Miseria, marginación y violencia son las causas por las que mujeres, y ahora también niñas, migran dentro de México y desde el país hacia Estados Unidos, en trayectos en que son presa fácil del crimen organizado
En años recientes, al fenómeno migratorio en México se han añadido dos nuevas aristas: la migración infantil y el crimen organizado, que ve a las personas en tránsito como caldo de cultivo para reclutarlas a la delincuencia o explotarlas sexualmente.
De acuerdo con especialistas en migración, este fenómeno va adquiriendo cada vez más un rostro femenino.
A pesar de la insuficiencia de datos oficiales, se percibe un aumento en el número de mujeres y niñas que por razones económicas y sociales abandonan sus lugares de origen, para mejorar sus condiciones de vida.
Hay mujeres que incluso tienen estudios universitarios. También se advierte que el Distrito Federal, sede de la capital mexicana, es ya una de las principales entidades expulsoras de migrantes de sexo femenino hacia Estados Unidos.
[related_articles]
En el sureño estado de Oaxaca, por ejemplo, cuatro de cada 10 personas que migran son mujeres, mientras que en 2010 el Distrito Federal expulsó a 50.821 personas al extranjero, de las cuales más de una tercera parte, 17.725, son mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Oxaca es emblemático por sus altos índices de pobreza y sus bajos indicadores en la garantía de los derechos humanos para su población.
Es en esta entidad donde es frecuente la expulsión de niñas y niños indígenas a los campos agrícolas de los más prósperos estados de Morelos, Guanajuato, Jalisco, Sinaloa y Baja California.
Fernando Viveros, integrante del Foro Oaxaqueño de la Niñez, explica que las y los niños que dejan el estado se enfrentan al riesgo de ser interceptados en su trayecto por grupos criminales para su explotación sexual y comercial.
Abunda que los riesgos para la niñez migrante han variado, toda vez que ya no sólo pueden enfermar por la exposición a plaguicidas y pesticidas en los campos agrícolas, sino que ahora también son secuestrados por delincuentes.
Viveros aclara que aunque los números sobre la migración infantil son prácticamente inexistentes, se observa que la cifra de niñas y niños en esa condición es alta, y cada vez es mayor por la pobreza que prevalece en sus comunidades de origen.
En el también sureño estado de Chiapas se da el fenómeno de la migración infantil que llega a la entidad en busca de empleo. El estado fronterizo es destino y tránsito de migrantes provenientes en su mayoría de América Central.
Entre 2006 y 2008 la estación migratoria de Tapachula, un municipio colindante con Guatemala, en la frontera sur, reportó que fueron deportados 18.000 niñas, niños y adolescentes originarios del país vecino, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Carolina Rivera, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social, advierte que en Chiapas no hay registros ni encuestas de la migración laboral de la niñez y adolescencia centroamericana. Tampoco existen datos del Instituto Nacional de Migración.
Amanda González, coordinadora del programa Migración, Desarrollo y Ciudadanía Binacional de la organización Iniciativa Ciudadana, observa que «las oaxaqueñas huyen (de su estado) ante la pobreza, marginación y violencia».
«Las mujeres que han migrado se van para tener mayor libertad, ya que en sus comunidades son coartadas», añade.
La viudez, ser madres solteras, el abandono de su pareja, la poligamia o el alcoholismo del cónyuge, son algunas de las razones para que ellas abandonen el estado. También influyen la falta de opciones para una vida mejor y las escasas posibilidades de estudiar, precisa González.
En el oriental estado de Veracruz, el Instituto Veracruzano de las Mujeres reporta que hay dos rasgos en la migración femenina.
Uno es el de las mujeres con poca o nula escolaridad que van en busca de sus parejas y migran con sus hijas e hijos, y otro el de aquellas que con educación secundaria o bachillerato se van al norte para trabajar en la maquila en espera de pasar a Estados Unidos.
Edda Arrez, titular de ese instituto, detalla que hay mujeres migrantes con estudios universitarios que se van porque buscan mejores oportunidades laborales. No obstante, indica, al llegar a Estados Unidos la mayoría de ellas trabaja como niñeras, anfitrionas en restaurantes o en el sector de comercio y servicios.
El Distrito Federal es destino para las mujeres migrantes de otros países, pero también expulsa a miles de residentes en Ciudad de México a entidades vecinas, Estados Unidos u otras naciones en aras de lograr un mejor nivel de vida.
Inegi señala que la capital está entre las tres entidades federales del país, de un total de 32, que expulsan a más personas de su territorio a otras dependencias del país.
Además, en 2010 expulsó a 50.281 personas al extranjero, de las cuales 17.725 fueron mujeres. De este total, 53,7 por ciento (cerca de 9.400) se fue al vecino país del norte.
La mayoría de mujeres y hombres que salen de Ciudad de México están en edad reproductiva (entre 15 y 49 años). A Estados Unidos se dirige el 65,6 por ciento de la población migrante del Distrito Federal.
*Por Citlalli López, Brisa Gómez, Patricia Chandomí y Guadalupe Cruz
**Este artículo fue publicado originalmente por la agencia mexicana de noticias de Comunicación e Información de la Mujer AC, Cimac.