Cuando falta menos de una semana para las elecciones generales de Kenia, el ex viceministro de Información Koigi Wamwere cuestionó el planteo de varios sectores de acordar un gobierno con «poder compartido» entre las minorías étnicas por considerarlo un «concepto peligroso».
La gubernamental Comisión Nacional de Cohesión e Integración (NCIC, por sus siglas en inglés), encargada de atender conflictos interétnicos, así como sectores de la sociedad civil, llamaron a este país africano a adoptar una democracia negociada como forma de allanar las profundas diferencias entre las distintas comunidades.
El conflicto étnico, que siguió a las disputadas elecciones de diciembre de 2007, dejó más de 1.200 personas muertas y 600.000 desplazadas.
Wamwere advirtió que un gobierno compartido puede poner en riesgo a la joven democracia multipartidaria.
"Es una tontería imaginar que los keniatas no están listos para vivir en democracia. No es fácil de implementar, pero no tenemos que optar por atajos, sino seguir sus principios por el bien del país a largo plazo", señaló.
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Todos los ojos están puestos en Kenia para ver si el lunes 4 de marzo es capaz de evitar episodios violentos como los de 2007-2008.
Human Rights Watch (HRW), Amnistía Internacional y el Grupo Internacional de Crisis (ICG), entre otras organizaciones no gubernamentales, alertaron sobre la posibilidad de que las elecciones causen más divisiones étnicas si no se contienen las tensiones existentes.
Los enfrentamientos entre comunidades ocurridos en la etapa preelectoral causaron más de 477 muertes y 118.000 desplazamientos de los hogares desde comienzos de 2012, según datos de HRW.
El presidente de la NCIC, Mzalendo Kibunjia, cree que una democracia negociada mejorará la integración entre los 42 grupos étnicos de Kenia, pues terminaría con el actual modelo político en el que los "ganadores se quedan con todo y los perdedores con nada hasta los próximos comicios".
Sería un sistema compartido de modo equitativo entre varios grupos de interés y étnicos.
"Las tribus pequeñas se sienten continuamente abandonadas cuando las dominantes llegan al poder, y ese sentimiento de aislamiento se repite en estas elecciones", explicó Kibunjia a IPS.
Pero Wamwere pone paños fríos a esos planteos.
"Si la gente tiene claro quién quiere que la gobierne, esa persona puede proceder de una comunidad o de un grupo menor del país", arguyó Wamwere, autor de "Negative Ethnicity: From Bias to Genocide" (Etnicidad negativa: de la preferencia al genocidio), sobre cómo las rivalidades étnicas socaban la democracia en África.
El expresidente Daniel Arap Moi, cuyo régimen de 1978 de 2002 fue considerado dictatorial, abogó por un modelo político similar, insistiendo en que Kenia no estaba preparada para la democracia, arguyó Wamwere.
"Moi siguió diciendo que los keniatas no estaban listos para la democracia y la política multipartidaria", indicó. "Y así fue, en parte, cómo mantuvo el poder durante más de dos décadas", alertó.
Cédric Barnes, director de proyecto de ICG para el Cuerno de África, coincidió en que Kenia está pronto para la democracia en su sentido original y en que es poco probable que se repita una situación de violencia como la de 2007-2008.
"Si en 2007 Kenia hubiera tenido instituciones fuertes e independientes y un órgano electoral y judicial fuerte que hubiera infundido confianza y se habría disminuido el riesgo de protestas violentas por el resultado electoral", dijo Barnes a IPS.
La adopción de la Constitución en 2010 fortaleció al gobierno y los marcos institucionales.
Pero Cyprian Nyamwamu, director ejecutivo del Consejo Ejecutivo de la Convención Nacional, que aboga por buena gobernanza y reformas, dijo a IPS que la inclusión de las minorías era necesaria en el gobierno.
"La democracia negociada es una plataforma para terminar con las sospechas y desconfianzas entre grupos antagónicos", precisó Nyamwamu.
"La nueva Constitución trajo equilibrios políticos para promover una distribución mejor de los recursos y ahora necesitamos garantizar que todos los grupos étnicos se sienten a la mesa", añadió.
Según Rose Waruhiu, del Partido Democrático de Kenia y exintegrante de la Asamblea legislativa de África oriental, se trata de una idea práctica para este país.
"Cualquier partido que quiera dirigir a Kenia ahora debe llegar a todos los grupos del país. Todos quieren que los dirigentes lleguen a ellos de una forma especial y, como tal, una democracia negociada es un plus tanto para políticos como para votantes", dijo a IPS.
Varios actores creen que se necesitará más que negociar la forma de compartir cargos electivos para sanar al país y mejorar la cohesión étnica.
La Comisión de Reconciliación, Verdad y Justicia de Kenia, encargada de investigar injusticias pasadas y permitir la reconciliación, todavía debe presentar un informe tres años después de su creación.
Disputas por la conducción y problemas económicos complicaron el trabajo de la comisión, cuyo mandato abarca denuncias de violaciones de derechos humanos entre diciembre de 1963 y febrero de 2008. Lleva seis meses de retraso.
Se desconoce la fecha en que la comisión presentará su informe tras la negativa del parlamento de ampliar su mandato.