El yacimiento cuprífero subterráneo más grande del planeta, que se explota desde 1905 y es propiedad de la estatal Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco), se prepara para prolongar su vida 50 años más. Para eso necesita incorporar tecnología de punta e invertir 3.278 millones de dólares, una suma similar a la empleada en toda la historia de la División El Teniente, nombre formal de la mina.
Ubicada en la Cordillera de los Andes, para llegar a El Teniente hay que recorrer 150 kilómetros desde Santiago hacia el sur. Solo en 2010, aportó 25 por ciento de la producción de Codelco.
El cobre fue estatizado en 1971 y lo es todo para Chile, primer productor mundial de ese metal.
En el sector El Teniente 8 se extraen 137.000 toneladas por día (tpd), que equivalen a una producción de 434.000 toneladas de cobre fino al año.
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Sin embargo, el metal se está acabando en esta zona, que solo cuenta con reservas hasta 2025.
Por eso Codelco desarrolla el proyecto Nuevo Nivel Mina, que comenzará a operar en 2017 y permitirá explotar 2.020 millones de toneladas de reservas alojadas a mayor profundidad, en la cota 1.880 de altitud y 100 metros por debajo de El Teniente.
Se trata de «un proyecto estructural dentro de la Corporación, que va junto a los que se están desarrollando en las divisiones Andina y Chuquicamata Subterránea», explicó a Tierramérica la ejecutiva Millaray Farías, jefa de proceso de la planta de chancado de la mina Pipa Norte, uno de los ocho yacimientos que funcionan en El Teniente. «Nos va a permitir tener vida por muchos años más, ya que se estima que operará hasta 2070».
El chancado es la reducción del material extraído en fragmentos pequeños.
Además de garantizar los volúmenes de producción actuales, la nueva mina permitirá, en 2020, iniciar las obras necesarias para llegar a producir 180.000 tpd.
El cobre se cotiza a más de tres dólares la libra en la Bolsa de Metales de Londres. El año pasado, Codelco generó para el Estado 7.518 millones de dólares de ganancias, el tercer excedente más alto de su historia.
Para que el Nuevo Nivel Mina opere desde 2017, se excavarán 98.450 metros de túneles y 3.454 metros de desarrollos verticales, como chimeneas de ventilación y piques de traspaso, galerías que permiten controlar el paso del mineral desde la producción al transporte.
El acceso será por dos túneles paralelos de 9,4 kilómetros: uno para la entrada y salida de vehículos con trabajadores, y el otro para la correa transportadora de mineral y la pista de servicios.
En El Teniente se extrae el mineral con hundimiento de paneles («panel caving»): explosiones que socavan las bases de mineral, del tamaño de un edificio de 50 pisos, para su fractura. Luego, fuerza de gravedad y equipos mineros mediante, esas moles se van achicando.
Una cuestión delicada es la mortalidad: 6,5 muertes de mineros por año, dice la estadística.
El Proyecto Estructural de Seguridad y Salud Ocupacional busca un récord de cinco años sin fatalidades, con una tasa de frecuencia menor a uno, así como automatizar procesos peligrosos y mejorar las condiciones de salubridad laboral en todas las áreas.
«Tradicionalmente, nuestra gente estaba acostumbrada a que la producción no podía parar. Hoy, poco a poco, va entendiendo que el tema de seguridad es de todos y que no solo hay que velar por la propia vida, sino también por la de los otros ‘viejos’ (como se llama a quienes laboran dentro de las minas)», afirmó Juan Bobadilla, superintendente ingeniero de procesos en la Fundición de El Teniente, ante la pregunta de Tierramérica.
Las medidas de seguridad en la división, compuesta por 5.000 trabajadores, están comprendidas en siete valores corporativos que parten de «el respeto a la vida y dignidad de las personas».
El 23 de marzo murió un operador de maquinaria en la división Radomiro Tomic, ante lo cual los trabajadores paralizaron todas las labores y la empresa debió cerrar temporalmente el yacimiento.
El proyecto de El Teniente incluye operaciones semiautomáticas comandadas desde salas de control ubicadas en Rancagua, a más de 50 kilómetros del área de trabajo.
De momento, el yacimiento con mayor tecnología moderna es Pipa Norte, donde se trabaja con equipos autónomos de carga, acarreo y descarga (LHD, por sus siglas en inglés), «operados desde el concentrador Colón el lugar donde se liberan y concentran las partículas de cobre que se encuentran en la roca, a 13 kilómetros aproximados desde la mina», explicó Farías.
La planta de chancado y el martillo también se manejan de forma remota, añadió.
Pese al avance técnico, los recursos humanos se valorizan, porque «naturalmente surgen otras tecnologías que van necesitando el apoyo de los viejos», dijo Bobadilla, echando mano a la jerga minera.
«Por lo tanto, los que tienen que retirarse se retiran y los que todavía están vigentes, van a tomar nuevas posiciones. Es decir, no hay dolor», aseguró.
Otro asunto que forma parte de la carta de valores de Codelco es la búsqueda del desarrollo sostenible.
Bobadilla aseguró que la división captura 93,9 por ciento de las emisiones de dióxido de azufre el principal contaminante y solo se libera a la atmósfera el seis por ciento restante. La empresa se propone elevar la proporción capturada a 95 por ciento para 2017.
Luis Sandoval trabajó 38 años en El Teniente. Ya retirado, oficia de guía a solicitud de la compañía.
Mientras nos desplazábamos por un largo túnel subterráneo, Sandoval contó a Tierramérica que en El Teniente se acabó hace años con los campamentos mineros.
Hoy, todos los trabajadores «bajan» a Rancagua, donde están sus casas y familias, y solamente «suben» cuando les toca asumir un turno, explicó.
Por eso, «las emisiones de ácido sulfúrico que emite la mina no dañan a la población», aseguró.
Las aguas ácidas son procesadas en una planta especial y «evitamos tirar lo menos posible residuos industriales sólidos y líquidos, y los ocupamos acá», finalizó Farías.
* Este artículo fue publicado originalmente el 6 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.