El choque de un Ferrari de un millón de dólares manejado a alta velocidad por un adinerado expatriado chino volvió a encender el tortuoso debate sobre la inmigración en Singapur, cuyos habitantes exhiben resentimiento hacia los extranjeros que viven y trabajan en esta pequeña nación insular.
El mortal accidente, ocurrido a primera hora de un fin de semana de mayo, reabrió una vieja herida.
La ola de comentarios en Internet y de informes periodísticos donde se expresaba indignación hacia los residentes chinos fue tan extrema que alentó a la embajada de China, en una medida inusual, a divulgar una carta en la que urgió a sus ciudadanos en Singapur a ser conscientes de su conducta y a respetar las leyes locales.
En febrero, la revista Forbes listó a Singapur como el tercer país más rico del mundo, con un ingreso de 56.700 dólares por persona. Esta república insular, que ocupa apenas 640 kilómetros cuadrados, tiene cuatro millones de habitantes, de los cuales alrededor de 25 por ciento son trabajadores extranjeros.
A consecuencia, la inmigración se ha vuelto un asunto álgido en el país. La cobertura del tema en los medios nacionales aumentó desde las elecciones del año pasado.
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En esos comicios, el gobernante Partido de Acción Popular (PAP) vio caer sus votos a su nivel más bajo desde la independencia, lo que se debió ampliamente a la oposición a las políticas inmigratorias liberales del gobierno.
En esta antipatía hacia los extranjeros, fue crucial la falta de justicia hacia la población nacional, dijo el exparlamentario Viswa Sadasivan.
El periodista Jaya Prakash sostuvo que la cantidad de extranjeros en Singapur ha llegado a proporciones "inaceptables".
Él cree que el gobierno es tendencioso a favor de los extranjeros, al permitirles quedarse con empleos que se deberían dar a la población del país, además de ocupar en centros educativos lugares que corresponderían a los singapurenses.
A consecuencia, dijo, los últimos se ven obligados a aceptar una menor paga por trabajos menos atractivos, que en definitiva redundan en una calidad de vida más baja para muchos de ellos.
En una entrevista con IPS, Sadasivan explicó que los dos asuntos más polémicos en torno a la inmigración son la educación y el servicio militar.
Mientras todos los hombres singapurenses de más de 17 años deben pasar dos años y medio en las Fuerzas Armadas, los extranjeros solo son obligados a enviar a sus hijos.
Además, cada vez más ciudadanos chinos e indios son admitidos en universidades de este estado insular, al tiempo que a muchos estudiantes singapurenses se les niega el acceso a instituciones de educación superior. Esta situación generaliza el descontento.
"Los singapurenses sienten que no son justos con ellos", declaró Sadasivan.
"En muchos otros países, estos temas pueden tener uan carga emocional suficiente para derrocar gobiernos", agregó.
Tang Li, principal asesor de Tang-Asia Consultancy, sostuvo que la causa principal del sentimiento "antiextranjero" se remonta a 2004, cuando el gobierno abrió sus puertas a los inmigrantes antes de crear la infraestructura necesaria para manejar la situación con eficiencia.
"Repentinamente, había gente compitiendo por los mismos espacios en autobuses y trenes, por vivienda y cupos en escuelas. Cuando empezó a haber más hacinamiento y menos comodidad, las frustraciones se depositaron en el blanco más visible: los recién llegados", explicó a IPS.
La cantidad de extranjeros aumentó después de que el gobierno flexibilizó las normas inmigratorias, en 2004. Esto permitió que miles de personas, principalmente de China, India y Filipinas, consiguieran empleos profesionales, mientras que unos 250.000 trabajadores de otros países asiáticos ingresaron en mercados de mano de obra "no calificada", como la construcción y las tareas domésticas.
Prakash destacó que buena parte del resentimiento local se origina en el programa "S-pass", por el que el gobierno permite que personas con diplomas y títulos universitarios obtenidos en el exterior ocupen puestos cuya paga ronda los 1.450 dólares. El salario mínimo para un graduado en este estado insular suele ser de 1.900 dólares mensuales.
La Alianza Tripartita para las Prácticas de Empleo Justo señala en su informe anual, divulgado en mayo, que el hecho de que los empleadores prefieren contratar a extranjeros están por primera vez al tope de la lista de quejas por prácticas injustas en materia de empleo.
Singapur tiene una comunidad multirracial que incluye a chinos, indios y malayos, que han vivido aquí por varias generaciones.
"Esencialmente, lo que estamos presenciando es una respuesta acumulativa a una emoción reprimida por ciudadanos que sienten que sus derechos no tienen un correlato en materia de responsabilidades, que su gobierno ha ignorado su razonable pedido de una llegada (más) medida de extranjeros", dijo Sadasivan, quien es un manifiesto defensor del multiculturalismo.