Laurent Salvador Lamothe, de 39 años, finalmente ocupó el cargo de primer ministro de Haití tras tres meses de impasse político debido a la salida de Gary Conille por desacuerdos con el presidente Michel Martelly, elegido en mayo de 2011.
Lamothe y Martelly fueron socios en la pasada década en una empresa de recarga de tarjetas telefónicas de larga distancia y en un consorcio del sector inmobiliario, además de poseer grandes propiedades en muchos países africanos.
También es presidente de Global Voice Group, una compañía de telecomunicaciones que opera en África y América Latina.
En cambio su antecesor presenta un perfil bien diferente. Conille, quien renunció en febrero después de cuatro meses en el cargo, es médico de profesión y trabajó en varias agencias de la Organización de las Naciones Unidos (ONU) en distintas partes del mundo.
Antes de asumir el cargo de primer ministro, Lamothe fue canciller y declaró que estaba probando "la política exterior de los negocios", pues en vez de concentrarse en las relaciones exteriores apuntó a las inversiones extranjeras.
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"La ventana de oportunidades está abierta", declaró en una cumbre internacional de inversores el año pasado. "Haití tiene un nuevo presidente y un nuevo enfoque sobre la inversión extranjera y la creación de empleo", apuntó.
La visión de ambos gobernantes para el país se basa, por lo menos en parte, en un salario mínimo extremadamente bajo, de apenas cinco dólares al día, que lo llevan a ser el menor de América. Muchos estudios prueban que ese monto no alcanza para que subsista una trabajadora o un trabajador, cuanto menos si es jefe de hogar
El gobierno de Martelly puso al país y a una serie de zonas de libre comercio como destino para las fábricas textiles y de muebles de compañías extranjeras.
Tras presentar el informe de su política general en el Senado el viernes 11, Lamothe declaró que su administración seguirá concentrándose en las inversiones extranjeras. Hizo tantas ofertas que el periódico Le Nouvelliste tituló un artículo "Abundancia de promesas".
Entre otras cosas, Lamothe prometió rutas, obras en todo el país y nuevos, o reparados, sistemas de irrigación.
"La historia recordará al gobierno Martelly-Lamothe por su incesante trabajo, de noche y de día, en la construcción de una sociedad justa e inclusiva y en la edificación de un verdadero estado de derecho", aseguró.
La embajada de Estados Unidos en Puerto Príncipe y la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) celebraron la ratificación de Lamothe la semana pasada en el Senado.
"La estabilidad política es clave para el pueblo y para que Haití pueda atraer inversores locales y extranjeros para crear empleo y aumentar el grado de desarrollo económico", reza una declaración de la embajada de Estados Unidos.
Mariano Fernández Amunátegui, representante especial del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y jefe de la Minustah, pidió al pueblo haitiano "reconstruir con espíritu de consenso para consolidar los cimientos de la estabilidad nacional, fortalecer las instituciones democráticas y garantizar la paz, la seguridad y el desarrollo de Haití".
El diplomático chileno dirige la misión internacional de 10.000 soldados y policías presentes en Haití.
Pero el consenso todavía es un sueño lejano para muchas organizaciones que trabajan en el área de justicia social, por un salario mínimo justo, el respeto de los derechos humanos y las que siguen esperando respuestas para las miles de víctimas de terremoto de 2010 que todavía viven en tiendas de campaña.
Sanon Renel, secretario ejecutivo de Fuerza de Reflexión y Acción sobre la Problemática de la Vivienda, denunció la falta de iniciativas del gobierno sobre este asunto.
"Nunca creó programas de vivienda social después del terremoto del 12 de enero de 2010. Canadá dio hace poco 20 millones de dólares para realojar a más de 13.000 familias, pero lo único que hizo el gobierno fue entregar 500 dólares a cada una. ¿Adónde fue el resto del dinero?", preguntó Renel.
También denunció la falta de políticas de desarrollo sostenible basadas sobre la producción nacional.
"La población no tiene nada que esperar de este gobierno de extrema derecha caracterizado por mentiras, y que nunca tomará en cuenta los sueños de la gente", apuntó.
La presidenta de la Asociación de Presentadoras de Radios Comunitarias de Haití (conocida como Refraka), Marie Guyrleine Justin, dijo que el nuevo primer ministro no cambiará el rumbo del gobierno, al describirlo como más preocupado por los negocios que por los temas de mujeres.
El vicedecano de la Facultad de Etnología de la Université dEtat dHaïti, profesor Jean-Yves Blot, dijo que no espera cambios con el nuevo primer ministro.
Los discursos de los políticos, arguyó, recurren a la forma religiosa de hacer promesas y de usar la retórica para infundir y mantener la esperanza en una coyuntura complicada, con dos tercios de la población sin trabajo o subempleada, una epidemia de cólera que se agrava y casi la mitad del medio millón de personas desplazadas que siguen en tiendas de campaña.
Además sostuvo que la ratificación violó la Constitución de Haití.
El proceso no fue simple. Lamothe fue acusado de tener doble nacionalidad, lo que lo imposibilita para ocupar el cargo de primer ministro. Además, la sesión en la cámara baja del 3 de este mes se caracterizó por un regateo de votos. Ocho de los 30 senadores boicotearon la sesión de ratificación del martes 8.
El nuevo primer ministro tiene varios desafíos por delante, una fuerza paramilitar que reclama retirarse como soldados del ejército, personas desplazadas, delincuencia, un Estado empobrecido y una epidemia de cólera.
La enfermedad, que habría llegado a Haití a través de nepaleses de la misión de paz en octubre de 2011, ya afectó a 500.000 personas y causó la muerte a más de 7.000.