte de la asesoría, la FAO distribuyó unas 900.000 «láminas de protección temprana», conocidas como “cuellos de monja” por su forma, a unos 780 bananeros dominicanos.

Estas láminas se colocan alrededor de los racimos durante la maduración, y permiten reducir la cantidad de bananos no aptos para la exportación entre 40 y 50 por ciento.

República Dominicana exporta casi toda su producción de banano orgánico a Europa, en particular a Alemania. En 2012, estas ventas totalizaron 300.000 toneladas.

La proporción de banano orgánico en el total de las ventas dominicanas de este alimento pasó de 32 a 58 por ciento entre 1999 y 2007.

El banano es la fruta fresca más exportada del mundo, tanto en volumen como en divisas. Se la vende sobre todo desde países en desarrollo hacia el mundo industrial, que absorbe casi 90 por ciento de las importaciones.

Se trata de una fuente de ingresos y empleos esencial para cientos de miles de familias en América Latina, el Caribe, el sudeste asiático y África occidental, según el Foro Mundial Bananero.

La producción en grandes plantaciones e intensiva en uso de agroquímicos, las distorsiones de la cadena de valor y los precios deprimidos que reciben los agricultores han creado problemas ambientales y sociales. Darles respuesta requiere la participación de todos los actores del mercado bananero mundial, razón que determinó la creación del Foro.

Uno de esos problemas ambientales es la enfermedad de la sigatoka negra.

En junio, la FAO organizó una capacitación de personal para Dominica, Santa Lucía, Granada y San Vicente y las Granadinas destinada a “promover el uso efectivo de fungicidas para controlar y erradicar” la sigatoka negra.

Este hongo (Mycosphaerella fijiensis Morelet), seguramente el más devastador de los patógenos que atacan al banano, es dañino para la mayoría de especies y variedades, destruyendo la fotosíntesis en las hojas y disminuyendo así la capacidad de la planta para hacer madurar los frutos al ritmo natural.

«La sigatoka negra causa pérdidas de peso de la fruta de hasta 57 por ciento y provoca su maduración prematura», dijo a Tierramérica el especialista en tecnología Humberto Gómez, del Programa de Innovación para la Productividad y la Competitividad del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en Trinidad y Tobago.

La enfermedad se descubrió en 1963 en Fiyi. Otra variante, la amarilla, se había detectado también allí en 1912. En América Central, se la halló en 1972 en Honduras, desde donde se propagó a otros países. Según la FAO, las exportaciones de banano de San Vicente y las Granadinas y de Guyana han caído entre 90 y 100 por ciento por esta enfermedad.

La situación es «desastrosa», dijo Gómez. «Es una emergencia».

Para enfrentarla, «los técnicos fueron entrenados para evaluar la reacción de la enfermedad a ingredientes específicos de los fungicidas, a fin de desarrollar planes de tratamiento más efectivos», agregó.

El experto reconoció que el uso de fungicidas es contraproducente, pues el hongo es muy adaptable y desarrolla resistencia a la combinación de productos químicos disponibles. Además, la gran humedad y precipitación del Caribe es un ambiente fértil para su desarrollo.

Una campaña exitosa contra la sigatoka demanda constantes controles de la humedad del suelo, optimizar el riego y los drenajes, mejorar la nutrición de los bananales mediante fertilizantes, reducir la densidad de las plantaciones, espaciando más las plantas, y efectuar poda frecuente y temprana de las hojas afectadas, indican los técnicos.

Chang, quien no participó del taller caribeño, apuntó que «hasta ahora, los productores de banano convencional en el Caribe están satisfechos con sus modos de producción, con uso de químicos».

«La producción orgánica es muy exigente y hace imposible utilizar la mayoría de los productos químicos tradicionalmente empleados para controlar enfermedades», añadió. «Por eso los costos de producción de bananos orgánicos son muy altos, reduciendo los beneficios de las plantaciones».

Otro método, propuesto por Gilberto Manzo-Sánchez, profesor e investigador de la mexicana Universidad de Colima, consiste en desarrollar antibióticos naturales de manera profiláctica, para mejorar la resistencia de la planta a la enfermedad.

«Así podríamos reducir el uso de fungicidas, ahorrando hasta 50 por ciento de sus costos, y contribuir a la protección ambiental», dijo Manzo-Sánchez a Tierramérica.

* Este artículo fue publicado originalmente el 6 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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