La idea de un ataque unilateral contra Irán, promovida por el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y su ministro de Defensa, Ehud Barak, habría sido derrotada definitivamente por la oposición interna.
Así lo entienden observadores, considerando las últimas declaraciones de prominentes líderes israelíes, entre ellos el presidente Shimon Peres.
Netanyahu y Barak estarían quedando aislados en su campaña por una acción bélica unilateral.
El jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa Israelíes, Benny Gantz, y Tamir Pardo, jefe del Mossad, la agencia de inteligencia israelí, se oponen a un ataque contra Irán.
Tanto Gantz como Pardo han sido claros en entrevistas con la prensa en que no comparten la evaluación de Netanyahu y de Barak sobre la inmediatez de una amenaza iraní o sobre la utilidad de un ataque contra instalaciones nucleares de Teherán.
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Es ya de por sí inusual que se difunda una discrepancia dentro del gobierno israelí, y llama aún más la atención considerando que ambos funcionarios fueron designados por la actual administración.
Pero además de Gantz y Pardo, el periodista israelí Nahum Barnea señaló que hay otros líderes castrenses opuestos al ataque a Irán, entre ellos el jefe de la Fuerza Aérea, Amir Eshel, el jefe de inteligencia militar, Aviv Kochavi, y el director del Servicio de Seguridad General (Shin Bet), Yoram Cohen.
Esto revela un consenso dentro de los altos mandos de inteligencia y de defensa.
Desacuerdo público
Pero fueron especialmente las declaraciones de Peres y de Uri Saguy, exdirector de inteligencia militar, las que dejaron en evidencia el aislamiento de Netanyahu y Barak en este tema.
"Ahora está claro para nosotros que no podemos ir solos (a atacar a Irán). Podemos contrarrestar (el progreso iraní en el campo nuclear), y por lo tanto es claro para nosotros que tenemos que trabajar junto a Estados Unidos", dijo Peres al Canal 2 de Israel.
"Irán es una amenaza global, tanto para Estados Unidos como para Israel", dijo, añadiendo que estaba convencido de que Washington tomaría las acciones necesarias.
Las declaraciones de Peres fueron interpretadas como una crítica a la presión de Netanyahu y de Barak al presidente estadounidense Barack Obama para atacar a Irán, así como a la supuesta estrategia del primer ministro israelí de apoyar al casi seguro candidato del opositor Partido Republicano para las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, Mitt Romney.
También hay especulaciones de que Peres teme que la actitud de Netanyahu y Barak dañe la histórica "relación especial" con Washington.
Si bien los israelíes valoran su libertad para actuar por sí solos, también reconocen la necesidad del apoyo de Estados Unidos, la única potencia que ha respaldado constantemente sus acciones y políticas a nivel internacional.
La idea de que el gobierno de Netanyahu interfiera directamente en la política de Estados Unidos es extremadamente impopular en Israel.
Pérdida de credibilidad
Por su parte, Saguy puso en duda la capacidad de Netanyahu y de Barak para liderar el país.
"Saguy no confía (en Netanyahu) porque no lo ha visto adoptar una sola decisión importante. Y no confía en Barak porque sí ha visto los resultados de muchas de las decisiones importantes que él ha tomado como jefe de Estado Mayor, como primer ministro y como ministro de Defensa", escribió un periodista en el diario Haaretz.
Todo esto sugiere que, si Netanyahu y Barak insisten en atacar a Irán, se desatará una fuerte resistencia interna en el gobierno israelí.
Netanyahu criticó duramente a Peres por haber "sobrepasado" su papel de presidente, que en Israel es prácticamente protocolar.
Esta dura respuesta y la incesante campaña de Netanyahu para convencer a importantes dirigentes políticos israelíes, como el rabino Ovadia Yosef, líder espiritual del partido Shas, parecen indicar que el primer ministro no cejará en sus esfuerzos por atacar instalaciones iraníes.
Se cree que al menos parte de la táctica de Israel de hacer sonar tambores de guerra tiene el objetivo de presionar al gobierno de Obama para que frene el programa de desarrollo atómico iraní.
Netanyahu probablemente cree que, si no deja en claro que está realmente dispuesto a lanzar un ataque unilateral, Washington mostraría aún menos urgencia en frenar a Teherán.
Desafíos para Obama
La posición de Obama sobre Irán ha sido siempre la misma: redoblar la diplomacia y adoptar sanciones para que Irán acepte una supervisión de su programa nuclear con el fin de asegurar que no sea utilizado con fines bélicos.
Obama también ha señalado que todas las opciones, incluyendo la militar, siguen abiertas para impedir que Irán fabrique armas atómicas.
Un ataque israelí pondría a Obama en una situación muy difícil. Si no apoyara la guerra, sería duramente criticado por los partidarios de Israel en su país. Pero, si lo hiciera, directa o indirectamente, podría ser responsabilizado por el consecuente aumento en los precios del petróleo en el mercado internacional.
Si Israel deja de amenazar a Irán, al menos por el momento, Obama podrá continuar con su estrategia y tendrá un razonable nivel de confianza en que este tema no afectará sus posibilidades de reelección en noviembre.