«La erradicación del hambre no es una utopía, sino una meta perfectamente posible», y para eso se debe potenciar la agricultura familiar, sin olvidar a los sectores más vulnerables como las poblaciones indígenas y las mujeres, según el economista argentino Raúl Benítez.
El mercado «no debe ser el único regulador del precio de los alimentos», sentenció Benítez en entrevista otorgada a IPS dos semanas después de haber asumido como director para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Por eso el Estado debe tener una presencia efectiva, para poder «corregir las distorsiones o los problemas de inclusión que el mercado genera», añadió, teniendo en cuenta las incertidumbres generadas por la crisis económico-financiera global con epicentro en Europa.
IPS: ¿Qué se debe hacer para que la inflación de los alimentos, empujada por el incremento de los precios internacionales, no mine la economía de los países de la región y echen por tierra los avances logrados?
RAÚL BENÍTEZ: Hemos observado en los últimos meses una disminución del precio de los productos de la canasta alimenticia.
Cuando uno analiza las cadenas de producción se da cuenta que no necesariamente una merma en los precios primarios va a repercutir en una caída de los precios en las góndolas (estanterías del comercio minorista), y viceversa.
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Entonces, en lo que tenemos que trabajar todos los países de la región es en hacer más eficiente esta cadena, de manera tal que los productores puedan recibir mejores precios y el consumidor pagar menos.
IPS: ¿Cree que el mercado es o debe ser el único regulador del precio de los alimentos?
RB: Definitivamente no. El mercado es una herramienta que tiene la economía, y creo que es válido apoyarnos en esta herramienta que es muy fuerte, poderosa y útil.
Ahora, lo que no tenemos que esperar es que nos resuelva todos los problemas. Lo que sí demanda es que el mercado esté acompañado por una fuerte acción del Estado que nos permita corregir las distorsiones o los problemas de inclusión que el mismo mercado genera.
Es una falsa antinomia decir Estado o mercado. Creo es compatible, perfectamente, una economía de mercado, pero con un Estado fuerte resolviendo las asimetrías que produce el mercado o resolviendo las fallas que existen, con políticas inclusivas.
IPS: ¿Cómo evalúa la iniciativa América Latina Sin Hambre?
RB: Es un tema muy fuerte que nos marca como una región distintiva, y que no solamente involucra a los poderes ejecutivos, sino también a los parlamentos.
Está claro que nos falta trabajar todavía muchísimo más, que estamos lejos de alcanzar la meta de erradicar el hambre en la región, pero es posible. Tenemos que proponer e impulsar a los gobiernos y a las sociedades para que sea un tema permanente de la agenda política.
Ha habido avances notables. Lo que se está haciendo es ir juntando voluntades en favor de esta posibilidad de erradicar el hambre, y por lo tanto en algún momento eso va a decantar en acciones más contundentes por parte de los países.
IPS: ¿Cómo afecta el cambio climático a la seguridad alimentaria?
RB: Con el cambio climático hay que ser muy conscientes de que se debe contar con una agricultura más verde, en el sentido de ser muy cuidadosos con la producción, porque se puede ser más eficiente en términos ecológicos.
Temas como la siembra directa son importantes, así como la utilización de biomasa para la generación de energía y ese tipo de cosas.
En este esquema general interviene el uso del agua. Sin duda tenemos que ser más eficientes. Afortunadamente encontramos muchas iniciativas en la región, donde se hace un uso mucho más inteligente del recurso, desde la implementación de riego tecnificado hasta ponerle inteligencia a lo ya tecnificado.
IPS: ¿Qué le pareció el desarrollo y las conclusiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible o Río+20?
RB: Río+20 me pareció muy buena porque se retomó una agenda fijada hace 20 años. Es necesario poner estos temas en la agenda, no olvidar, para tomar conciencia que este es un problema de todos.
También veo auspicioso lo que pasó con el G-20 (Grupo de los 20 países ricos y emergentes), reunión (del 18 y 19 de junio en México) en la que por primera vez la FAO fue invitada, y la declaración ahí en términos de seguridad alimentaria fue ciertamente importante. Creo que marcó un hito en la agenda de este grupo de países.
IPS: ¿Qué postura tiene la FAO sobre los alimentos transgénicos?
RB: Tratamos de ser respetuosos de las políticas de cada país, ya que en algunos han permitido mejorar notablemente la productividad.
IPS: La FAO ha declarado a 2013 como el año de la quinoa (Chenopodium quinoa). ¿Qué se busca con esta campaña?
RB: El caso de la quinoa es un tema muy puntual porque es un cultivo milenario en América que teníamos muy relegado y que tiene muchas facultades y propiedades. Afortunadamente, contamos con el apoyo de todo el sistema de la Organización de las Naciones Unidas para llevar adelante esa declaración.
Esperamos que con esta campaña podamos obtener una mayor base de producción, de manera tal que le permita a los distintos segmentos acceder e incluso cultivar este alimento tan importante, que según estudios de la NASA (agencia espacial de Estados Unidos) es el más completo de todos. Sin duda su promoción tendrá una repercusión importante en el tema de la seguridad alimentaria.
IPS: Para muchos, la erradicación del hambre es una utopía. ¿Cuál es la fórmula que usted propone para que esa meta se consiga?
RB: Nosotros no lo vemos como una utopía, sino como una meta alcanzable. Ahora bien, necesitamos el compromiso de todos para hacerlo porque no significa que sea fácil.
Técnicamente, el mundo produce más alimentos del que necesitaríamos, y en desperdicios se pierde hasta 30 por ciento o más. La pregunta es cómo podríamos colaborar de manera importante a este objetivo de erradicar el hambre en América Latina y el mundo.