A falta de crédito, Argentina caza las divisas

Los obstáculos para que Argentina acceda a financiamiento externo explican la creciente dureza del gobierno, que empuja la sustitución de importaciones y limita la compra de dólares y la transferencia de dividendos.

Argentina tiene una balanza comercial que arrojó un superávit de 10.347 millones de dólares en 2011 y pretende mantener ese nivel este año. Pero las condiciones internas y externas cambiaron y la meta está cuesta arriba.

Las dificultades también se sienten en la balanza de pagos. Hasta ahora, el país cancelaba deuda externa y acumulaba reservas. Pero a fines de 2011 se aceleró la fuga de capitales y eso tuvo un impacto inmediato en la pérdida de ahorros.

Las reservas internacionales, que habían superado los 52.000 millones de dólares en diciembre de 2010, cayeron a algo más de 46.000 millones de dólares al cerrar 2011, pese al crecimiento de la economía ese año de 8,8 por ciento.

Desde hace una década, cuando el país declaró el cese de pagos de sus compromisos externos, Argentina no tiene acceso al mercado de deuda soberana por las elevadas tasas de interés que se le imponen. Por eso, rastrea cada divisa para financiarse.
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En diciembre de 2011 se impusieron topes a la compra de dólares de particulares, se fijaron nuevas reglas a los bancos y, con algunos sectores, por ejemplo del rubro automotriz, se pactó que durante 2012 no se remitan utilidades a las casas matrices en el exterior.

El gobierno exige a las empresas que compensen con exportaciones sus compras al exterior, un balance que no siempre es posible. Tampoco se puede siempre sustituir importaciones, lo que genera malestar en algunos empresarios.

"Las medidas dan al gobierno el aire necesario para que el país deje de perder reservas, como le ocurrió a fines de 2011, que perdió 5.000 millones de dólares en tres meses", dijo a IPS el economista Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica.

El experto argumentó que "terminó el ciclo de superávit comercial, de pagos y energético", que caracterizó a la economía argentina en la última década. Ahora, el gobierno debe optar entre estas restricciones o el aumento de deuda externa, dijo.

"Por suerte, el gobierno está decidido a no endeudarse, por eso avanza con límites a la compra de dólares, al giro de utilidades, y promueve la sustitución de importaciones", explicó.

No obstante, advirtió que estas medidas "deberían ser temporarias".

Para el mediano plazo, el gobierno debe "corregir" políticas como la de subsidios al consumo de servicios públicos, que insumen un gasto equivalente a cuatro por ciento del producto interno bruto, remarcó. De hecho, la administración inició ya esa revisión.

El economista Mauricio Claverí, de la consultora Abeceb, coincidió en la idea de que el objetivo principal de las medidas gubernamentales es mantener una balanza comercial, energética y de pagos que sea positiva.

"Al tener en frente un año en el que la sequía dificultó las exportaciones del campo, y con incertidumbre respecto a la capacidad de los mercados externos de absorber exportaciones, el gobierno prevé que se reducirá el superávit", dijo a IPS.

En las últimas semanas, la secretaria de Comercio Exterior, Beatriz Paglieri, visitó las embajadas de países de la Unión Europea para plantear a los representantes diplomáticos que exhorten a sus empresas nacionales radicadas en Argentina a exportar más.

Algunas de esas firmas aceptan las nuevas reglas y hacen acuerdos. Pero otras tienen más dificultades y se resisten, o plantean sus quejas a los gobiernos de sus respectivos países.

Las firmas agrupadas en la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina se quejan reiteradamente ante Washington, porque creen que el gobierno encara contra ellas una "persecución por razones políticas".

También un miembro de la petrolera Repsol-YPF, que prefirió el anonimato, dijo a IPS que en la compañía temen que haya un plan de "hostigamiento" que podría responder a la presunta intención gubernamental de intervenir la empresa, de capital español.

Con YPF, antiguamente estatal y vendida a Repsol en 1999, el problema es el déficit de la balanza energética, aseguró Claverí.

El gobierno argentino, secundado por las administraciones provinciales que tienen petróleo y gas en su subsuelo, reclama a la firma producir más e importar menos.

Los gobiernos provinciales emplazaron incluso a la firma transnacional a invertir en los pozos que tiene en concesión, para ponerlos a producir. De lo contrario, indican, le revocarán los contratos de explotación para entregarlos a otras operadoras.

Argentina también le reclamó a YPF que antes de repartir 90 por ciento de sus utilidades entre los accionistas, invierta parte de ese capital en los múltiples yacimientos que tiene en concesión.

Según Claverí, en los últimos años Argentina tenía superávit en su balanza energética (petróleo, gas y combustibles). En 2006 ese balance favorable fue de 6.000 millones de dólares.

Pero ya en 2010 el superávit cayó a 2.000 millones y en 2011, por primera vez, el balance arrojó un déficit de 3.000 millones de dólares, mientras que para este año el desequilibrio podría profundizarse, amenazando la estrategia gubernamental de volver al superávit externo.

En la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso legislativo el jueves 1, se esperaba algún anuncio de la presidenta Cristina Fernández de intervención del gobierno en YPF. Pero solo reiteró su queja por los 9.000 millones de dólares en importaciones de combustible en 2011.

"Sin ese gasto, Argentina podría haber tenido un superávit del doble de lo que obtuvo", estimó. En YPF aseguran que la producción aumentará cuando maduren algunas inversiones, pero entretanto deben seguir importando combustible.

El problema es que ahora el gobierno les niega la adquisición de divisas para pagar esas importaciones. El Ministerio de Planificación consideró que la firma debió repartir menos dividendos y usar parte de esos dólares para sus compras.

Las restricciones no hacen excepción ni con los socios del Mercado Común del Sur (Mercosur), integrado por Argentina, Brasil, Paraguay Uruguay, que también protestan por el aumento de las barreras al comercio.

"En Brasil hay ahora un cierto entendimiento de que debe haber una balanza comercial más equilibrada, y de que con represalias no le va a torcer el brazo a la política de comercio exterior argentina", minimizó Claverí.

Pero en materia energética, el economista advirtió que el gobierno necesita que se incremente fuertemente la producción, porque la demanda interna seguirá creciendo este año y no puede permitirse un aumento mayor de las importaciones.

Fernández negó que esta política de "administración del comercio exterior" pueda ser tildada de proteccionista. Y remarcó que Argentina fue en 2011 el segundo país que más incrementó sus importaciones respecto de 2010, después de India.

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