Las playas de Uruguay sobre el océano Atlántico y el Río de La Plata atestiguan en este invierno austral un récord histórico de tortugas marinas varadas, afectadas de choque térmico e hipotermia.
Especialistas todavía investigan las causas, mientras conjeturan que un cambio brusco en la temperatura del mar puede haber impedido a las tortugas verdes (Chelonia mydas) migrar hacia aguas más cálidas.
Un centenar de ejemplares, hallados hasta el cierre de esta edición en playas de la costa sur y oriental, fueron trasladados a centros de rescate marino.
La tortuga verde, en peligro de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), elige las costas uruguayas para crecer y desarrollarse y migra en invierno hacia Brasil en búsqueda de un ambiente más cálido.
Es común verlas en las puntas rocosas de los departamentos de Rocha y Maldonado, con costas oceánicas, aunque también se las puede encontrar en playas del Río de la Plata, un amplio estuario que desemboca en el mar. Los ejemplares adultos pueden medir un metro y medio de largo y pesar hasta 500 kilogramos.
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Pero las que visitan las costas de este país sudamericano son juveniles y miden unos 40 centímetros de largo.
"Ya se habían registrado varamientos a causa de los fríos invernales, pero el promedio era de 10 tortugas verdes en todo el invierno", explicó a Tierramérica el especialista del centro de tortugas marinas Karumbé, Andrés Estrades. "Nunca habíamos llegado a esta cantidad, y eso que recién empieza el frío".
Karumbé (que significa tortuga en lengua guaraní) nació en 1999 como iniciativa de un grupo de jóvenes investigadores, estudiantes, biólogos y veterinarios, con el fin de conservar los recursos marinos de Uruguay y estudiar en especial el orden de los quelonios.
Un centro de rehabilitación de Karumbé para estos animales y un pequeño museo se ubican en el predio del zoológico de Villa Dolores, en Montevideo.
Allí han llegado unas 32 tortugas rescatadas, jóvenes de entre dos y 12 años y con pesos de entre cuatro y 15 kilogramos, explicó Estrades. Un equipo de voluntarios de Karumbé trabaja arduamente para diagnosticar su estado y recuperarlas.
El resto del centenar de animales se distribuyeron en centros similares de Rocha y Maldonado y unas 20 aparecieron muertas.
Según Karumbé, en Uruguay se registra un promedio anual de 120 varamientos de tortugas. La mitad ingirieron objetos plásticos, 15 por ciento se enredaron en basura y redes pesqueras, otro 15 por ciento presentaron choque térmico, y el resto distintas enfermedades.
Una campaña informativa a través de Facebook explica al público cómo actuar si se encuentra una tortuga en la playa. La recomendación principal es no devolver los animales al mar, darles calor con mantas o agua tibia y comunicarse con los especialistas.
El lunes 16 habían aparecido 50 ejemplares en tres días. En Karumbé, dos estudiantes extranjeras trabajaban en forma voluntaria junto a la veterinaria Virginia Ferrando.
Las piscinas y tanques no alcanzaban para colocar a los animales y los calentadores también eran insuficientes para mantener la temperatura del agua. Los visitantes del zoológico, muchos en la segunda semana de vacaciones escolares, se encontraron con la sorpresa de un centro de rehabilitación en plena acción y repleto de animales.
Una pareja concurrió con dos tortugas rescatadas, a las que había cuidado siguiendo las instrucciones de Karumbé, pero no pudieron evitar que una llegara muerta.
Una vez en el centro, los técnicos voluntarios colocan el animal en una piscina de agua tibia y luego proceden al diagnóstico.
"Algunas ya están bastante bien y con un poco de suero y calor se pueden recuperar", dijo Ferrando a Tierramérica. Se investiga también si habían contraído alguna enfermedad antes de quedar varadas.
"La mayoría presentan condiciones corporales muy buenas. Tenemos 32 en el centro y la mitad están flotando, lo que indica que tienen otro problema, neumonía, infección viral o el intestino con plástico. Estamos evaluando eso, que va a requerir más trabajo", dijo Estrades.
Los animales deberán permanecer en Karumbé hasta la primavera, cuando haya condiciones ambientales para liberarlas al mar.
"Cada tortuga que liberamos es un evento. Queremos conseguir algunos aparatos de seguimiento satelital para monitorear si estamos haciendo bien las cosas", agregó.
Karumbé, que integra la directiva de la Sociedad Internacional de Tortugas Marinas, participa de un estudio de tesis doctoral en convenio con la Universidade Federal do Rio Grande do Sul. El brasileño Gustavo Martínez investiga la permanencia anual y estacionalidad de las tortugas marinas en costas uruguayas y sus movimientos hacia Brasil.
"Muchas migran, pero otras se quedan", describió Estrades.
Una hipótesis de lo ocurrido es que los ejemplares que se habían internado más en el Río de la Plata no lograron regresar a tiempo al océano y, "al bajar la temperatura del agua rápidamente, entraron en shock térmico", dijo.
De momento hay 10 grados centígrados en el agua de mar; "no es un récord de temperatura mínima, pero está debajo del promedio" esperable, de 12 grados. Según Estrades, esa diferencia puede ser fatal para ciertos animales.
"Estamos viendo las tendencias de máximas y mínimas que se están modificando, posiblemente por el cambio climático. Tuvimos un otoño bastante cálido, y repentinamente llegó el invierno. Eso puede haber desorientado a las tortugas", opinó.
Hay "una especie de tropicalización de la costa uruguaya: cada vez el agua está más caliente y hay animales raros" para esta región. Por ejemplo, la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), de cuya presencia en mares de este país no había registros.
La carey sí habita aguas brasileñas más calientes, pero en 2007 apareció un ejemplar, y otros tantos en años siguientes. En 2011 se hallaron seis, "todas muy débiles y llenas de plástico", relató.
* Este artículo fue publicado originalmente el 21 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.