INFANCIA-PALESTINA: Un poco de confort contra la agonía

Yousef entra descalzo a un recinto con cuatro camas y señala una de ellas con una manta de Snoopy, cerca de la ventana. «Ahí duermo yo», dice este niño del territorio palestino de Gaza mostrando su habitación del orfanato.

Instituto Amal para Huérfanos. Crédito: Eva Bartlett/IPS
Instituto Amal para Huérfanos. Crédito: Eva Bartlett/IPS
Un pequeño automóvil de carreras a control remoto está encima de una mini computadora portátil en la casa donde vive. El armario está lleno de ropa, una sopa hierve en una espaciosa cocina y la mesa de madera del comedor está llena de frutas de estación.

Yousef, de siete años, no está descalzo porque sea pobre, como la inmensa mayoría de los niños y niñas de Gaza. Es que vive en un poblado de la organización no gubernamental internacional SOS Children, con sede en Rafah, que le ofrece vestimenta, zapatos, útiles escolares, todas las comidas y una vivienda segura.

Su casa, una de las 14 del poblado donde residen 111 huérfanos, es nueva, tiene mucha luz natural y es más grande que las apretadas viviendas de los campamentos de refugiados, donde vive más de 75 por ciento de la población gazatí.

Yousef, su hermano y hermana menor son parte de los 53.000 niños huérfanos que, según la cadena de noticias Al Jazeera, hay en la franja de Gaza. Otros 2.000 más quedaron en esa situación tras el ataque de Israel contra este territorio, de fines de 2008 a principios de 2009.
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Un huérfano en Gaza es aquel niño o niña que perdió a su padre o a ambos, pues los hombres son los tradicionales proveedores del hogar.

El padre de Yousef murió de causa natural y su madre perdió una pierna durante el último ataque israelí de tres semanas. Si no fuera por SOS Children, el pequeño y sus hermanos no hubieran tenido más alternativa que sumarse a la cantidad de niños y niñas vendiendo baratijas en la calle o revolviendo basurales en busca de objetos que se puedan vender.

"La familia ya era muy pobre. Pero ahora su madre no tiene forma de ganar dinero ni de cuidar a sus hijos", señaló Samar, empleada del poblado de SOS en Rafah, en la frontera con Egipto. Los niños no hubieran terminado la escuela, cuanto menos estar bien atendidos.

Gracias a las donaciones, niños como Yousef pueden vivir en el poblado de SOS, ir a la escuela, adquirir habilidades para su futura independencia y tener paga la universidad. También reciben atención médica, les fomentan el contacto con otros menores que no son huérfanos y visitan a su familia los fines de semana.

"Sus madres pueden visitarlos aquí cuando quieren", indicó Samar.

La necesidad de recursos es inmensa, ya sea para la casa o la institución. Algunos programas, como el de Dar el Yateem, ayudan a huérfanos a permanecer con la familia. Con sede en Deir Al Balah, la organización tiene ocho dependencias en la franja de Gaza que les ofrece transporte a la escuela, uniformes, útiles escolares y las comidas diarias.

En las vacaciones musulmanas, la asociación da alimento a los huérfanos y a familias pobres, y organiza actividades para los niños durante todo el año.

Hay organizaciones de beneficencia islámicas que cumplen papeles similares en Gaza patrocinando niños y niñas y ofreciéndoles asistencia de emergencia.

Las necesidades de los huérfanos gazatíes aumentaron de forma tan drástica en los últimos años que hay muchas más organizaciones internacionales ayudándolos a ellos y ahora también a las madres viudas.

"Uno de los problemas que tenemos es que la gente suele concentrarse solo en huérfanos cuyos padres sufrieron el martirio de los ataques israelíes", indicó Hazem Sarraj, presidente del Instituto Amal para Huérfanos de Gaza.

"Pero tenemos muchos más cuyos padres fallecieron por causas naturales o por problemas relacionados con el bloqueo que sufre Gaza. Mucha gente padece depresión por nuestra situación aquí. Alguna se muere de eso", relató.

Otros problemas de salud que acarrea el sitio es la falta de permisos para pacientes que necesitan tratamiento fuera de Gaza, accidentes o incendios por el mal uso de generadores durante los cortes de electricidad, y hombres y jóvenes que mueren en túneles derrumbados o se electrocutan por las malas conexiones en esos pasajes subterráneos estrechos.

"Tenemos 120 huérfanos de entre cinco y 18 años viviendo en nuestro Instituto", indicó Sarraj. "Comen y duermen aquí, van a la escuela y visitan a sus familias los fines de semana", apuntó.

Hasta que muchos países cortaron relaciones con Gaza tras el bloqueo impuesto por Israel a principios de 2006, el Instituto Amal, creado en 1949, funcionaba bien y ampliaba sus programas.

"Las nuevas iniciativas se terminaron con el comienzo del sitio", indicó Sarraj. "Los edificios que tenemos los construimos antes del bloqueo con dinero del Banco Islámico de Desarrollo, de organizaciones no gubernamentales extranjeras y de donantes", puntualizó.

El Instituto cubre las necesidades de los huérfanos en materia económica, educativa, médica y social. Pero a Sarraj le preocupan las finanzas actuales.

"Tenemos recursos muy limitados. ¿Sabe lo que cuesta mantener a 120 huérfanos, darles comida, ropa, medicamentos y todo lo que necesitan?", preguntó.

"Tenemos que pagar el salario de nuestros empleados. Somos independientes y no tenemos afiliación política, pero el bloqueo nos castiga a nosotros y a nuestros huérfanos. Antes del sitio recibíamos más donaciones, pero ahora son muy pocas", se lamentó.

El Instituto sigue funcionando y ofrece atención de calidad y otras actividades adicionales como posibilidad de practicar artes marciales y música, y programas diarios para más de 500 niños y niñas de la ciudad que no son huérfanos.

Además ofrecen atención psicológica para atender los problemas que afectan especialmente a los huérfanos, como todas las organizaciones de beneficencia.

"Seguimos padeciendo el último ataque contra Gaza", se lamentó Hazem Sarraj. "Vivimos en una pesadilla", remarcó.

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