Renato Grbic es un pescador de Belgrado que creció a orillas del Danubio, pero realiza un trabajo adicional por el que nadie le paga: salva vidas. En los últimos 14 años impidió que se suicidaran 25 personas que estaban por saltar al río desde el puente de Pancevo.
"Cuando les pregunto por qué (quieren poner fin a sus vidas), dicen o bien estar deprimidos o bien que ya no pueden más. Los tiempos que corren son realmente duros para la gente", dijo a IPS este hombre de 50 años.
La ministra de Salud, Slavica Djukic Dejanovic, se hizo eco de las palabras de Grbic al señalar que, "para 2020, la depresión será la segunda principal causa del ausentismo laboral".
"La cantidad actual de psicoterapeutas y psiquiatras no alcanza para abordar el problema, y estamos haciendo un esfuerzo para mejorar la situación pronto", agregó en su discurso inaugural en un congreso de expertos en salud mental en Belgrado.
Según estadísticas del Ministerio de Salud, esta nación de Europa oriental con 7,4 millones de habitantes tiene apenas 350 psicoterapeutas y 900 psiquiatras certificados.
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La Asociación de Sociedades de Psicoterapia de Serbia sitúa la necesidad de psicoterapeutas en entre 6.000 y 8.000. Unos 1.500 especialistas se capacitan actualmente, y pronto estarán calificados para ingresar al sistema.
"Aproximadamente un tercio de la población ha experimentado desórdenes mentales debido a la actual crisis económica, que se ha cobrado víctimas bajo la forma del desempleo y de una creciente pobreza", dijo a los periodistas Nadja Maric Bojovic, directora de la Clínica de Psiquiatría de Belgrado.
El problema se ha vuelto más complejo a raíz de los traumas que se arrastran desde las guerras que devastaron la región en los años 90, aparejados con los recuerdos del bombardeo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de 1999 contra Serbia. Y también las prolongadas penurias derivadas del estancamiento económico experimentado durante un periodo de sanciones internacionales (1992- 2000).
"Las estadísticas europeas sitúan la proporción de desórdenes mentales en 27 por ciento en 27 países miembros de la Unión Europea, con problemas como ansiedad, insomnio y depresión en la cima de la lista", agregó Bojovic.
En coincidencia con datos ampliamente aceptados por otros expertos en el área, señaló que una de cada 10 personas con problemas de salud mental busca ayuda profesional.
"Una gran cantidad de personas tienen problemas mentales, pero no saben cómo solucionarlos", dijo a IPS el director de la Asociación de Sociedades de Psicoterapia de Serbia, Zoran Milivojevic.
En ausencia de servicios profesionales adecuados, "toman tranquilizantes", lo que conduce a un "gran abuso de estas sustancias", planteó.
Estadísticas del Ministerio de Salud sugieren que el tranquilizante bromazepam (conocido en Serbia como Bensedine) fue el fármaco que en 2011 se prescribió con más frecuencia en el país. Los médicos recetaron 4,3 millones de paquetes del producto, y tres millones se vendieron en el mercado negro ese mismo año, pese a una ley que lo prohíbe desde 2002.
El sedante lorazepam fue el quinto medicamento más prescripto en 2011, vendiéndose legalmente 1,6 millones de paquetes.
"Piensan que simplemente es más fácil tomar un fármaco que intentar resolver los problemas con visitas a terapeutas", dijo a IPS el psicólogo Nebojsa Jovanovic. "Eso exige (un mayor) involucramiento personal".
Las instituciones serbias no tienen suficientes datos sobre problemas de salud mental, a excepción de estadísticas precisas sobre autoeliminaciones. En este aspecto, Serbia se ubica en el puesto número 13 en el mundo, con 14 suicidios por cada 100.000 personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si se traduce esto a estadísticas anuales, significa que en 2011 hubo 1.400 suicidios en Serbia, casi cuatro por día.
Pero el único centro especializado para la prevención de suicidios – una línea telefónica de emergencia que opera desde Belgrado- dejó de existir en septiembre, debido a la falta de financiamiento.
"Entre febrero de 2011 y septiembre de este año tuvimos más de 2.300 llamadas", dijo a IPS la psicóloga Branka Kordic, quien estuvo a cargo del proyecto.
"No tenemos estadísticas de cuántos suicidios previnimos, pero la mayoría de quienes llamaron fueron hombres de unos 50 años que habían perdido sus trabajos, a quienes yo llamaría las mayores víctimas de la transición, que perdieron la autoestima, el apoyo familiar y el medio básico de existencia", expresó.
Desde 2000, Serbia ha hecho una dolorosa transición hacia la economía de mercado, que acompañada por la última crisis mundial llevó a un desempleo récord de 25,5 por ciento.
Las penurias económicas y los esfuerzos personales han sido excesivamente prolongados y "demasiado para muchos", dijo Jovanovic a IPS.