La abundancia de armas en manos de civiles en Pakistán, en especial en el norte, impacta cada vez más en las mujeres, que son víctimas de asesinatos de «honor» y de sangrientas disputas domésticas.
El analista de seguridad Mohammad Saad, un brigadier retirado, aseguró a IPS que "65 por ciento de las mujeres asesinadas lo fueron por armas de fuego en crímenes 'de honor' y de violencia doméstica".
El problema es que hay armas pequeñas de fácil acceso, señaló Saad, mencionando un estudio realizado por la Fundación Awaz. Es común que por cualquier cuestión insignificante, los hombres tomen una pistola y maten a las mujeres, apuntó.
Es un drama nacional, pero las mujeres de la provincia Khyber Pakhtunkhwa y de las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA), en el norte, son particularmente vulnerables a la proliferación de armas fabricadas allí, en especial en el pueblo de Darra Adamkhel, dedicado a esa industria.
"La mayoría de las armas empleadas contra las mujeres son ilegales y de fabricación local", indicó Saad.
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En 2010 murieron 719 mujeres, 381 eran de Punjab, 161 de Khyber Pakhtunkhwa y 160 de Sindh, señaló Shabina Ayaz, de la Fundación Aurat, con sede en Islamabad, que lucha desde 1986 por los derechos femeninos en este país.
Pero en las FATA no suelen denunciarse las muertes en la prensa ni en la policía ni en los hospitales. Los asesinatos por honor rara vez se divulgan. Los responsables suelen quedar impunes.
"Hemos lanzado campañas agresivas buscando leyes estrictas para frenar la proliferación de armas y salvar mujeres", dijo Ayaz a IPS. La Fundación divulgó el año pasado el estudio "Situación de la Violencia contra la Mujer en Pakistán", que subraya la amenaza que pende sobre ellas.
La clave para terminar la violencia armada contra las mujeres es eliminar los artefactos pequeños, apuntó.
La insurgencia del movimiento islamista afgano Talibán en las FATA y el norte de Pakistán dejó a las mujeres al filo de la navaja, señaló Murtaza Khan, de la organización Acción contra las Armas Pequeñas.
"La facilidad de adquirirlas baratas promovió su uso y multiplicó los problemas para las mujeres, ya marginadas en una sociedad tribal y patriarcal", dijo Khan a IPS.
Algunas mujeres perdieron la vida por "causas" tan intrascendentes como demorar en servir la comida o en planchar la ropa del marido, apuntó.
La proliferación de armas aumentó su uso puertas adentro.
"Niños de unos 10 años reciben entrenamiento para usar fusiles AK-47 en las FATA y Khyber Pakhtunkhwa. En algunas zonas, la exhibición de armas es un símbolo de estatus", indicó Khan.
"Es un gran problema", coincidió el oficial de policía Kareem Khan, de Peshawar. En un caso, un hombre mató a su esposa porque no le lustró los zapatos a tiempo, contó. "El bajo precio permite que lleguen a la gente pobre", dijo a IPS.
Tres décadas de intenso conflicto armado dejaron a la región inundada de todo tipo de armas, desde pistolas compactas con forma de bolígrafo estilo de James Bond hasta fusiles Kalashnikov y cañones antiaéreos.
Esta enorme cantidad de armas pequeñas en manos civiles influye directamente en la seguridad interna y obstaculiza el desarrollo, dijo Saad a IPS. "Tenemos que desarmar a la sociedad para que sea más segura", añadió.
Los llamados al desarme civil surgieron tras cientos de muertes ocurridas en julio y agosto por enfrentamientos entre los pashtunes y los mohajirs, urduhablantes originarios de India y bien armados, en la meridional ciudad portuaria de Karachi.
"La tradicional fascinación de los pashtunes por las armas deriva de la guerra de los muyahidines contra la ocupación soviética de Afganistán, el posterior y cruento conflicto civil que fortaleció al Talibán y la consecuente invasión de Estados Unidos en 2001", explicó Saad.
Los pashtunes representan 17 por ciento de los 175 millones de habitantes de Pakistán y son el principal grupo étnico después de los punyabíes. En Afganistán constituyen 42 por ciento de su población de 29 millones de personas.
Los pashtunes dependían inicialmente de la industria armamentista local, que se remonta al siglo XVIII. La llegada de armamento más sofisticado le cupo a Estados Unidos, que suministró a los combatientes muyahidín de armas pequeñas, lanza-cohetes y lanzamisiles de hombro para abatir aeronaves soviéticas.