La igualdad de género tiene vital importancia para alcanzar el desarrollo y debe formar parte de los objetivos de políticas públicas del Estado, políticas que son el aceite que lubrica y hace funcionar los engranajes del mercado, los hogares y las instituciones públicas, formales e informales.
En el documento de Banco Mundial «Informe sobre desarrollo mundial 2012: Igualdad de género y desarrollo», se concibe la igualdad de género como parte de la economía inteligente: puede aumentar la eficiencia económica y mejorar otros resultados en materia de desarrollo en tres maneras:
En primer lugar, eliminar las barreras que impiden a las mujeres tener el mismo acceso que los hombres a la educación, a las oportunidades económicas y a los insumos productivos.
En segundo lugar, mejorar el estatus absoluto y relativo de las mujeres promueve muchos otros resultados en materia de desarrollo, incluidos los que afectan a sus hijas e hijos (igualdad intergeneracional).
Por último, promover la autonomía de las mujeres como agentes políticos y sociales puede modificar las opciones en materia de políticas y hacer que las instituciones sean más representativas de una mayor variedad de voces.
[related_articles]
Educación, propiedad de bienes y oportunidad de ingresos
«Las mujeres y los hombres de todos los grupos de edad, niveles de ingresos y localidades consideran que la educación, la propiedad de bienes, el acceso a las oportunidades económicas y las oportunidades de obtener ingresos son la clave para mejorar su bienestar y el de sus familias», dice el informe.
Pobreza y discriminación son barreras para la igualdad de género; se requiere un aumento generalizado del nivel de ingresos, ampliación de las oportunidades de empleo para las mujeres y prestación eficaz de servicios. Todos estos elementos son aplicables para el caso de México.
Los factores que ahondan las brechas de género, de acuerdo con el Banco Mundial, son la persistencia de la segregación y de las brechas de ingresos que tienen las mujeres y se generan en cuatro ámbitos:
1. Hogares, por la asignación diferencial de cargas de trabajo y recursos. 2. Instituciones formales. Prejuicios y discriminación en el marco jurídico. 3. Instituciones informales. Normas sociales sobre el trabajo de cuidado y el mercado laboral. 4. Mercados. Diferencias de acceso al mercado laboral, o bien en propiedad de los activos fijos (tierra, vivienda, agua, crédito) y redes de contacto.
Como resultado, las mujeres trabajan duramente en sus hogares y en el mercado -ya sea como agricultoras, empresarias o trabajadoras asalariadas-, en condiciones poco equitativas, caracterizadas por la desigualdad de acceso a los insumos productivos.
Esta trampa impone costos considerables para el bienestar y las oportunidades económicas de las mujeres de hoy, y graves desincentivos para invertir en las mujeres de mañana.
También se traduce en menor peso de la opinión de las mujeres para tomar decisiones en la sociedad y en el hogar. Por ejemplo, en 14 años (a escala mundial), la proporción de mujeres parlamentarias sólo aumentó de 10 a 17 por ciento.
El documento del Banco Mundial propone cuatro esferas de máxima prioridad para la formulación de políticas públicas, que finalmente forman parta esencial de la solución:
1. Reducir las disparidades de género en cuanto a las dotaciones que crean capital humano; esto es resolver la mortalidad femenina en el país no se ha cumplido con la meta de los Objetivos del Milenio- y eliminar las desventajas de género en educación; otra asignatura pendiente.
2. Superar las brechas de ingresos y de productividad entre mujeres y hombres; brecha que oscila en 20-30 por ciento para las trabajadoras del país.
3. Reducir las diferencias de género en lo concerniente a hacer valer la propia opinión. Ahí está el caso de los recursos que los partidos políticos deben destinar a la formación de liderazgos femeninos y que se desvían a otros propósitos.
4. Limitar la reproducción de las desigualdades de género en el tiempo implica atención a las niñas, oportunidades económicas y fortalecer la capacidad de acción y decisión de las mujeres.
Es indispensable aumentar el tiempo disponible de las mujeres, para ello se requieren tres tipos de políticas: cuidado infantil (guarderías), licencias de maternidad o paternidad y mejoramiento de los servicios de infraestructura.
Al respecto, la situación de las mujeres trabajadoras de México es crítica, porque la carencia de acceso a guarderías es muy grave.
En el sector agrícola, nueve de cada 10 mujeres no tienen acceso; en industria, siete de cada 10 y en el área de servicios 7,7 de cada 10 mujeres no cuentan con ninguno. Lo mismo sucede en el caso de las licencias de paternidad.
Es innegable la creciente presencia de las mujeres en el mercado laboral como parte de un fenómeno mundial; en el país alcanza una participación porcentual de 46,9 en las áreas más urbanizadas, según datos de la población económicamente activa del tercer trimestre de 2011.
Ello obedece a la disminución de las tasas de fertilidad, aumento en los niveles de educación y las recurrentes crisis económicas que desde mediados de la década de los ochenta han impulsado a las mujeres al trabajo remunerado.
No basta con que cuenten con mayores ingresos; es indispensable disponer de mejores instituciones para la prestación de servicios, combinado con el funcionamiento de los hogares con mejor igualdad. Tareas en las que el Estado juega un rol estratégico, con una sociedad civil que empuje las políticas públicas.
* Este artículo fue publicado originalmente por la agencia mexicana de noticias Comunicación e Información de la Mujer AC, Cimac. Su autora es economista especializada en temas de género.