Un programa que arrancó en Buenos Aires hace apenas tres años para fomentar el uso de la bicicleta, cosecha frutos: en la capital argentina se multiplicó por cinco el uso de las dos ruedas a tracción humana.
«Buenos Aires, mejor en bici» fue el nombre del proyecto que nació en 2009 en la Dirección de Movilidad Saludable de la Subsecretaría de Transporte de la capital argentina, con el fin de extender los espacios protegidos para la circulación de ciclistas.
«Cuando empezamos con la idea de hacer de la bicicleta un medio de transporte, solo 0,4 por ciento de los viajes se hacían en ese medio. Ahora estamos en dos por ciento», dijo a IPS la directora de Movilidad Saludable, Paula Bisiau.
Para lograr ese desarrollo, se trabajó en tres ámbitos: el tendido de una red de ciclovías, o carriles exclusivos, la creación de un sistema de transporte público y gratuito de bicicletas, y una difusión fuerte en áreas públicas y privadas.
«Buenos Aires tiene topografía plana; el clima, salvo lluvias excepcionales, es templado, y hay muchos estudiantes y deportistas
era una ciudad que podía ser muy amigable para los ciclistas», explicó la funcionaria.
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Con esa idea, el gobierno del centroderechista Mauricio Macri realizó una encuesta en la que 61 por ciento de los consultados se dijeron dispuestos a usar la bicicleta como medio de transporte, siempre que se ofrecieran vías seguras.
Ya se construyeron 95 kilómetros de ciclovías de doble mano en la parte izquierda de la calzada, en calles o avenidas sin circulación de autobuses, y delimitadas con un cordón de hormigón amarillo.
Más tarde se puso en marcha el servicio público de bicicletas, con tres estaciones para 50 unidades. Cualquier usuario puede tomar una bicicleta prestada por una hora luego de dejar sus datos de identificación y domicilio.
Hoy hay 28 estaciones, 1.000 bicicletas y 60.000 usuarios registrados, que usan el servicio principalmente para ir a trabajar o a estudiar, según mediciones de la Dirección de Movilidad.
Con la mayor afluencia, se incorporaron semáforos para ciclistas, con el fin de hacer más seguro el tránsito, y sendas verdes especiales para el cruce de bicicletas junto a la senda peatonal.
El programa prevé llegar a fines de 2013 con 100 estaciones, 2.000 bicicletas de uso gratuito y 130 kilómetros de ciclovías.
Para financiar este nuevo medio de transporte, el estatal Banco Ciudad lanzó una línea de créditos blandos para bicicletas, con cuotas fijas y plazos de hasta cuatro años de pago.
Bisiau explicó que, además de la infraestructura, se trabaja en la promoción de lo que constituye «un cambio cultural» que incluye, por ejemplo, el trabajo con estudiantes de la estatal Universidad de Buenos Aires.
En una cátedra de la carrera de diseño industrial se trabajó en un modelo de bicicleta para transportar mercadería. Y los estudiantes de la carrera de diseño de indumentaria idearon propuestas de prendas para ciclistas.
La Dirección brinda charlas en escuelas, da cursos a taxistas sobre este nuevo actor del tránsito y sumó un capítulo (sobre ciclistas) a las reglas que deben dominar quienes quieren obtener la licencia para conducir vehículos automotores.
Para visibilizar el programa, también se instalan guarderías para bicicletas en acontecimientos públicos y privados que convocan a muchas personas en la ciudad, como conciertos o conferencias al aire libre, y se busca comprometer a empresas.
Se firmaron ya 130 convenios con firmas interesadas en fomentar el uso de la bicicleta entre sus empleados. Las empresas se comprometen a brindar un sitio de estacionamiento, bicicletas propias y, en algunos casos, duchas.
Para Andrés Fingeret, coordinador del no gubernamental Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP, por sus siglas en inglés),, el plan de Buenos Aires logró que la bicicleta dejara de ser mero esparcimiento de fin de semana.
«Hoy existe una verdadera comunidad de ciclistas que utilizan la bicicleta como la primera opción de transporte. Y hay inclusive clubes de ciclistas que se juntan o que hacen bicicleteadas», comentó a IPS.
En su opinión, cuando el ciclista ve que tiene un circuito seguro para circular, o que tiene un sistema de prueba para ver cómo le resulta el transporte gratuito, enseguida la demanda crece.
En este punto, el titular de la filial argentina del ITDP recomendó avanzar hacia «una mayor integración» entre las bicicletas y el resto del sistema de transporte, para facilitar aún más su uso.
Por ejemplo, mejorar los vagones de trenes que permiten subir con bicicletas, hacer rampas en estaciones de tren que tienen escaleras o fomentar la apertura de nuevos locales que brinden servicios y accesorios a los ciclistas.
Buenos Aires no es ajena así a una tendencia mundial de avance del transporte sostenible y no contaminante, con claros exponentes latinoamericanos, como Ciudad de México o Río de Janeiro.
Fingeret coincidió en que hay también un cambio cultural. «Históricamente, el que usaba la bicicleta como medio de transporte era tan pobre que no podía acceder ni siquiera a una moto. Hoy la bicicleta se jerarquizó y hay un amplio sector, sobre todo de menores de 40 años, que la eligen», destacó.