Indonesia diversifica ingresos para afrontar el cambio climático

Mujeres en Indonesia venden galletas de jack fabricadas por ellas mismas. Crédito: Abigail Lee/IPS

Cuando Kaswati, de 45 años, se unió en 1999 a un proyecto de capacitación para generar ingresos en la provincia indonesia de Java Occidental, no pretendía más que completar el presupuesto familiar en una época de cosechas irregulares.

Pero 14 años después, su negocio de galletas de jack, una fruta típica de la zona, y de abono orgánico superó con creces aquellos planes modestos. Ahora es la principal fuente de ingresos de la familia de cuatro personas de esta mujer y contribuye a hacer frente a los gastos de la administración de su arrozal de media hectárea.

La escasez de agua de los últimos años obligó a la familia a “buscarla en canales de irrigación alejados” y a gastar más en su extracción y manejo,  explicó Kasawati a IPS en Pogon, un poblado del distrito de Subang. Esta localidad se encuentra a media hora de automóvil de Yakarta.

La escasez también “limitó las oportunidades de siembra a dos por año, en vez de tres, como sugiere el gobierno”, apuntó. Su negocio de compost y de galletas “salvaron a la familia”, remarcó.

Hace poco, “recibí una importante orden para producir este año 348 toneladas de fertilizante y, desde entonces, no puedo cubrir la demanda sola, así que le pedí a una amiga que hiciera compost y me lo vendiera”, relató Kaswati.

Ella compra el compost a un promedio de 51 dólares la tonelada y lo vende a 77 dólares, lo que le permite obtener un beneficio considerable, al tiempo que apoya a los miembros de su comunidad.

Kaswati es una de las muchas mujeres de Pogon que se beneficia de un proyecto de generación de ingresos, que contó con un aporte del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), de sus recursos para ayudar a las naciones de Asia sudoriental a hacer frente al impacto del cambio climático en la agricultura.

En el marco del programa, que duró de 1999 a 2006, las beneficiarias obtuvieron un préstamo bancario de unos 40 dólares para iniciar un negocio. El interés fue de uno por ciento y podían pagarlo en 12 cuotas mensuales.

Al término del mismo, Kaswati y sus compañeras se dedicaron a fabricar compost. Con el tiempo, todas lo abandonaron, salvo ella. En 2008, Kaswati comenzó a elaborar galletas de la fruta del árbol del jack (Artocarpus heterophyllus), junto con otras 24 mujeres.

“El programa nos enseñó a comenzar y administrar un negocio para obtener beneficios. También aprendimos a llevar la contabilidad”, detalló.

El cambio climático golpea duro

El sector agrícola de Indonesia suministra 87 por ciento de las materias primas para las pequeñas y medianas empresas, contribuye con 14,75 por ciento del producto interno bruto (PIB) y emplea a 33,32 por ciento de la población económicamente activa.[related_articles]

Por su ubicación geográfica, Indonesia es vulnerable a los impactos del cambio climático, como cada vez más sequías e inundaciones, cambio en los patrones de siembra y más plagas, lo que amenaza la seguridad alimentaria, según Hari Priyono, secretario general del Ministerio de Agricultura.

“Indonesia se concentra en aumentar la producción de arroz de 54,1 millones de toneladas, en 2004, a 69,05 millones, en 2012”, indicó Priyono en su presentación en un taller sobre cambio climático realizado en junio en el marco de una serie de actividades de FIDA para periodistas.

“El desarrollo agrícola afronta una creciente cantidad de desafíos graves a causa del cambio climático, así como la transformación de tierras cultivables en asentamientos y proyectos inmobiliarios”, prosiguió.

La sequía prolongada y una estación de lluvias mayor golpearon a Indonesia con mayor frecuencia en los últimos años, lo que dejó a los campesinos ante la disyuntiva de cuándo comenzar a plantar y preocupados por la seguridad alimentaria.

En principios de este mes, especialistas en clima pronosticaron que en Indonesia llovería todo el año, incluso en la estación seca, que solía ser de mayo a septiembre o principios de octubre.

Dada la variabilidad climática, el Ministerio de Agricultura introdujo un “calendario de cultivos” en 2012, que asesora a los campesino sobre los mejores periodos para plantar, variedades de semillas, fertilizantes y pesticidas.

También lanzó nuevas variedades de arroz capaces de resistir periodos prolongados de sequía o inundaciones, e incluso una gran salinidad, causada por la penetración de agua marina.

Pero es posible que las medidas no sean suficientes, opinó Zulkifli Zaini, científico del Instituto Internacional de Investigación del Arroz.

“El problema es que todavía no tenemos la tecnología como para prever el comienzo de la temporada seca o de lluvias ni la severidad de las inundaciones y sequías”, explicó.

Para peor, casi 100.000 hectáreas de tierras fértiles de la isla de Java se transforman cada año en asentamientos y otros proyectos inmobiliarios.

“Los arrozales de Java producen casi el doble de los que están fuera de la isla; eso quiere decir que el gobierno debe crear 200.000 hectáreas para la producción de arroz para compensar esa pérdida”, opinó Zaini.

Según datos de FIDA, alrededor de 70 por ciento de los 245 millones de habitantes de este país viven en zonas rurales, donde la agricultura es la principal fuente de ingresos. Por lo menos 16,6 por ciento de la población rural es pobre.

Pero la experiencia de Kaswati parece demostrar que la diversificación de ingresos es una estrategia viable para que los campesinos tengan una vida decente gracias a la agricultura.

El negocio de Kaswati no ha hecho más que crecer. A principios de este año, adquirió un préstamo de 4.100 dólares para su producción de compost, actividad que le dio libertad económica y otro estatus.

“Ya no le pido dinero a mi marido para comprar alimentos ni para cubrir otras necesidades del hogar y, lo más importante, mi primera hija estudia en la universidad”, relató Kaswati, quien hasta principios de 1999 era trabajadora agrícola.

Otra mujer del proyecto, que no quiso dar su nombre, dijo a IPS que su negocio de galletas de jack le permite mandar a sus hijos a la escuela.

“Mi primer hijo solo terminó la escuela primaria, el segundo, la secundaria básica y, el tercero, la hizo toda, pero el cuarto ahora estudia en la universidad local”, relató.

“Ahora mi esposo me consulta para la toma de decisiones, en especial en lo que se refiere a los estudios de mis hijos”, añadió.

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