Un programa para la gestión sostenible de la cuenca del Plata, que involucra a cinco países sudamericanos, comenzó a andar con una renovada voluntad política de preservar sus recursos naturales y muy rica biodiversidad.
Las presidentas Cristina Fernández, de Argentina, y Dilma Rousseff, de Brasil, junto a sus pares Evo Morales, de Bolivia, Fernando Lugo, de Paraguay, y José Mujica, de Uruguay, "están tirando para adelante, lo cual permitió avanzar", dijo a IPS la embajadora argentina Mónica Troadello, representante política en el Comité Intergubernamental Coordinador de los Países de la Cuenca del Plata.
Troadello remarcó que, así como en otras etapas era habitual apelar a consultores externos para estudiar el potencial de los recursos, ahora son los propios técnicos nacionales de cada cancillería los que trabajan con una mirada regional.
Esa nueva mirada también abarca el concepto de desarrollo. "Durante décadas, al hablar de desarrollo se pensaba en lo económico y productivo, pero ahora para nosotros lo primero es el desarrollo humano", subrayó.
Desde esta perspectiva, la funcionaria señaló que los gobiernos tomaron conciencia de la importancia de los recursos de la cuenca que, además de las aguas dulces superficiales, alberga bajo tierra el inmenso acuífero Guaraní.
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La Cuenca del Plata, que se extiende por cinco países y abarca 3,1 millones de kilómetros cuadrados, es una de las cinco más grandes del mundo y la segunda más extensa de América del Sur después del Amazonas, pero es mucho más poblada y productiva que esta última.
Considerada una de las reservas con mayor volumen de agua dulce del mundo, la región cobija a 100 millones de personas y genera 70 por ciento del producto bruto de los cincos países que la contienen. Es que incluye algunas de las ciudades más importantes de América como Asunción, Buenos Aires, Brasilia, Montevideo y Sâo Paulo.
Nace en el Pantanal, en Brasil, y baja hasta el Río de la Plata, que baña las costas de Argentina y Uruguay y desemboca en el océano Atlántico. Incluye también a los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay, con sus respectivos afluentes, en un sistema donde hay 150 represas, tres de ellas grande complejos hidroeléctricos binacionales.
Dentro de la cuenca hay ecosistemas de rica biodiversidad, como el Gran Chaco Americano. En Argentina están las praderas y la pampa húmeda, el Delta del Paraná y los esteros y bañados del noreste. En Brasil se encuentran el Pantanal, el Cerrado (especie de sabana en una extensa área central del país) y la Mata Atlántica, bosque tropical húmedo que abarca hoy 17 estados.
De ahí que resulte necesario el abordaje regional de la cuenca y la protección conjunta de sus recursos frente a nuevos retos como el cambio climático, la escasez de agua, la deforestación, la sobrepesca, la contaminación por agroquímicos y otros.
"Celebramos las iniciativas enfocadas a la cuenca como un gran sistema integrado donde la sustentabilidad ambiental es la base de la económica, social y política", declaró a IPS Jorge Cappato, de la Fundación Proteger, sobre el río Paraná, que trabaja en temas de agua, humedales y pesca. Cappato recordó que expertos de la organización ambientalista internacional World Wildlife Fund (Fondo Mundial para la Naturaleza) colocaron a la cuenca del Plata entre las tres más amenazadas del planeta. "En esta cuenca se está experimentando uno de los mayores crecimientos productivos del mundo. Pero el aumento de los monocultivos, la deforestación y la construcción de represas representan severas amenazas", alertó.
"Si no se protege el capital natural, se termina consumiendo a éste y hasta los intereses con la consecuencia de costos impagables y vulnerabilidad", añadió.
El programa marco, lanzado formalmente en octubre, prevé una serie de medidas conjuntas para el diagnóstico del Estado de la cuenca, y las posibles acciones que debe poner en marcha cada país para la preservación de los recursos compartidos.
"En el último año y medio, la coincidencia entre los países fue de tal magnitud que el avance del trabajo en la cuenca fue extraordinario", dijo Troadello, representante del también llamado CIC Plata. Este equipo multilateral nació en 1967 y dos años después se firmó el Tratado de la Cuenca del Plata, que dio mayor institucionalidad a la construcción común.
Mediante el Tratado se avanzó sobre todo en la integración física de los países parte del acuerdo y en las grandes obras de infraestructura con aprovechamiento de los recursos, pero sin mayor conciencia sobre el impacto ambiental de las obras.
Luego el CIC Plata ingresó en una etapa de escasa incidencia y pocos recursos, contó la funcionaria. Ahora, en cambio, "hubo coincidencia entre los países y se comenzó a trabajar en un programa marco", aplaudió.
El objetivo es hacer el seguimiento de la cuenca del Plata, su balance hídrico, detectar los principales desafíos que enfrenta la región y delinear estrategias concretas de trabajo para la gestión integral de los recursos a partir de 2015.
"La tendencia mundial es hacia un observatorio multidisciplinario que detecte los problemas, por ejemplo el aumento de la temperatura promedio, y que a partir de ese dato se planteen las acciones prospectivas", explicó.
"Tenemos seis por ciento de la población mundial y 20 por ciento de los recursos hídricos, mientras que países como China tienen esos indicadores invertidos", ejemplificó.
Troadello, nacida en la occidental provincia de Mendoza, una región seca que depende del agua de deshielo de la cordillera de los Andes, señaló además la riqueza del sistema del Plata comparando el volumen de agua que contiene.
Mientras que en Mendoza la media del movimiento de agua es de 50 metros cúbicos por segundo, en la cuenca el promedio es de 22.000 metros cúbicos por segundo. "Es un volumen inmenso, con una extraordinaria capacidad de recuperación", destacó.
"Si logramos emparentar a la cuenca del Plata con la cuenca Amazónica, el destino de América del Sur se torna muy interesante", sostuvo.