La última escalada de amenazas de Irán de atacar buques de guerra de Estados Unidos y bloquear los envíos de petróleo busca aumentar el precio de este recurso y desviar la atención de la opinión pública local de la crisis económica, pero es poco probable que termine en guerra, según especialistas.
Si Irán decide responder a las inminentes nuevas sanciones a sus exportaciones de crudo, es más probable que apunte contra la producción petrolera de su vecino, Iraq, que a buques cisterna extranjeros en el Golfo.
"Ya hemos visto esta película", dijo a IPS el analista de Eurasia Group, Cliff Kupchan, refiriéndose a la retórica desafiante de Irán y a la respuesta de tono belicista de Estados Unidos de los últimos días. "Ninguna de las partes quiere una guerra. Hay mucha exageración", apuntó.
Siempre existe la posibilidad de un error de cálculo en las atestadas aguas del Golfo, pero parece más útil a Teherán una guerra de palabras que hostilidades reales.
El precio del crudo se disparó cuatro por ciento tras la advertencia lanzada el martes 3 por el comandante de las Fuerzas Armadas iraníes, general Ataollah Salehi, contra el portaaviones de Estados Unidos, que abandonó el Golfo la semana pasada, de que no regresara.
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El país norteamericano también se benefició de las tensiones. Hace poco cerró un acuerdo con Arabia Saudita para venderle 30.000 millones de dólares en armamento avanzado y otro con Emiratos Árabes Unidos de 3.500 millones de dólares en armas.
Pese a las amenazas de la semana pasada de cerrar el estrecho de Ormuz, el cuello de botella para la mayor parte de los barcos petroleros del mundo, Irán no está en condiciones de mantener cerrado el pasaje.
Estados Unidos está bien equipado para hacer frente a las minas iraníes, señaló Crist, con cuatro barcos antimina en Bahrein y una vigilancia superior. Irán tiene misiles antibuques avanzados y tres submarinos rusos, pero Kupchan desestimó su poderío naval en el Golfo que tildó de "endeble".
Si Irán provoca un enfrentamiento, los halcones (ala más belicista del Partido Republicano) ya sugirieron que la Marina estadounidense debe aprovechar para atacar barcos iraníes y, de paso, sus instalaciones nucleares.
El gobierno de Barack Obama no ha dado señales en ese sentido, y Kupchan señaló que es poco probable que Irán ponga en peligro las "joyas de la corona".
Irán tratará de mantener sus exportaciones de crudo a través del Golfo y apuntar a los barcos de países árabes como Arabia Saudita y Kuwait, pese a que socavaría sus relaciones con China, principal importador de petróleo de Arabia Saudita, así como de Irán.
El gigante asiático, además, es el principal socio comercial de Irán, al que dio apoyo político, llegando a amenazar con usar su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para evitar nuevas sanciones en su contra.
Estados Unidos reiteró que mantendrá el Golfo abierto a la circulación, pese a que Obama no desea un nuevo conflicto en Medio Oriente cuando trata de recortar el gasto en defensa y de aspirar a la reelección.
Pero Washington tampoco ha tratado de aprovechar la mayor presión sobre Irán para promover una solución diplomática al diferendo por el programa nuclear iraní.
La prensa local señaló que Teherán busca realizar este mes una nueva ronda de negociaciones nucleares con Estados Unidos, los otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania. Pero la portavoz del Departamento de Estado (cancillería), Victoria Nuland, declaró el martes que Irán todavía no ha enviado una solicitud escrita.
Los funcionarios estadounidenses apenas si han mencionado en los últimos meses la opción diplomática para lidiar con Irán, tras el breve intento de seguir esa vía durante el primer año de gobierno de Obama. El foco está puesto casi por entero en las sanciones.
Nuland declaró el martes que el gobierno de Obama consideraba las nuevas "amenazas de Teherán como evidencia de que la presión internacional comenzaba a repercutir a escala local, y de que se siente cada vez más aislado y trata de desviar la atención pública de las dificultades internas, incluidos los problemas derivados de las sanciones" económicas.
La retórica bélica de Irán coincide con la caída a pique de su moneda, el rial. Hace un año para comprar un dólar se necesitaban 10.000 riales y ahora unos 16.000 o 18.000.
Djavad Salehi-Isfahani, especialista en economía iraní del Instituto Politécnico de Virgina, dijo a IPS que la clase media es la más golpeada por la devaluación de la divisa. Hubo un momento el lunes en que "no había dólares para comprar" en las agencias de cambio de Teherán.
El gobierno iraní todavía tiene reservas sustanciales de oro y efectivo, pero hay una gran escasez de papel moneda, exacerbada por la dificultad de realizar transacciones bancarias con el extranjero.
Los pequeños industriales, desesperados por mantener sus fábricas y dependientes de la importación de bienes intermedios, presionan nerviosos el precio del dólar al alza, indicó Salehi-Isfahani.
Otros que sufrieron por la devaluación de la moneda son los padres con hijos estudiando en el extranjero.
"Hay medio millón de muchachos en el extranjero", indicó. "Necesitan dólares para pagar las clases y el alquiler", añadió.
La crisis económica coincide con una coyuntura política delicada para el régimen iraní.
Las elecciones parlamentarias están previstas para el 2 de marzo y el gobierno teme que la baja participación socave aún más su legitimidad, ya endeble tras los disputados comicios presidenciales de 2009 y la consiguiente represión de la oposición.
La caída del rial parece, en parte, una reacción al anticipado embargo de la Unión Europea (UE) contra el crudo iraní. Los miembros del bloque decidieron el miércoles, en principio, detener las importaciones que promediaban los 450.000 barriles (de 159 litros cada uno) de petróleo al día.
La UE, que se prevé tome una decisión definitiva a fines de este mes, responde a una nueva ley, promulgada por Obama en la víspera de Año Nuevo, que prohíbe a bancos estadounidenses hacer transacciones financieras con instituciones extranjeras que traten con el Banco Central de Irán.
La norma prevé varios meses para hacer efectivas las sanciones y permite a Obama no aplicar las penas correspondientes si pudieran causar grandes trastornos en el mercado petrolero mundial.
Kupchan especuló con que Irán puede responder saboteando la producción de crudo iraquí, aprovechándose del caos en ese país tras la retirada de las fuerzas de Estados Unidos, y tratar así de trastornar el mercado petrolero mundial.
"Si quieres minar la ley, el crudo más fácil de sacar del medio es el de Iraq", añadió.