La previsible ausencia de acuerdos obligatorios para estabilizar el clima terrestre abre la rendija para concertar espacios latinoamericanos de cooperación que permitan adaptarse a los severos efectos del cambio climático.
Algunas iniciativas dan sus primeros pasos. Pero los resultados de la 17 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17), que se celebra desde el 28 de este mes al 9 de diciembre en la ciudad sudafricana de Durban, podrían operar como un acelerador.
En agosto, Belice, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana formaron el Programa Intergubernamental de Cooperación Cambio Climático – Oportunidades y Desafíos en la Agricultura (Prica-Ado), que busca crear una red científico-técnica, fortalecer la capacidad de los entes nacionales y regionales y apoyar a los gobiernos en el diseño y aplicación de políticas públicas.
Las transformaciones que ya se ven en el agro se traducen "en la necesidad de modelos de gestión del territorio y de la agricultura que tengan la capacidad de prever y ajustarse a los cambios", dijo a Tierramérica la líder del proyecto en la oficina mexicana del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, Martha Alviar.
"Ello exige políticas públicas para la adaptación en ordenamiento territorial, desarrollo tecnológico, financiamiento del riesgo, infraestructura, estrategias de conservación, conocimiento y uso de la oferta ambiental", detalló Alviar, especialista en geomática para planificación territorial.
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El Caribe y Mesoamérica (sur de México y América Central) están especialmente expuestos a sequías potentes y ciclones devastadores. La agricultura está sujeta a nuevos patrones de frecuencia e intensidad de lluvias, alteraciones en el estado de los suelos y variaciones en los rendimientos.
América Central, México y el noreste de Brasil están entre las regiones que, según evidencias que permiten mediana certeza, soportarán sequías más intensas en este siglo, afirma el informe especial sobre manejo de riesgo de eventos extremos y desastres, aprobado el 18 de este mes por los gobiernos integrantes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Hay una probabilidad de entre 66 y 100 por ciento de que aumente la velocidad de los vientos de los huracanes, como los que se forman cada año en el mar Caribe y el golfo de México, si bien es probable también que no crezca e incluso que se reduzca la cantidad de ciclones tropicales, sostiene el informe.
En 2012, el Prica-Ado elaborará un diagnóstico de la subregión, basado en los sistemas agroecológicos, para generar unidades que gestionen la adaptación.
"La definición y la valoración de los agroecosistemas, la generación de escenarios geo-prospectivos y la gestión de políticas públicas constituyen las dimensiones en las que el programa impulsará la toma de decisiones y la acción colectiva de los gobiernos, científicos y productores agrícolas de los países", anunció Alviar.
Pero los desafíos son muchos.
"La institucionalidad todavía no ha evolucionado para asumir el desafío de la adaptación o de la reducción de riesgos y vulnerabilidad", indicó a Tierramérica el economista del Programa Salvadoreño de Investigación sobre Desarrollo y Medio Ambiente (Prisma), Nelson Cuéllar.
"Tenemos en la región una forma de abordar la temática de manera sectorial, y el cambio climático no se puede enfrentar" así, enfatizó.
En 2008 se adoptó la Estrategia Regional Agroambiental y de Salud en Centroamérica 2009-2024. Dos años más tarde se implementó el Plan Ambiental de la Región Centroamericana 2010-2014 y este año arrancó la Estrategia Regional de Cambio Climático.
Difícilmente la COP 17 adopte un acuerdo vinculante para disminuir los gases de efecto invernadero o un segundo período de compromisos del Protocolo de Kyoto, que suceda al que se extinguirá en 2012 y que es el único tratado obligatorio para mitigar el cambio climático.
Fundado en que la liberación de gases invernadero de las actividades humanas está propiciando el calentamiento global, el protocolo obliga a los países ricos que lo ratificaron a abatir sus emisiones a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990. Pero esa meta no se cumplirá, como estaba previsto, en 2012.
En América del Sur, mientras tanto, no se avizora un espacio regional para hacer frente al drama climático, pese a las lluvias torrenciales que azotaron este año Colombia y Venezuela, al acelerado derretimiento de glaciares en la zona andina y a la deforestación de la Amazonia.
Es que "prevalece el individualismo", y la potencia regional, Brasil, "como país medio desarrollado y medio en desarrollo, quiere disfrutar (las ventajas) del Grupo de los 77 y de los países desarrollados, caminando en la cuerda floja", dijo a Tierramérica el especialista en negociaciones internacionales sobre cambio climático, Morrow Gaines, de la organización no gubernamental brasileña Vitae Civilis.
Para Maureen Santos, especialista en negociaciones internacionales de la Federación de Órganos de Asistencia Social y Educacional, se debería crear un fondo que contenga proyectos de adaptación en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), y una reunión especializada en ambiente en el Mercado Común del Sur (Mercosur) y en otras instancias de integración.
"Activar en el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y en la Unasur la discusión sobre energía" podría ayudar a componer un plan regional para el cambio climático, sostuvo.
De hecho, varias propuestas de reuniones especializadas del Mercosur se convirtieron en políticas regionales. "¿Por qué no una reunión sobre clima?", planteó Santos.
Para Gaines, copresidente del Consejo de la Red de Acción Climática Internacional, "el foro más apropiado" para tratar la adaptación sería la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), porque ya promovió discusiones al respecto.
En las zonas más vulnerables, como América Central, hay respuestas gubernamentales destinadas a reducir daños.
El Salvador acogerá el 16 de diciembre una reunión del Grupo Consultivo para la Reconstrucción, formado por los presidentes centroamericanos, para abordar los efectos de las lluvias devastadoras que soportó el istmo en septiembre y octubre.
"Mucho de lo que se haga dependerá de cuánto financiamiento se pueda movilizar, pero el financiamiento no es suficiente. Hay desafíos institucionales que son una restricción fuerte para implementar acciones con sentido más integrado", insistió Cuéllar.
Pero el dinero también importa.
De los 30.000 millones de dólares comprometidos por los países ricos para medidas de adaptación y mitigación solo se han entregado 8.585 millones, según datos del británico Instituto para el Desarrollo en Países Extranjeros (ODI, por sus siglas en inglés). En la región, apenas México y Perú han recibido recursos para cuatro programas.
* El autor es corresponsal de IPS. Con aportes de Edgardo Ayala (El Salvador) y Mario Osava (Río de Janeiro). Este artículo fue publicado originalmente el 26 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica y es parte de una serie apoyada por la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN).