Con el respaldo popular aumentado hasta más de 54 por ciento de los votantes, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, inaugurará este sábado su segundo mandato en un clima de optimismo y confianza sobre el futuro pese a los nubarrones económicos que vienen del Norte.
Analistas confían, en general, en que Argentina logrará absorber, mejor que otras veces, el fuerte impacto de la crisis económico-financiera global, que por esto días tiene a mal traer especialmente a la Unión Europea y que amenaza con desacelerar el alto crecimiento de las potencias emergentes.
"El gobierno arranca con una fortaleza importante, que se nutre del gran respaldo que tuvo en las elecciones y que incluso fue creciendo posteriormente", comentó a IPS la analista Doris Capurrro, de la consultora Ibarómetro (http://www.ibarometro.com.ar/).
El escrutinio de las elecciones del 23 de octubre indicó que el segundo en la carrera presidencial fue el socialista Hermes Binner, con un muy lejano 16,8 por ciento de los votos, lo cual acentúa el respaldo de Fernández, quien en 2007 sucedió a Néstor Kirchner, su esposo y correligionario del Frente para la Victoria, el mayoritario sector centroizquierdista del Partido Justicialista (peronista).
La mayoría de la ciudadanía argentina aprobó el crecimiento constante del producto interno bruto desde 2003, tras la llegada de Kirchner al gobierno, que posibilitó la fuerte caída de la desocupación y de la pobreza, el alza de los salarios y retribuciones a los jubilados, además de medidas de redistribución de la riqueza que transfieren ingresos a los sectores más desprotegidos.
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Capurro remarcó que a casi dos meses de los comicios generales, la mandataria aumentó incluso más su caudal de apoyos. La imagen positiva del gobierno es de 65 por ciento y hay un destacado respaldo a las medidas que adoptó en este lapso, explicó.
Tras el triunfo, el gobierno tomó decisiones para transparentar la compra de dólares y lanzó un programa por el cual se eliminan paulatinamente los subsidios a tarifas de servicios públicos comenzando por los sectores de muy altos ingresos.
Según Ibarómetro, 59 por ciento de los argentinos consultados se manifestaron de acuerdo con los controles a la adquisición de divisas. Ahora se exige demostrar ante la oficina de impuestos que el dinero para la inversión viene del circuito formal.
También la encuesta indicó que 84 por ciento de los preguntados se manifestaron a favor en cuanto a la quita de millonarios subsidios estatales a tarifas de gas, electricidad y agua potable, que comenzó por las entidades bancarias, los casinos, aeropuertos y mineras, para luego seguir por los barrios más ricos de Buenos Aires.
"Eso significa que se apoya una medida reparadora, que protege a los que menos tienen, y obliga a pagar sin subvención a los que tienen más", aclaró Capurro.
La quita de subsidios a los más ricos fue el reclamo unánime del arco opositor en la campaña electoral.
Si bien hubo sectores que interpretaron estas medidas como "ajustes" para enfrentar un futuro inmediato de menor expansión, el gobierno insiste en que se trata de administrar mejor los recursos para seguir empujando la economía.
Después de la victoria, Fernández mantuvo además el ritmo de inauguraciones de obras y otorgamiento de beneficios para sectores sociales postergados. En cambio mostró algunas diferencias en lo que podrían ser sus nuevas alianzas.
Si bien la mandataria suele adoptar las decisiones casi sin consultas desde que falleció su esposo, en octubre de 2010, parece crecer la distancia con la dirigencia de la tradicional Confederación General del Trabajo (CGT), la central sindical de tendencia peronista y la mayor de las dos existentes en la actualidad.
Politólogos sostienen que Fernández tiene a buscar más apoyo en el empresariado industrial y cada vez menos en el líder de la CGT, Hugo Moyano, que genera rechazos en los sectores medios y altos de la sociedad.
Según comentó a IPS el analista Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, la presidenta "trataría de desplazar a Moyano de las posiciones político-sindicales más relevantes que ocupa".
Es que Moyano tiene por delante el desafío de que a mediados de 2012 termina su mandato al frente de la CGT y también en el gobernante Partido Justicialista, del cual es vicepresidente.
Con una oposición política que no amenaza la hegemonía del también llamado kirchnerismo, "mantener alineado al peronismo y a la CGT probablemente sea el desafío político más importante que tendrá la presidenta en 2012", pronosticó el analista.
El año próximo, indicó Fraga, se verá "si ella acepta que el peronismo sigue siendo clave para la gobernabilidad como lo creía Kirchner— o si profundiza su alejamiento de los sectores más tradicionales de su partido en busca de crear un nuevo movimiento político".
El Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) coincide con la evaluación de Ibarómetro. Para esta encuestadora, la imagen positiva de la presidenta está en 66 por ciento de los consultados y, en general, hay optimismo pese a que se sabe que habrá retos que enfrentar.
"Algunos pensaron que las opiniones positivas bajarían por los controles al dólar y la quita de subsidios, pero no fue así", sostuvo Roberto Bacman, director del CEOP. Según su análisis, es minoritario el sector que ahorra en divisas.
Por su parte, Capurro interpretó que "los argentinos sienten que hoy el enemigo está afuera, en la crisis internacional, y le reconocen al gobierno capacidad de gestión y buen manejo económico frente a ese problema mundial".
Según la encuestadora, 54 por ciento de los consultados consideran que su situación personal será mejor en 2012, y 60 por ciento afirma que, en comparación con otras crisis externas, ésta vez Argentina "está mejor preparada". Frente a este panorama, Fernández decidió mantener en general el mismo equipo de ministros que la acompaña hasta hoy, con sólo algunos cambios en puestos dejados vacantes al acceder su titular a un escaño legislativo o designado en otra responsabilidad.
El lugar que dejará al frente del Ministerio de Economía el vicepresidente electo, Amado Boudou, será ocupado por el actual secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino. También se va al parlamento Aníbal Fernández, quien dejará su crucial cargo de jefe de Gabinete (portavoz del gobierno) al joven dirigente Juan Manuel Abal Medina.
En cambio, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, que debía asumir como diputado, fue ratificado en el puesto que ocupa desde 2003, cuando fue nombrado por Kirchner. Lo mismo ocurre con el ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio De Vido.
La confirmación de estos dos ministros marca todo un récord de permanencia en un gabinete de gobierno en Argentina.
Según coinciden en señalar los analistas económicos, hay retos clave para esta segunda etapa: el control de la inflación y el menor crecimiento de Brasil, principal destino de las exportaciones argentinas.