El Mercado Común del Sur (Mercosur) inaugurará en julio su nueva fase con cinco miembros plenos si supera el desbarajuste generado con la incorporación de Venezuela, pero sus problemas de fondo seguirán trabando la integración.
Hay un "vacío jurídico" ante la posibilidad del retorno de Paraguay como socio de pleno derecho del Mercosur, junto a los otros socios fundadores, Argentina, Brasil y Uruguay, observó Tullo Vigévani, profesor de ciencias políticas de la Universidad Estadual Paulista (Unesp), especializado en relaciones internacionales.
La adhesión plena de Venezuela al bloque fue aprobada en la cumbre del 29 de junio de 2012, aprovechando la ausencia de Paraguay, suspendido en esa misma instancia a raíz del golpe parlamentario de ese mes contra el entonces presidente Fernando Lugo. Ese juicio político sumario, sin tiempo para ejercer el derecho a la defensa, fue considerado violatorio de la cláusula democrática.
El Senado paraguayo, el único cuerpo legislativo del bloque que había congelado la ratificación del ingreso de adhesión firmado en 2006 por Venezuela, terminó por rechazarlo en agosto, una votación más simbólica que efectiva.
La solución a este enredo institucional será probablemente "un acuerdo político" hasta agosto, cuando tome posesión el presidente electo de Paraguay, el empresario Horacio Cartes, ya que los intereses económicos le dan un fuerte poder de presión a Buenos Aires y Brasilia sobre Asunción, razonó Vigévani para IPS.
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El nuevo gobierno, que representa el retorno de la derechista Asociación Nacional Republicana, conocida como Partido Colorado, lograría que el parlamento ratifique finalmente el ingreso de Venezuela, hecho que le agrega al bloque nuevas incertidumbres por las dificultades económicas de ese último país, ahora sin el liderazgo de Hugo Chávez, fallecido el 5 de marzo y sucedido por Nicolás Maduro.
Pero el Mercosur claudica principalmente debido a las "conflictivas relaciones" entre Argentina y Brasil, los socios fundamentales enfrentados a diferentes procesos de desindustrialización, según análisis del profesor de Unesp.
Argentina perdió buena parte de sus industrias en un largo proceso iniciado en los años 70, recordó. Políticas privatizadoras y de apertura de fronteras adoptadas en distintos períodos, como en la última dictadura (1976-1983) y durante el gobierno de Carlos Menen (1989-1999), condujeron al desastre.
El problema es que ese país intenta ahora una "reindustrialización a la antigua", protegiendo sectores poco competitivos, sin las innovaciones tecnológicas que apunten a un futuro sustentable, aunque se comprenda la presión por generar empleos, criticó Vigévani.
En ese cuadro, las disputas con Brasil se repiten desde la creación del Mercosur en 1991, como en el caso del intento de crear un espacio común de libre circulación de bienes y personas, que en algunos momentos discutió metas ambiciosas como la armonización macroeconómica, cadenas productivas y moneda comunes, que se revelaron irreales.
El dinamismo comercial entre los dos países parece haber alcanzado su límite en 2011, cuando Brasil exportó 22.709 millones de dólares a Argentina e importó por 16.906 millones de dólares, según datos oficiales brasileños. Este balance culmina un desequilibrio iniciado en 2004. El intercambio bilateral se multiplicó por 13 desde la firma del Tratado de Asunción, que funda el Mercosur.
El año pasado, las ventas brasileña cayeron 20,75 por ciento, mientras que las argentinas lo hicieron solo 2,73 por ciento. Desde octubre, la balanza comercial se volcó ligeramente a favor de Buenos Aires.
También las relaciones bilaterales han sufrido por la fuga de grandes inversiones brasileñas del vecino país.
La firma estatal Petrobrás dejó el mercado argentino donde había adquirido una importante red de distribución de combustibles, mientras que la gigante minera Vale, privatizada en 1997, suspendió su proyecto de extracción de potasio en Rio Colorado, despertando airadas reacciones en Buenos Aires.
Pero también Brasil entró en un proceso de desindustrialización, aunque más reciente y menos dramático que el sufrido por Argentina en el pasado.
Por eso trata de defender algunos segmentos industriales con medidas como alzas arancelarias, exigencia de contenido nacional mínimo en las compras gubernamentales, reducción de impuestos y del costo de energía, como un importante elemento para apuntalar la coyuntura de casi pleno empleo gracias a la rápida expansión de los sectores de servicios, agricultura y construcción.
Esa industria que Brasilia intenta preservar está, sin embargo, "rezagada", con predominio del área metal-mecánica y escasa participación de los sectores de mayor innovación tecnológica, como el electrónico y el químico, explicó Julio de Almeida, economista del Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial.
Con el auge del fenómeno chino en la economía mundial se acentuó en Brasil la pérdida de participación de la industria en el producto interno bruto y en las exportaciones. Este problema, empero, lo afronta todo el Mercosur, que se consolida como exportador de productos primarios e importador de manufacturados.
El desafío de todo el bloque regional es desarrollar "políticas que fortalezcan sus procesos de innovación y capacitación competitiva en una producción que incorpore tecnologías", sostuvo Vigévani, en un diagnóstico que cada día recoge más consensos, pero sin soluciones viables y visibles a corto plazo.
Así, la incorporación plena de Venezuela al Mercosur no mejora tales perspectivas. Con un comercio exterior mucho más desbalanceado, exportando petróleo y necesitando todo lo demás del exterior, el mercado de ese país ya es un gran comprador de alimentos y bienes industriales de Argentina y Brasil.
Por ejemplo, Brasil exportó a Venezuela el año pasado 5.056 millones de dólares y solo le compró por 997 millones de dólares, según estadísticas brasileñas.
Las inversiones brasileñas en Venezuela, además, están en retroceso, con suspensión de las actividades por varias empresas.
Las empresas brasileñas solo realizaron cuatro operaciones de inversión en ese país en los últimos cinco años, mientras que protagonizaron 20 en Colombia, 19 en Chile y ocho en Perú, según el banco de datos del Centro de Estudios de Integración y Desarrollo (Cindes), de Río de Janeiro.
Con el deterioro económico a ser enfrentado por Maduro, aumentan las incertidumbres sobre los efectos que tendrá en el Mercosur la presencia del quinto socio pleno.
La negociación de un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE), que volvió a la mesa, tampoco apunta muchos beneficios, ya que se trata básicamente de abrir ese mercado a las productos agropecuarios del Mercosur, como contrapartida para un mejor acceso de la industria y servicios de ese bloque a las dos mayores economías sudamericanas, lo cual agravaría los problemas.
Además, la severa crisis económico-financiera que afronta la UE limita las posibles ambiciones de tal negociación.