La bangladesí Mosammet Monwara está obligada a caminar más de tres kilómetros día de por medio en busca de agua potable, que carga en un pesado cántaro de barro, para su familia de cinco integrantes.
La acompañan varias mujeres de la aldea de Sharmongolia, en el noroccidental distrito de Rajshahi, en Bangladesh.
Monwara, de 37 años, y sus vecinas recorren largas distancias para encontrar agua potable desde hace más de una década, porque se secaron los pozos entubados que solían utilizar.
"Racionamos el agua potable. Nos bañamos una vez por semana y limpiamos la cocina lo mínimo para ahorrar", señaló Monwara a la concurrida audiencia reunida en el club de la prensa en Dacca para una de las sesiones de los tribunales climáticos, realizada en octubre.
Varias mujeres de otras zonas del país contaron experiencias similares en el tribunal organizado por la organización no gubernamental Bangladesh Unnayan Parishad, el Peoples Forum on the Millennium Development Goals (Foro Popular sobre los Objetivos de Desarrollo para el Milenio) y el Llamado Mundial de Acción contra la Pobreza.
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"Perdí mi casa en la ribera del río Tista cuatro veces en los últimos cinco años por la erosión", relató Rubina Akhtar, de la aldea de Char Mornia, en la norteña subdivisión de Gangachara en el distrito de Rangpur.
"Durante la temporada monzónica pasada, cuando nos estábamos instalando en un nuevo lugar, lejos del dique, la erosión se llevó todo, incluida nuestra barca de pesca", añadió.
"Ahora vivimos al aire libre cerca de un establecimiento ganadero", indicó Akhtar, de 25 años. "Comemos cuando alguien es generoso", apuntó la mujer, con cuatro hijos pequeños.
El esposo de Akhtar era pescador y ganaba el equivalente a cinco dólares por semana, pero empezó a mendigar tras perder la barca y las pertenencias familiares.
Dipali Mandal vive en la aldea Jatindranagar, en el meridional distrito de Satkhira, vecino del mayor bosque de manglares del mundo, Sundarbans. "Mi esposo ganaba bien con cultivos de estación. Éramos una familia feliz con un ingreso de entre 400 y 500 dólares por temporada" de cuatro meses, relató la mujer de 42 años.
"Pero los suelos salinos nos dejaron sin un céntimo", se lamentó.
"Los agricultores como mi esposo ya no pueden trabajar la tierra por la salinidad del suelo. Antes no era así. De hecho, en invierno cultivaban verduras para vender en grandes ciudades como Dacca, Khulna y Rajshahi para aumentar los ingresos", relató.
Bobita Begum, de la aldea Hatgacha, en el noroccidental distrito de Sirajganj, sufrió una experiencia angustiante. "Perdí 11 veces mis pertenencias. La primera vez vivía con mis padres. Cuando me casé y me mudé con mi esposo pensé estar a salvo de la erosión", relató la mujer de 26 años.
"El año pasado perdí a mi hijo durante una repentina erosión del río ocurrida en la noche", señaló angustiada. "No hay escapatoria", añadió.
La topografía deltaica de Bangladesh, con prolongadas sequías en el noroeste y frecuentes erosiones y desbordes de ríos, está en un punto en el que no puede albergar a sus 135 millones de habitantes. La densidad de población es de 1.100 personas por kilómetro cuadrado.
Proyecciones del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), de la Organización de las Naciones Unidas, señalan que 17 por ciento del país podrá quedar sumergido para 2050, con varios millones de personas obligadas a abandonar la zona costera.
Los miles de kilómetros de Barind, en el norte del país, otrora huertos frutícolas con diversidad de cultivos, ahora ya son tierras estériles.
"En una época, los empresarios de Dacca nos pagaban la producción de arroz por adelantado. Suministrábamos toneladas de granos de buena calidad a muchas ciudades", relató Kwaza Nizamuddin, quien emigró a la capital hace 15 años en busca de un empleo alternativo.
Estudios de la Corporación de Desarrollo Agrícola de Bangladesh revelan que 400.000 bombas de agua para irrigación, la mayoría en el noroeste del país, se secaron por la disminución del agua subterránea.
Las intensas inundaciones y la erosión fluvial, las prolongadas sequías, las lluvias incesantes y los niveles de salinidad extremos obligaron a millones de personas a emigrar en busca de una vida mejor. Los más perjudicados son los agricultores y los pescadores.
Más de 200 ríos que serpentean por el país sufrieron importantes procesos de sedimentación y formaron vastas extensiones de tierras estériles. Las personas que construyen sus viviendas, la mayoría de bambú, pierden todo cuando se inundan las zonas que fueron lechos fluviales.
"Es hora de actuar. Ya esperamos demasiado. Las víctimas necesitan protección, empleo y apoyo. Se ignoran muchos asuntos importantes", dijo a IPS el activista Abdul Awal, uno de los organizadores del tribunal.
Las mujeres tienen una larga lista de reclamos sobre protección en casos de inundaciones, erosión del río y los ciclones, acceso al agua potable, reforestación, mantenimiento de caminos, refugios para cuando hay desastres, créditos sin intereses, centros de salud y educativos en zonas de difícil acceso y compromiso político para el desarrollo.
Qazi Kholiquzzaman Ahmad, integrante del IPCC, dijo a IPS que las naciones industrializadas "son responsables del cambio climático. Además de compensación económica, les pedimos tecnología y apoyo para construir capacidades y reducir nuestra vulnerabilidad".
"Nuestra propuesta contempla reducir las emisiones de dióxido de carbono en 40 por ciento para 2020 y 95 por ciento para 2050", indicó.
Bangladesh ya tiene un plan de acción para reducir la vulnerabilidad frente a desastres naturales, pero se necesita intervención internacional, señaló Kholiquzzaman, quien presidió como invitado el tribunal climático de Dacca.
"El gobierno destinó 90 millones de dólares al año para los próximos tres con el fin de paliar los efectos del recalentamiento global en Bangladesh, lo que demuestra compromiso político y seriedad", añadió Kholiquzzaman, presidente fundador de la organización Bangladesh Unnayan Parishad.
El jurado, integrado por un expresidente de un tribunal de justicia, conocidos activistas de derechos humanos y voluntarios de organizaciones de la sociedad civil, llamó a crear una corte internacional para que haya justicia para las víctimas del cambio climático.