Pequeñas industrias asoman en la agricultura cubana

La pequeña fábrica de La Julia, en municipio cubano de Ceballos, produce unas 1.000 latas diarias de fruta en conserva. Crédito: Jorge Luis Baños /IPS

Máquinas artesanales para moler frutas y sellar latas de conserva, nacidas de la inventiva de emprendedores, apuntalan el tímido auge de pequeñas industrias en algunos lugares de Cuba donde repunta la producción de alimentos.

“Empezamos a hacer barra de guayaba (jalea sólida) con calderos y removedores rústicos. Nos dio resultado y construimos todo esto”, comentó a IPS el productor independiente Yoanky Pino, mientras mostraba cada equipo de su mini instalación, en la que fabrica hasta 1.000 latas diarias de fruta en conserva.

 Pino, dueño de la finca La Julia, trabajaba de soldador hasta que hace seis años apostó a esta empresa familiar en el municipio de Ceballos, a 434 kilómetros al este de La Habana, dentro de la central provincia de Ciego de Ávila.

 Sus conocimientos de soldadura y la asistencia técnica de la estatal Empresa Agroindustrial Ceballos le ayudaron a crear las máquinas necesarias.

 Poco a poco construyó molinos y despulpadoras, además de una estera móvil que transporta las latas entre el vapor hasta alcanzar la temperatura requerida para el sellado. También adquirió una caldera en desuso de una entidad estatal, que remozó gracias al convenio establecido con la agroindustrial frutícola.

 En La Julia, se elaboran cada día mermeladas, frutas troceadas en almíbar, dulce de coco y las populares barras de guayaba. Estas últimas son el producto “estrella” de las 28 mini fábricas privadas y las dos estatales de esa localidad, informó a IPS el coordinador del ramo por la Empresa Agroindustrial Ceballos, José Luis Tapia.

 Las alrededor de 120.000 barras de guayaba que diariamente obtiene este grupo de pequeñas fábricas artesanales llegan a todo el país, en busca de diversificar la deprimida canasta básica cubana.

 Según Tapia, su “principal objeto social es abastecer el mercado en moneda nacional”, el CUP o peso no convertible, la débil moneda asequible para la población local.

 Estas iniciativas fueron ilegales hasta 2010, cuando el gobierno de Raúl Castro amplió el número de actividades privadas permitidas en la nación caribeña. Desde entonces, Ceballos, un gran productor frutícola, se convirtió en un enclave de mini plantas, abastecidas por las frutas que la gran fábrica local no tiene capacidad para procesar.

 La recapitalización y auge de la industria procesadora de alimentos, un punto de la actual reforma económica, está aún a la espera del salto productivo y el logro de encadenamientos en el sector agropecuario, que las autoridades persiguen desde 2008, con medidas como la entrega de tierras en usufructo y la apertura de microcréditos.

 Sin embargo, en localidades de Ciego de Ávila crecen algunos renglones agrícolas, que le imponen un reto a la obsoleta industria procesadora de alimentos y le abren de alguna manera el camino a las pequeñas fábricas artesanales.

 En octubre de 2012, el semanario Invasor entrevistó a productores que se quedaron con toneladas de sobreproducción de frutas sin recoger en los campos, por problemas en los contratos con empresas estatales, trabas en la comercialización y la capacidad reducida de la industria procesadora, entre otros.

 Entonces, se reafirmó la importancia de las pequeñas agroindustrias como una alternativa para enfrentar el crecimiento agrícola local. Hay un plan para elevar antes de 2018 las cosechas de frutas en Ciego de Ávila, donde en 2012 solo se obtuvieron 3.600 toneladas de piña, por ejemplo, frente a las 30.000 de 1991.

Esta provincia cuenta en la actualidad con 37 pequeñas fábricas, en su mayoría privadas, que la convierten en el territorio cubano con más iniciativas de ese tipo.

“Las mini industrias siempre serán necesarias. Asumen producciones que demandan mucho trabajo manual, como el dulce de coco, y no son rentables para el gran combinado”, apuntó Tapia. De las 91 toneladas de guayaba que semanalmente obtiene  su empresa, las pequeñas plantas absorben un promedio de 60 toneladas, ejemplificó.

La Empresa Agroindustrial Ceballos les facilita a precios mayoristas el azúcar, las frutas y los envases a las pequeñas plantas privadas. Ellas deben vender toda su producción a esa misma entidad. “Algunos campesinos siembran frutas y eso les disminuye los costos, pero no se autoabastecen totalmente”, amplió el directivo.

Tener superficies de acero inoxidable para la elaboración, mejorar las condiciones de la construcción y contar con envases de pequeño formato, figuran entre las dificultades observadas por Tapia en estas fábricas, que usan la leña como energía. “Así tendría más sanidad la elaboración, aunque todas cumplen los requisitos indispensables”, valoró.

En La Julia, la prioridad ahora es cerrar con mallas de plástico las áreas de elaboración, para minimizar la entrada de moscas. Además, Pino se enfrasca en culminar una planta de biogás, destinada a abastecer la caldera y la cocina familiar. Ese proyecto le exigirá elevar su cabaña de cerdos a 900, cuando ahora tiene solo 330.

“Queremos ser sostenibles y entrar en la elaboración de embutidos y carne”, reveló.   

Las 28 industrias privadas de Ceballos emplean a alrededor de 260 trabajadores, una cifra que se incrementa durante campañas como la de toronja, que exige más trabajo manual. La mayoría son mujeres que se dedican a pelar frutas.

Pino, de 38 años, tiene contratadas a 23 personas, que reciben un pago por la cantidad de kilógramos de frutas peladas por día. “Las mujeres son más productivas en esa tarea”, aseguró el campesino.

“Se trabaja mucho pero da buenas ganancias”, confesó a IPS la peladora Emilia Vera, quien labora en La Julia hace un año. Procesa poco más de 100 kilogramos cada día, por lo que percibe un pago que ronda los 120 CUP (poco menos de 5 dólares), explicó. El salario promedio mensual en entidades estatales cubanas es de 455 CUP (19 dólares).

La producción de frutas no cítricas aumentó en Cuba en 147.900 toneladas en 2012 con respecto al 2011, según la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información.  En cambio,  los cítricos disminuyeron en 60.800 toneladas, sobre todo por el azote de la bacteria Huang Long Bing, una plaga que carece aún de cura.

No obstante, las frutas siguen siendo un complemento alimenticio poco presente en la mesa familiar cubana, por la escasa oferta y los altos precios del mercado local.

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