Activistas de Nepal coinciden en que una de las razones por las cuales este país asiático no logrará la igualdad de género, uno de los Objetivos de Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas para el Milenio (ODM), es la vigencia del matrimonio precoz.
La legislación nepalesa fija en 20 años la edad mínima para el matrimonio en ambos sexos, pero datos del Ministerio de Salud y de Población muestran que por lo menos 23 por ciento de las nepalesas se casan entre los 15 y los 19 años.
"Es necesario detener el matrimonio precoz porque no solo afecta la educación de las jóvenes, sino también su salud", dijo a IPS el especialista en educación Sumon Tuladhar, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El segundo de los ODM promueve la educación primaria universal, y el tercero apunta a lograr la equidad de género y empoderar a las mujeres. Los casamientos tempranos también atentan contra el cuarto, que se propone reducir la mortalidad infantil, y el quinto, dirigido a mejorar la salud materna.
"Debemos ejercer una fuerte presión contra el matrimonio precoz, pero nos lo impide el deficiente sistema para controlar el respeto de las leyes vigentes", dijo a IPS la subdirectora general del Departamento de Educación, Dibya Dawadi.
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De todas formas, organizaciones no gubernamentales señalan la inutilidad de las leyes para ir al fondo del problema.
"Poner en prisión a una madre no sirve de nada, pues es muy posible que tenga otros hijos pequeños y nadie que los proteja y los alimente", dijo a IPS la especialista Helen Sherpa, de la organización internacional World Education.
Los activistas creen que hay que atacar la raíz del fenómeno: las dificultades económicas. Las hijas suponen una ayuda valiosa en el hogar y en la granja en zonas rurales.
"Nuestro mayor desafío es la actitud de la familia hacia la educación de las niñas", precisó Dawadi.
Muchas familias del campo entregan en matrimonio a sus hijas de entre 11 y 13 años porque cuanto más grandes, más alta es la dote pedida por el novio.
A Kemala Chepang la casaron a los 13 años porque sus padres no podían pagar la educación de todos sus hijos.
"Veo a mis hermanos pequeños en la escuela y me pone contenta", dijo Kamala a IPS, en la aislada aldea de Shaktitkhor, en el distrito de Chitwan, a 300 kilómetros al sudoeste de Katmandú.
Miles de niñas como Kamala, en especial de las comunidades más marginadas como Chepang, no pueden continuar sus estudios por la pobreza, las barreras sociales y la falta de escuelas en zonas rurales de difícil acceso.
La costumbre de mandar a las niñas casadas a la casa de los maridos cambió. La mayoría se quedan ahora con su madre hasta cumplir los 16 años, pero su vida se transforma drásticamente después del matrimonio y difícilmente vuelvan a la escuela.
"Después de casarse, es raro que vuelvan a la escuela, y si lo hacen, su rendimiento es muy bajo", señaló Tuladhar, de Unicef. "El matrimonio precoz perjudica la confianza en sí mismas", apuntó.
Según Unicef, 51 por ciento de los nepaleses contrajeron matrimonio siendo menores. La encuesta de demografía y salud realizada en este país en 2006 muestra que 60 por ciento de las mujeres de entre 20 y 49 años ya estaban casadas cuando cumplieron 18.
Nepal no tiene buenos índices en materia de género. En 2011, este país ocupó el lugar 126 de los 135 del índice global de disparidad de géneros, del Foro Económico Mundial.
"El matrimonio precoz cambia las opciones de vida de una niña porque sus padres ya no quieren invertir en la propiedad de otro", explicó Kaman Singh Chepang, activista de la Asociación Chepang de Nepal.
La extrema pobreza y la falta de iniciativas estatales para favorecer la escolarización femenina, entre otros factores mencionados por Chepang, explican la situación de las niñas en Nepal, donde más de la mitad de los 30 millones de habitantes sobreviven con menos de 1,25 dólares al día.
Chepang cree que para erradicar el matrimonio precoz se necesita una estrecha coordinación entre distintos sectores estatales, así como priorizar la escolarización básica. "Pero el gobierno no está preparado", indicó.
En las aldeas aisladas, las niñas deben caminar horas para llegar a la escuela, y para cuando regresan a su casa están tan agotadas que no pueden hacer los deberes. Entonces abandonan y ayudan a sus padres mientras esperan ser entregadas en matrimonio.
El matrimonio precoz no solo priva a las niñas de educación, sino que las deja vulnerables al ciclo de discriminación, violencia doméstica y abuso.
Obligadas a tener hijos cuando apenas llegaron a la pubertad supone un riesgo para ellas y sus bebés, subrayan activistas.
"El matrimonio precoz es una negación extrema de los derechos de los niños. Muchas niñas también sufren abusos en el matrimonio, pues las casan con muchachos mayores", indicó Sherpa, de World Education.