La mala calidad del aire existente en la capital mexicana requiere regulaciones de uso de combustibles limpios y de emisiones de vehículos, advirtió una organización no gubernamental. “Al incremento de concentraciones de partículas PM10 (de menos de 10 micrómetros de diámetro) se suma el de partículas PM2,5, que son uno de los contaminantes más dañinos para la salud, y una de cuyas fuentes son los vehículos con motores diésel que requiere un combustible con alto contenido de azufre”, dijo a Tierramérica el director general del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, Gustavo Alanís.
Esas partículas provienen de la quema de combustibles fósiles y suponen un riesgo a la salud.
La contaminación atmosférica está detrás de las 38.000 muertes por cáncer de pulmón, enfermedades cardiopulmonares e infecciones respiratorias de este país, según el Cuarto Almanaque de Datos y Tendencias de la Calidad del Aire en 20 Ciudades Mexicanas (2000-2009), del Instituto Nacional de Ecología.