Economía verde busca mantener crecimiento amenazado por desastres

Tala de árboles en Nicaragua. La deforestación es inherente a la economía predadora, tanto para explotar la madera, el suelo o el subsuelo. Crédito: Germán Miranda/IPS
Tala de árboles en Nicaragua. La deforestación es inherente a la economía predadora, tanto para explotar la madera, el suelo o el subsuelo. Crédito: Germán Miranda/IPS

Todo indica que las grandes catástrofes pueden ser las nuevas parteras de la historia. Pero, buscando adelantárseles, la economía verde se propone reducir «los riesgos ambientales» y «las escaseces ecológicas», mejorando el bienestar humano y la equidad social.

Las citas son parte de los argumentos de la Iniciativa para una Economía Verde del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

La adopción de un conjunto de políticas públicas, regulaciones, incentivos y acuerdos internacionales podrá no solo revertir el deterioro ambiental, sino a la vez propiciar un crecimiento económico superior al que permite la actual "economía marrón", sostiene el PNUMA.

Tal resultado se debería a los instrumentos de la economía verde que, entre otras ventajas, conducen a un uso más eficiente de la energía y los recursos naturales y a una mejor gestión del agua, de los residuos y de la infraestructura. La inversión necesaria sería de 1,3 billones de dólares anuales, o dos por ciento del producto bruto mundial, estima la agencia de las Naciones Unidas.

Sin embargo, eso parece "más cartel que contenido", ya que las alternativas a la economía actual carecen de escala que "justifique las expectativas generadas", se limitan a experiencias puntuales y a "medidas graduales insuficientes para sostener una ola de inversiones", evaluó Fernando Cardim de Carvalho, profesor retirado de la Universidade Federal do Rio de Janeiro.
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En energía aún predominan el petróleo, las centrales hidroeléctricas y, en menor grado, la generación nuclear, mientras fuentes como la eólica y la solar son demasiado incipientes para "mover el mundo", ejemplificó. Por eso Brasil, vanguardia en agrocombustibles, prioriza los hidrocarburos recién descubiertos en aguas profundas del océano Atlántico.

Ocurre que "el capitalismo no opera mirando el largo plazo; las innovaciones tienen que ofrecer posibilidades de ganancia inmediata", lo que no favorece a la economía verde, que tampoco se ve habilitada como una "salida para la crisis" financiera que afecta a países ricos y amenaza al mundo, sostuvo el economista a Tierramérica.

"Un gran desastre ambiental, inimaginable hoy", podría cambiar ese cuadro, alterando repentinamente la percepción de "costo/beneficio entre degradación ambiental y comodidades modernas", destacó.

Pero, por ahora y en el horizonte cercano, "no existe una coalición de demandantes" que logre que los Estados asuman iniciativas de cambios radicales, estimó.

La alternativa es continuar el proceso de "cambio marginal": experiencias locales y sectoriales donde la situación obliga, como el transporte en metrópolis al estilo de São Paulo o Nueva York, concluyó.

En la línea del agotamiento de los recursos del planeta, el ambientalista australiano Paul Gilding, profesor de la británica University of Cambridge y autor del libro "The Great Disruption" (La gran ruptura), prevé para esta década el colapso de la economía mundial, lo que pondrá fin al crecimiento y abrirá paso a una nueva era sustentable, sin tanto consumismo.

Economistas brasileños conocidos por su adhesión a la economía de mercado reconocen hoy que el modo de producción actual es insostenible, porque sobrepasó los límites ecológicos del planeta.

André Lara Resende, protagonista de programas de combate a la inflación y de las privatizaciones en la década de 1990, sostuvo en un artículo publicado el 20 de enero en el diario Valor, que la crisis económica iniciada en 2008 en Estados Unidos persiste probablemente porque se está llegando al "límite físico del ecosistema".

La actual no sería una simple repetición de las crisis cíclicas del capitalismo por insuficiencia de demanda, sino una manifestación de que perdió eficacia y factibilidad la ampliación forzada de la demanda de bienes materiales que recomienda el economista británico John Maynard Keynes (1883-1946), de influencia renovada por la crisis.

Eduardo Gianetti da Fonseca, autor de varios libros de economía y sociología, sostiene en el mismo artículo que la "grave falla" del mercado, al excluir los costos ambientales del sistema de precios, conduce al desastre del cambio climático y al agotamiento de los recursos naturales.

Pero el PNUMA considera que es un "mito" oponer progreso económico y sustentabilidad ambiental, y asegura que "hay pruebas sustanciales" de que la economía verde genera riqueza y empleos. Otro mito, desmentido por ejemplos exitosos en el mundo en desarrollo, sería restringir a los países ricos el "lujo" de la "transición verde".

En su documento "Hacia una economía verde: Guía para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza", el PNUMA defiende el "reverdecimiento de las economías" como "un nuevo motor del crecimiento, que constituye una fuente de empleo digno y que, además, es una estrategia esencial para erradicar la pobreza persistente".

Las políticas y medidas recomendadas se acompañan de ejemplos ya comprobados. Reducir o eliminar subsidios perjudiciales es clave.

Los combustibles fósiles, principal factor del cambio climático, recibieron 557.000 millones de dólares en subsidios al consumo y más 100.000 millones de dólares a la producción en 2008, según el PNUMA.

Ese monto hace evidente que sí hay dinero para inversiones en programas ambientales, observó Rubens Born, dirigente de Vitae Civilis, organización no gubernamental brasileña muy activa en materia de cambio climático.

Pero reducir los subsidios, y elevar por tanto los precios de los combustibles, es una operación riesgosa. En Bolivia, un alza de la carga impositiva de 72 a 82 por ciento a los derivados del petróleo provocó en diciembre de 2010 una ola de protestas que obligaron el presidente Evo Morales a volver atrás y a debilitarse políticamente.

Nigeria enfrenta reacciones por la decisión de eliminar 8.000 millones de subsidios anuales al petróleo.

Pero Indonesia adoptó medidas similares con éxito en 2005 y 2008, compensando a millones de familias pobres con transferencias monetarias durante un año. Gabón también lo hizo, usando los fondos ahorrados en programas de microcrédito para mujeres, y Ghana en la educación y salud de poblaciones pobres, según ejemplos destacados por el PNUMA.

Grameen Shakti, organización vinculada al Grameen Bank de microcrédito, había facilitado hasta 2009 la instalación de 320.000 sistemas de energía solar doméstica con sus créditos blandos en Bangladesh. La meta es alcanzar un millón de hogares en 2015.

Las tarifas preferenciales para fomentar el uso de energías renovables, ya aplicadas en 47 países, son otro caso ejemplar mencionado por el PNUMA, junto con el reciclaje de 95 por ciento de las latas de aluminio en Brasil.

La economía verde, propuesta por el PNUMA desde 2008, será tema de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible Río+20 –así llamada por celebrar los 20 años de la Cumbre Mundial de 1992 en la misma Río de Janeiro–, y reunirá a jefes de Estado y de gobierno del 20 al 22 de junio.

En los nueve días anteriores habrá encuentros preparatorios y de la sociedad civil, que atraerán a decenas de miles de participantes a esta ciudad brasileña.

* El autor es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 3 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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