Cientos de pescadores del sur del lago de Maracaibo, en el oeste de Venezuela, dejaron de lanzar sus redes la última semana de marzo, tras constatar la muerte masiva de peces y cangrejos en las riberas por el petróleo derramado en uno de sus afluentes, el río Catatumbo. "Nuestros botes y redes se dañan con el crudo, los peces y las toninas huyen. Hemos dejado de pescar y ayudamos a la gente de PDVSA (la empresa estatal Petróleos de Venezuela) a recoger el petróleo", dijo a Tierramérica por teléfono el pescador Jesús Hernández, que labora entre los pueblos palafíticos Congo Mirador y Ologás.
"Pero necesitamos que el gobierno nos reconozca los daños", agregó.
El Catatumbo tiene una extensión de 450 kilómetros, y la mitad corresponde al territorio de Colombia. El río se contaminó con petróleo tras un atentado de la guerrilla colombiana contra un oleoducto, a comienzos de marzo.
Pero los pescadores "que conocemos el oleaje", dijo Francisco Rivero, sostienen que la contaminación en el sur del Maracaibo "viene del propio lago, de tuberías que tiene PDVSA".