UGANDA: Bibliotecas luchan por sobrevivir

La estudiante Simret Mebrahtu visita poco la Biblioteca Nacional de Uganda, en el centro de la capital. Cada dos semanas va allí para utilizar la conexión a Internet, más barata, si hay disponible alguna computadora.

La Biblioteca Nacional de Uganda necesita mejorar su capacidad tecnológica. Crédito: Andrew Green/IPS
La Biblioteca Nacional de Uganda necesita mejorar su capacidad tecnológica. Crédito: Andrew Green/IPS
Pero cuando están todas ocupadas no hay mucho que hacer salvo sumirse en una enciclopedia y esperar a que alguien termine, dijo. Son pocos los libros de la biblioteca que encuentra interesantes, agregó.

Mebrahtu apoya a la biblioteca de su zona y alienta a sus amigas a visitarla, igual que la mayoría de los usuarios de bibliotecas del país que participaron en un estudio de percepción realizado por EIFL, una organización internacional sin fines de lucro.

Pero también le preocupa que las bibliotecas del país no cuenten con la necesaria infraestructura, tecnología y recursos básicos para atraer nuevos usuarios y hacer que vuelvan regularmente.

EIFL trabaja con bibliotecas de todo el mundo para fomentar el acceso a la información digital, y realiza sus investigaciones en Etiopía, Ghana, Kenia, Tanzania, Uganda y Zimbabwe.
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Monika Elbert, asesora de políticas en esa entidad, dijo haberse dado cuenta de que las bibliotecas en distintos países "tienen una seria escasez de recursos y cuentan con muy poco apoyo político".

Por lo tanto, la organización decidió encuestar a usuarios clave para averiguar cómo se podía mejorar el sistema, señaló Elbert en una entrevista con IPS.

Ella y otros integrantes de EIFL presentaron sus conclusiones en un taller que realizaron el 10 de este mes en Kampala.

Según Ugne Lipeikaite, gerenta de impacto del Programa de Innovación en Bibliotecas Públicas de EIFL, la revelación más interesante fue "la brecha entre la opinión de los usuarios sobre para qué es la biblioteca y la expectativa entre los no-usuarios".

Específicamente, 20 por ciento de quienes no concurren a las bibliotecas esperarían acceder a computadoras si las visitaran. Pero solamente nueve por ciento de las personas que las frecuentan acceden realmente a los programas informáticos que necesitan. Sesenta y tres por ciento de los usuarios calificaron a las computadoras y otros equipos de sus bibliotecas como malos o muy malos.

Además, el estudio halló que una minoría significativa de no-usuarios esperaban encontrar información sobre temas de salud y agricultura, que no siempre hay disponible en las bibliotecas de Uganda.

Otro desafío clave es la falta de infraestructura, tanto física como tecnológica, dijo Elbert. El problema del espacio es obvio en la Biblioteca Nacional de Uganda, a la que Joshua Fredrick Okongo va a estudiar para sus exámenes de la enseñanza secundaria.

Okongo empezó a asistir a ese recinto de lectura incentivado por sus amigos, que le habían dicho que era un lugar tranquilo para estudiar. Cuando llegó dijo que allí la gente estaba hacinada y le preguntó al bibliotecario dónde sentarse.

De todos modos, planea volver hasta haber terminado sus exámenes, porque es "un lindo lugar" donde puede concentrarse.

Pero como ahora se espera que las bibliotecas sean mucho más que lugares tranquilos donde estudiar o consultar un libro, si Uganda quiere expandir el espacio físico de sus bibliotecas, los políticos también deberían mejorar su capacidad tecnológica, sostuvo Elbert.

"Las bibliotecas públicas reviven en otros países, porque resulta obvia de muchas maneras que son necesarias en la era digital", dijo. Y las de Uganda tienen el potencial de ser vitales centros de empleo y capacitación para sus comunidades.

Por ejemplo, EIFL apoya un proyecto que conectará la Biblioteca Nacional a dos bibliotecas regionales: una en la central localidad de Lira y otra en la occidental de Masindi.

El proyecto reclutará a jóvenes desempleados, que podrán utilizar computadoras para actualizar sus currículos y aprender habilidades básicas. También estarán conectados a una base de datos laboral mantenida por la Biblioteca Nacional que enviará mensajes de texto cuando haya cargos vacantes u oportunidades de capacitación.

El objetivo es que esa iniciativa permita que muchas personas puedan encontrar trabajo, dijo Elbert.

Para aprovechar estas nuevas oportunidades tecnológicas, los bibliotecarios tendrán que actualizar sus conocimientos. La investigación de EIFL reveló que la mayoría de ellos tienen escasas habilidades tecnológicas.

Y para que todo esto ocurra, los bibliotecarios también tendrán que asumir un rol adicional: el de activistas. Pese al masivo apoyo a una mayor financiación para las bibliotecas, el dinero sigue sin estar disponible, según el estudio.

Los bibliotecarios y quienes los apoyan tendrán que comprometer más activamente a políticos locales y nacionales para obtener más fondos y reclamar una modernización tecnológica.

"El hallazgo más emocionante e interesante fue la actitud muy positiva hacia las bibliotecas públicas", destacó Elbert.

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