Que el mosquito transmisor del dengue necesita calor y agua limpia almacenada para reproducirse es ya parte del conocimiento popular. Pero ahora un estudio consiguió medir en Brasil la relación entre el aumento de lluvias y de temperatura con el riesgo de epidemia en esta ciudad.
La investigación de la Escuela Nacional de Salud Pública, dada a conocer en la revista "Cuadernos de Salud Pública", evaluó la relación entre variaciones climáticas y el riesgo de dengue.
Los resultados indicaron que, entre los años 2001 a 2009, el aumento de un grado en la temperatura mínima en un mes provocó un incremento de 45 por ciento de los casos de dengue en el mes siguiente en Río de Janeiro.
La elevación de 10 milímetros en la precipitación de lluvias también estuvo relacionada con la subida de seis por ciento de los casos de esta enfermedad viral aguda.
"La relación lluvia-calor y las enfermedades tropicales es parte del sentido común. En el estudio intentamos dar una explicación científica y una cuantificación teórica de esta relación", explicó a IPS Adriana Fagundes Gomes, una de las autoras del estudio realizado por la escuela de la privada Fundación Oswaldo Cruz.
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"La hipótesis fue comprobada de manera matemática", agregó Gomes, actualmente investigadora del sector de epidemiología del Instituto de Microbiologia Paulo de Góes de la pública Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
El análisis permitió deducir que el riesgo de dengue aumenta cuando la temperatura supera los 26 grados centígrados, ya que el transmisor de la enfermedad, el mosquito Aedes aegypti, se desarrolla mejor con mayor temperatura.
Asimismo, se observó un aumento del promedio de precipitación de lluvias de casi 1.000 milímetros entre los meses de diciembre y marzo en Río de Janeiro, lo que también contribuye a la proliferación de los mosquitos transmisores.
"Es importante destacar que lo que fue divulgado en la investigación ya es de conocimiento desde hace mucho tiempo: el mosquito necesita agua limpia y calor para reproducirse, y por eso el verano es el período de mayor incidencia de dengue", sostuvo a IPS el médico infectólogo Alberto Chebabo.
"El único dato nuevo del estudio fue medir cuánto aumenta el número de casos por cada grado Celsius (centígrado) o cada milímetro de lluvias durante los años epidémicos", agregó Chebabo, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas y Parasitarias, del Hospital Universitario Clementino Fraga Filho, de la UFRJ.
El estudio cruzó datos de notificaciones de casos de dengue de la Secretaría Municipal de Salud de Río de Janeiro, de temperatura del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, y de lluvias de la Secretaria Municipal de Obras Públicas.
Dadas las dificultades para desarrollar una vacuna contra el dengue, sus autores sostienen que el aumento de los conocimientos sobre el desarrollo del virus permitirá una mejor prevención.
"El establecimiento de un sistema de intervención precoz involucraría parámetros que puedan prevenir el riesgo de la enfermedad", dijo Gomes.
"Estudios sobre variables climáticas pueden mejorar el conocimiento y la previsión de epidemias estacionales, porque la relación vector y clima es tan importante como la interacción vector y ser humano", indica el estudio.
El principal descubrimiento para la investigadora es que en Río de Janeiro, la variable temperatura (principalmente la temperatura mínima) "tiene una relación más significativa con el número de casos de dengue que las precipitaciones".
El mosquito Aedes aegypti necesita agua limpia de lluvia o de riego- para colocar sus huevos. Pero las temperaturas elevadas "facilitan la eclosión de los huevos y reducen el tiempo de evolución de larva a mosquito adulto", explicó Chebabo.
"De esta manera, en el período de lluvias y calor, propios del verano (austral) de Río de Janeiro, el número de mosquitos aumenta, facilitando la transmisión de la enfermedad", complementó.
Un análisis de la última década indica que en la región sudeste de Brasil, donde está Río de Janeiro, el dengue prevalece entre los meses de diciembre a abril, exactamente la época más calurosa y lluviosa. Todas las epidemias de la enfermedad ocurrieron en ese período.
Por eso, para Chebabo las medidas tradicionales de prevención donde actúa "el vector humano", continúan siendo fundamentales para combatir el dengue.
"El combate al foco del mosquito a través de la eliminación de sus criaderos es la medida más efectiva para reducir la incidencia de la enfermedad", destacó.
Entre otras medidas, mencionó la necesidad de la participación conjunta del gobierno y de la población para reducir la acumulación de agua en macetas y recipientes descartables, como botellas de plástico. También para promover que se tapen los tanques de agua y haya una recolección adecuada de basura.
El Ministerio de Salud brasileño apunta a medidas en esa dirección en su campaña para el 2013 "Dengue es fácil de combatir, solo no se puede olvidar", lanzada al comenzar el año.
El objetivo es reforzar entre enero y mayo mensajes educativos que subrayen la necesidad de la movilización colectiva para prevenir y tratar la enfermedad a tiempo. En cada región del país se abordarán medidas específicas de acuerdo a las necesidades de cada municipio.
En su último boletín, del día 4, el Ministerio de Salud informó que durante 2012 se produjo una reducción de 64 por ciento de casos de dengue confirmados, en comparación con 2011.
La mortalidad por dengue también registró una caída de 49 por ciento entre los dos periodos. De enero hasta la primera semana de noviembre del año pasado las muertes fueron confirmadas fueron 247, mientras que en el mismo lapso de 2011 la cifra fue de 481.
Cifras de la Organización Mundial de la Salud estiman que unas 2.500 millones de personas viven en riesgo de contraer el dengue en zonas tropicales y subtropicales y que entre 60 y 100 millones contraen anualmente la enfermedad, que provoca entre 12 y 15.000 fallecimientos.