Cada vez que el Consejo de Seguridad, esporádicamente, o la Asamblea General, más frecuentemente, de la ONU fustigan a Israel, la reacción de ese país es altamente predecible: lanza un ataque militar contra los palestinos o anuncia la construcción de nuevos asentamientos.
Israel, tras haber causado una gran devastación en noviembre en la franja de Gaza, anunció que edificará 3.000 nuevas colonias en Jerusalén oriental y en Cisjordania en respuesta a la resolución adoptada la semana pasada por la Asamblea General que eleva el estatus de Palestina en la ONU (Organización de las Naciones Unidas) de "entidad observadora" a "estado observador no miembro".
Los asentamientos fueron condenados no solo por Estados Unidos, sino también por la Unión Europea (UE) y por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Israel lanzó su represalia contra la votación de la Asamblea General a pesar de que, paradójicamente, la calificó "carente de significado", como señaló un editorial de The New York Times.
El cambio de estatus obtuvo una abrumadora mayoría de 138 votos a favor, con 41 abstenciones y nueve en contra.
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Stephen Zunes, profesor de política y presidente del Departamento de Estudios sobre Medio Oriente en la Universidad de San Francisco, dijo a IPS: "Sí, hay una larga tradición de Israel de lanzar represalias contra los palestinos cuando una votación en la ONU no resulta como espera".
Siempre son los palestinos los que sufren, señaló Zunes, quien ha escrito extensamente sobre temas políticos de Medio Oriente.
Recordó una caricatura publicada en una revista de Estados Unidos en los años 70, que mostraba a refugiados palestinos acurrucados bajo una tienda mientras aviones de combate israelíes Phantom (luego reemplazados por los más sofisticados F-16) bombardeaban su campamento.
La atribulada familia señala: "Miren, Israel tuvo otro mal día en la ONU".
Estados Unidos e Israel votaron en contra de la resolución, acompañados por Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Palaos, Panamá, Canadá y Republica Checa.
En al menos otras cinco resoluciones adoptadas por dos comités de la ONU el mes pasado, Estados Unidos e Israel recibieron el respaldo solo de Canadá y de las mismas cuatro pequeñas naciones insulares del Pacífico, cuyo peso político en el foro mundial es insignificante.
La población combinada de esos cuatro estados miembros apenas asciende a 191.000 personas. En contraste, 138 países votaron a favor del cambio de estatus de Palestina, representando alrededor de 6.000 millones de habitantes.
Se espera similares patrones de votación con las resoluciones adoptadas por los dos comités cuando sean sometidas a la Asamblea General a fines de este mes.
Mouin Rabbani, colaborador del Middle East Report y miembro del Instituto para Estudios de Palestina, en Washington, dijo a IPS que el resultado de la votación en la Asamblea General sobre Palestina nunca estuvo en duda.
"Aquellos que se opusieron abiertamente pueden contarse con los dedos: Israel, Estados Unidos, que es más pro-Israel que Israel mismo, Canadá, que es más pro-Israel incluso que Estados Unidos, y las islas del Pacífico", indicó.
Rabbani ironizó que probablemente se trate de los últimos votos de esos pequeños estados insulares en la ONU, "ya que serán recompensados por sus esfuerzos con más emisiones de dióxido de carbono de América del Norte y con el consiguiente aumento del nivel del mar", que terminará por hacerlos desaparecer.
El experto sostuvo que la verdadera duda era si la resolución tendrá efectos concretos. El nuevo escenario internacional es alentador en ese sentido, indicó.
Francia lidera un muy respetable grupo de países de la UE que votaron a favor. Alemania ya no es el clásico país obstruccionista del pasado, y esta vez se abstuvo, al igual que Australia.
De particular interés fue la postura de Gran Bretaña, señaló Rabbani.
Los británicos exigieron a cambio de su voto "que los palestinos regresaran sin condiciones al proceso de paz, que en realidad no existe, y que se comprometieran a no acusar a Israel ante la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra". Pero "no obtuvieron ninguna de las cosas, y entonces se abstuvieron", indicó.
En el Congreso de Estados Unidos ya hay amenazas de cortar el financiamiento a todos los organismos de la ONU que acepten a Palestina como miembro, como ocurrió el año pasado con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
"La verdadera cuestión es lo que sigue ahora", dijo Rabbani a IPS.
Palestina, reconocida como "estado", podría adherirse al Estatuto de Roma y pasar a ser miembro de la Corte Penal Internacional (CPI), con la posibilidad de presentar denuncias contra Israel por crímenes de guerra.
Cualquiera familiarizado con la posición de los gobiernos de Occidente sabe que lo que más les preocupa no es la ONU ni la Asamblea General, sino la CPI, indicó.
"Desesperadamente intentan evitar tener que elegir entre la impunidad de Israel o apoyar a la CPI", agregó.
Las potencias occidentales no han tenido problemas con la CPI porque la hasta el momento solo busca a criminales de guerra africanos, dijo Rabbani, también asesor político de la Red Política Palestina (Al- Shabaka).
"Están mortificados por la posibilidad de que esto cambie. No solo deben afrontar esa disyuntiva, sino que además se ven forzados a hacerlo públicamente. Necesitamos un tribunal real, y la prueba decisiva es que tenga voluntad para juzgar a criminales de guerra israelíes", afirmó.