Bachelet vuelve a Chile en busca de encantar al movimiento social

Michelle Bachelet comienza el empinado camino de convocar tras de sí, para volver a la Presidencia de Chile, al activo movimiento social fuertemente crítico con la derecha en el gobierno y desencantado con los 20 años de administraciones de la coalición centroizquierdista, cuyo último tramo le tocó conducir.

Michelle Bachelet aspira a una segunda presidencia de Chile. Crédito: Sriyantha Walpola/IPS
Michelle Bachelet aspira a una segunda presidencia de Chile. Crédito: Sriyantha Walpola/IPS

Bachelet afronta hoy un país distinto al que dejó en marzo de 2010, en el que las organizaciones estudiantiles, sindicales y de otros sectores de la sociedad civil han protagonizado y empujado en los dos últimos años las mayores protestas desde la resistencia a la dictadura cívico-militar liderada por el hoy fallecido Augusto Pinochet (1973-1990).

«Se encuentra ahora con un sector importante y muy significativo de la sociedad que quiere un cambio y no una mejora del modelo», explicó a IPS el antropólogo Mauricio Rojas, académico de la Universidad Alberto Hurtado.

«Es un grupo que por 30 años estuvo invisibilizado cultural, social y políticamente y que ha despertado», sostuvo. Después del plebiscito de 1988, que abonó el camino para recobrar la democracia, «hubo una crítica muy fuerte del modelo (económico, financiero y político imperante), que se diluyó con la llegada de la democracia».

Sin embargo, el arribo de la derecha al poder, de la mano de Sebastián Piñera, «liberó una fuerza que estaba reprimida o autocontenida y que quiere transformaciones».
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Bachelet oficializó el miércoles 27 su precandidatura a la Presidencia de Chile tan solo 12 horas después de aterrizar en Santiago proveniente de Nueva York, donde desempeñó por casi tres años el cargo de directora de ONU Mujeres.

La exmandataria instaló, en sus primeras alocuciones, el combate a la desigualdad como asunto central de su campaña como precandidata para las elecciones del 17 de noviembre, reconoció en forma severa los errores cometidos durante los sucesivos gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia (1990-2010) y llamó a «reformas profundas» del modelo.

Reconoció que Chile «ha cambiado. Es un país mucho más activo, con mayor conciencia de sus derechos, cuyas personas están cansadas de los abusos de poder y de que sus necesidades no sean tomadas en cuenta». «Tiene hoy una ciudadanía más madura y empoderada», dijo.

Iván Fuentes, dirigente de los pescadores de Aysén y del movimiento social que a comienzos de 2012 provocó una rebelión en la Patagonia por demandas transversales, coincidió en que la sociedad chilena es hoy «más contestataria y quiere cambios profundos».

«Es una sociedad contestataria pero constructiva, por lo que se abre una buena oportunidad para hacer un trabajo como país, porque la gente quiere proponer ideas, ser escuchada, no quiere políticas dirigidas donde otros decidan por ella», añadió.

En entrevista con IPS, el líder sindical precisó que, pese a que el escenario será difícil, «la política tiene hoy la oportunidad de ponerse en la buena con la sociedad chilena».

En su primer discurso de campaña, Bachelet abordó la desigualdad social, la movilización de los estudiantes por una educación estatal, gratuita y de calidad, las demandas de las regiones, los derechos sexuales y reproductivos de hombres y mujeres y la inclusión de los indígenas, entre otros, y se comprometió a recoger las demandas sociales para configurar su programa de gobierno.

Una fuente cercana a la expresidenta reveló a IPS que un equipo de expertos ya elabora una propuesta de educación gratuita para sectores con cierta vulnerabilidad, que hasta ahora no se han visto beneficiados con algún subsidio estatal.

La idea, dicen, es la implementación de un programa progresivo, que encamine el rumbo hacia la gratuidad total en la educación.

Para el politólogo Guillermo Holzmann, uno de los mayores desafíos de Bachelet será desarrollar «el encanto y la capacidad de poder plantear un discurso atractivo para esos sectores» de la sociedad que no ven en ella a una persona que los represente. «Esa será una prioridad y un problema a resolver», comentó a IPS.

Holzmann recordó que el estreno del voto no obligatorio, en las elecciones municipales de octubre de 2012, afectó a todas las fuerzas políticas con una alta abstención. Solo concurrieron a las urnas alrededor de 42 por ciento de los 13,4 millones de habilitados para hacerlo en este país, con 16,5 millones de habitantes.

Para este experto, un elemento esencial en la campaña será la definición de líneas programáticas y quiénes conformarán su comando.

Lo cierto es que Bachelet, quien recoge en las encuestas más de 50 por ciento de las adhesiones necesarias para evitar una segunda vuelta presidencial, tuvo tiempo para preparar su regreso, el que se materializó con una impecable puesta en escena en la que no aparecieron ni en su discurso ni físicamente los desprestigiados dirigentes políticos de su sector sino solo el mundo social y comunal.

Es que la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) indica que 57 por ciento de los consultados no se sienten representados por ninguna coalición o partido político.

Para Holzmann, «lo que diga o haga Bachelet será clave en la unidad de la Concertación», que está conformada por los partidos Por la Democracia, Demócrata Cristiano, Socialista y Radical Social Demócrata, que pasa por una severa crisis interna.

Por lo pronto, la ahora precandidata confirmó que competirá en las elecciones primarias para elegir al candidato único de una nueva coalición opositora con una mayoría social y política mucho más amplia que la Concertación, donde participaría el Partido Comunista.

En las primarias, la exmandataria deberá competir con el diputado Claudio Orrego, candidato de la Democracia Cristiana, el independiente Andrés Velasco, quien fue su ministro de Hacienda, y a José Antonio Gómez, senador radical.

En caso de sortear con éxito esa instancia, Bachelet se enfrentará al candidato de la derechista Coalición por el Cambio, lugar por el cual competirán el exministro de Defensa, Andrés Allamand, de Renovación Nacional, y el extitular de Obras Públicas, Laurence Golborne, de la Unión Democrática Independiente.

También al candidato del Partido Progresista, el exsocialista Marco Enríquez-Ominami, quien en los comicios de 2009 alcanzó 20 por ciento de los votos.

Holzmann entiende que la exmandataria, además, deberá estar a tono con las expectativas respecto a su retorno, «principalmente en los grupos de la Concertación que ven en ella una alternativa real y ganadora en las elecciones presidenciales».

Bachelet ha mantenido una alta popularidad pese a su ausencia de tres años del país, luego de haber finalizado su gobierno con 80 por ciento de simpatía. Ahora, 53 por ciento de los consultados, según el CEP, creen que presidirá el país por los próximos cuatro años.

En su proclamación, realizada en la populosa comuna de El Bosque, Bachelet fue recibida con algarabía por sus adherentes. «La amo, la amo y ella también me ama, estoy feliz», gritaba una vecina que logró besar y cruzar un breve diálogo con la exmandataria.

El desafío entonces es mayor, porque si un eventual gobierno de Bachelet no logra las trasformaciones que la sociedad demanda, la Concertación no podrá contener al movimiento social, opinó Rojas.

«El movimiento social es ahora totalmente autónomo de las estructuras políticas y si no se producen cambios profundos, seguirá presionando para que estos ocurran», concluyó.

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