«La palma es un medio de supervivencia», explica la mauritana Tahya Mint Mohammad, agricultora y madre de tres hijos. «Comemos sus dátiles, hacemos alfombras, camas y sillas; las hojas también se usan para hacer canastas y alimentar el ganado», detalla.
Mohammad, de 44 años, es la presidenta para las dos regiones de Hod, en el sur de Mauritania, de las Asociaciones Participativas de Gestión de Oasis (AGPOs, por sus siglas en inglés), un cargo inusual para una mujer en una actividad tradicionalmente masculina.
Tras la consulta de IPS, Mohammad se ofrece encantada a mostrar su plantación de palma datilera, con mucha actividad en esta época de recolección, que va de junio al mes en curso.
"La plantación es mi inversión más preciada. La mantengo cuidada y la riego con mi shaduf", dice, refiriéndose al sistema tradicional de irrigación con un balde y un contrapeso que saca el agua de un pozo.
La producción depende de las lluvias y de lograr combatir langostas, aves y otros animales. Ella estima que la cosecha de este año será de entre 500 y 1.000 kilogramos de dátiles.
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Mauritania tiene unas 10.000 hectáreas de palma datilera, que incluyen plantas maduras y productivas, y también árboles jóvenes que no han dado frutos aún, así como palmas macho, principalmente para polinización, indicó Mohammad Uld Ahmed Banane, supervisor del Programa de Desarrollo Sostenible de Oasis (PDDO, por sus siglas en inglés), que cuenta con ayuda del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD, por sus siglas en inglés).
Banane dijo que casi 20.000 personas en todo el país dependen de los dátiles para vivir en cinco regiones de oasis: Adrar, en el norte, Tagant, en el centro, y Assaba, Hod oriental y Hod occidental en el sur.
Según estimó Banane, este país produce unas 60.000 toneladas de dátiles al año, a las que hay que sumar las importadas, unas 1.000 toneladas de Argelia y 500 de Túnez.
Alrededor de 60 por ciento de los dátiles se comen entre junio y agosto, durante Guetna, nombre árabe con que se conoce la época de cosecha. El resto se seca para consumir durante el año.
El nutricionista Mohammad Baro señaló que se trata de una fruta rica en micronutrientes como hierro y calcio, y una excelente fuente de energía.
Hademine Uld Saleck, imán de la principal mezquita de Nuakchot, dijo que hay una baraka, bendición en árabe, sobre los dátiles, y explicó que suele ser el primer alimento en ingerirse para romper el ayuno de Ramadán, en especial en los países productores.
Pero los oasis de Mauritania acusaron el golpe de la sequía, sufrieron sedimentación, falta de agua y disminución de la fertilidad del suelo, remarcó Banane, supervisor del PDDO.
"En Adrar, la producción datilera fue claramente menor este año por cuestiones climáticas, como la falta de lluvias, el polvo y el viento que retrasaron la cosecha", indicó Sid Ahmed Uld Hmoymed, alcalde de Atar, la principal ciudad de esa región.
El experimentado agricultor Mohammad Uld Haj ofreció un lúgubre panorama de la situación. "Este año no tuvimos nada, ni dátiles ni trigo ni cebada ni verduras, ni siquiera sandía por culpa de la sequía".
Pero Cheij Uld Mustafa, coordinador del PDDO en Adrar, dijo a IPS que si bien fue un año difícil, los ingresos de Uld Haj ascenderán este año a entre 2.500 y 3.000 dólares.
Además de la sequía, la actividad turística en los oasis decae desde 2007, cuando seis franceses fueron asesinados por una facción de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).
El gobierno creó el PDDO en 2002 para preservar el frágil pero valioso ecosistema y contener el éxodo rural que comenzaba a cobrar fuerzas.
IFAD contribuyó con unos 37 millones de dólares, según Aliun Demba, jefe de cooperación internacional del Ministerio de Desarrollo Rural.
"El programa se concentró en organizar a los agricultores en torno a los oasis a fin de contribuir a la emergencia de una sociedad civil capaz de sostener a las AGPOs y hacer inversiones colectivas", dijo Banane a IPS.
El proyecto requiere que las AGPOs gestionen las iniciativas financiadas por PDDO y que haya una contribución de los propios agricultores. Los pequeños cultivadores eligen a los representantes de las asociaciones, fijan sus propias prioridades y controlan los ingresos.
Varias AGPOs ya recibieron fondos de la PDDO, entre 46.000 y 92.000 dólares.
Para mostrar técnicas sostenibles de gestión de tierras, PDDO también creó un pequeño terreno-escuela, de unos 10 por 10 metros, y una plantación con árboles frutales y verduras intercaladas con palmas datileras.
"Esto crea tres niveles de protección contra la erosión del suelo y permite una buena conservación, así como una irrigación eficiente y la diversificación de los ingresos de los agricultores", indicó Banane.
En Adrar, donde se encuentra casi la mitad de las plantaciones de palmas, los pequeños cultivadores se mostraron renuentes a aplicar técnicas modernas, indicó Mustafa, coordinador del PDDO en esa región.
Las recomendaciones que les hacen incluyen plantaciones bien espaciadas, polinización, irrigación por goteo o cañería y el uso de fertilizantes orgánicos. En Adrar, los agricultores con más recursos recurren en la energía solar para extraer agua para ambos sistemas de regadío.
En términos de mercadeo, el PDDO ayudó en esa región a crear un grupo para que trabajando juntos sea más rentable el transporte de dátiles a Nuakchot, dijo Mustafa a IPS.
La palma datilera y el camello, dos pilares de su economía, están muy bien adaptados al clima del Sahara y del Sahel y siguen siendo valores importantes, subrayó.