Por primera vez en 38 años, los militares que abrieron las puertas a la democracia en Portugal no participaron esta vez en los actos conmemorativos oficiales de la Revolución de los Claveles, que derrocó a la entonces más antigua dictadura europea.
En la efeméride, designada Día de la Libertad, los militares que dirigieron la gesta el 25 de abril de 1974 rechazaron ocupar la tribuna de honor, que cada año les es asignada en el parlamento, en protesta por la "dictadura de los mercados financieros" que afronta el país.
En cambio, esos oficiales decidieron celebrar la fecha convocando a una manifestación en la que se destacaron los carteles y discursos contra la crisis económica y financiera. La marcha ocupó la central Avenida da Liberdade y finalizó con una concentración que llenó el gran espacio de Praça do Rossio, el principal paseo de Lisboa.
La protesta de este miércoles 25 fue apoyada por el expresidente Mário Soares (1985-1995), considerado el patriarca de la democracia lusa, que también declinó ocupar el lugar de honor en el hemiciclo unicameral de São Bento, destinado a los exjefes de Estado.
El coronel en retiro Vasco Lourenço, quien con grado de mayor fue comandante de la Región Militar de Lisboa en el período revolucionario, explicó que los militares no concurrieron a los actos oficiales porque "la línea seguida por el poder político actual dejó de reflejar el régimen democrático heredero del 25 de abril de 1974, plasmado en la Constitución de la República".
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Lourenço preside la Asociación 25 de Abril, formada por los militares retirados y activos, protagonistas del golpe de Estado que derrocó la dictadura corporativista del "O Estado Novo" que había gobernando Portugal con mano de hierro entre 1926 y 1974.
Desde hace algunos meses, los militares protagonistas de la Revolución, provenientes de todas las corrientes de opinión, han fustigado al gobierno por poner en causa prácticamente todos los logros de aquella gesta libertaria.
Los llamados "capitanes de abril" no fueron al parlamento, pero no dejaron de conmemorar el levantamiento que puso fin a un régimen de extrema derecha aislacionista y a un imperio colonial de casi 560 años.
El dictador António de Oliveira Salazar (1889-1970), el profesor de finanzas de la Universidad de Coimbra fundador de "O Estado Novo", gobernó hasta 1968 con puño de hierro, al más puro estilo conservador-provinciano, como si se tratase del patio trasero de su casa de la aldea natal de Santa Comba do Dão. Fue reemplazado por incapacidad por su "delfín", Marcello José das Neves Caetano.
Todo comenzó a cambiar radicalmente a primeras horas de la madrugada del 25 de abril de 1974, cuando el joven capitán Fernando José Salgueiro Maia (1944-1992), destituyó a sus superiores del Regimiento de Caballería Mecanizada de Santarém y, al frente de una larga columna de carros de combate, recorrió los 110 kilómetros que separan esa ciudad de Lisboa.
Cuando los blindados de Salgueiro Maia ocuparon la plaza Terreiro do Paço, durante medio siglo símbolo del poder en Portugal, comenzaba el golpe de Estado más singular de la historia: militares que se alzaban para imponer la democracia a punta de la bayoneta.
En pocas horas, Caetano entregó el poder y fue conducido al aeropuerto de Lisboa, donde embarcó con destino a Brasil, donde falleció en 1980.
Desde entonces, Portugal no vivía una situación de fuerte agitación social como ahora, provocada por las duras medidas del gobierno conservador del primer ministro Pedro Passos Coelho para reducir el déficit fiscal, condición impuesta por la troika de acreedores formada por el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el Banco Central Europeo.
Entre estas políticas se destacan el aumento generalizado de los impuestos, el fin de la salud gratuita, alzas de las tarifas del gas, la electricidad y de combustibles, del boleto del transporte de pasajeros y de las matrículas y de la cuota mensual para los estudiantes de establecimientos estatales.
También está en curso una reforma del Código del Trabajo que facilitará los despidos, eliminará aguinaldos, limitará los subsidios por desempleo, quitará feriados, reducirá los días de vacaciones obligatorias y permitirá el aumento del horario laboral.
En su discurso ante miles de manifestantes de diversas generaciones, Lourenço recordó a las autoridades en funciones que "el gobierno no es del elegido sino del votante y que, por lo tanto, no pueden vender el país al poder económico y financiero".
"Los elegidos ya no representan a la sociedad portuguesa", cuando tratan de "legitimar la dictadura de los mercados, porque la gente no le concedió al parlamento el poder de entregar esos poderes", afirmó el oficial retirado ante los manifestantes, donde se destacaron los de más edad que vivieron la época revolucionaria.
Debido a las medidas draconianas impuesta por la troika, Portugal "es ahora un protectorado" que vive bajo los dictados de "los proyectos de 'Merkozy'", añadió Lourenço en alusión al poder real en la Unión Europea que ejercen la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy.
"No hacemos alarde de ser los salvadores de la nación, pero decimos que los militares sí saben cómo mantenerse firmes en la defensa de nuestro pueblo", concluyó.
Por su parte, Soares sostuvo que gracias a la Revolución de Abril "todo cambió y no hay comparación con un pasado de pobreza, guerra y dictadura, en el que Portugal estuvo 'orgullosamente solo' (frase célebre de Salazar) durante 48 años de crueldades".
La democracia pluralista implantada por la Revolución "tuvo gran influencia en el establecimiento de muchas democracias, especialmente en España, Grecia y América Latina, sin excluir a nuestro querido Brasil, en ese momento también dominado por una dictadura (1964-1985)", agregó.
Sin embargo, "ahora estamos viviendo una crisis que vino de fuera, de Estados Unidos y del resto de Europa, que tiene mucho que ver con la incapacidad actual de muchos líderes de este continente, que creen a ciegas en la austeridad y no se preocupan por el crecimiento exponencial del desempleo y la parálisis de las economías en recesión", advirtió.
Soares explicó a IPS que su actitud de protesta en este aniversario es "en solidaridad con los héroes de abril", en momentos en que el gobierno de Passos Coelho está "destruyendo conquistas sociales tales como la seguridad social, la educación y la salud", mediante privatizaciones y la limitación de los derechos de los portugueses".
Para el expresidente, la austeridad impuesta por la troika lleva al "empobrecimiento de millones de portugueses", lo cual "no nos conduce a ninguna parte, o mejor dicho, nos lleva a que cada año vamos de mal en peor".