La congoleña Angeline Mwarusena, de 61 años, está sentada en un pequeño banco de madera frente a su choza, cabeza gacha y hombros caídos. Con voz apenas audible relata cómo fue violada por tres combatientes de las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR).
Hace cuatro años, tres hombres del FDLR ingresaron a su casa, la golpearon y la violaron reiteradas veces, uno tras otro.
"Desde entonces, cada vez que escucho un ruido, me sobresalto. En las noches me escondo en la selva porque tengo miedo de que vuelvan", señaló Mwarusena, quien vive en Katana con sus nueve hijos.
Katana es una pequeña aldea cerca de Bukavu, capital de la provincia de Kivu Sur, en el este de República Democrática del Congo (RDC).
Durante mucho tiempo, las milicias regresaban cada 15 días robaban la cosecha y el ganado, violaban a las mujeres y mataban a quien se interpusiera. Todavía suelen venir con regularidad, apuntó.
[related_articles]
El trauma le dejó secuelas emocionales y físicas. Durante tres años, Mwarusena debió ser tratarse por fisuras vaginales producto de la violencia con que fue agredida. Desde ese momento vive en una pobreza absoluta porque teme salir de la aldea para cultivar mandioca, que vendía antes del ataque.
"Es una vida espantosa. Preferiría morir", susurró.
El hospital Panzi de Bukavu está lleno de mujeres víctimas de violencia sexual. Cada una de ellas tiene una historia similar a la de Mwarusena.
No hay estadísticas oficiales sobre el problema en República Democrática del Congo, pero el director del hospital, Denis Mukwege, señaló que 4.500 mujeres fueron ingresadas por violación en 2010. Él cree que hay miles que no hacen la denuncia ni buscan atención médica.
"La mayoría de las mujeres nunca figurará en una estadística", señaló Mukwege.
El ejército congoleño se enfrentó durante años con diversos grupos armados de este país y de los vecinos que pretendían acceder al poder político y a los recursos naturales. El conflicto dejó cuatro millones de personas muertas y afectó psicológicamente a gran parte de la población, en especial en el este, en la frontera con Ruanda.
RDC vive en paz desde diciembre de 2002, cuando los bandos enfrentados firmaron un primer acuerdo de paz, seguido de otro suscrito en Kivu Norte en junio de 2008, pero los combates no cesaron.
Los intereses nacionales e internacionales puestos en la vasta riqueza mineral del país hacen que la situación en todo el territorio, y en especial el este, sea inestable. RDC tiene la tercera reserva mundial de cobalto y diamante, 70 por ciento de la de coltán, utilizado en la electrónica, y una gran cantidad de oro y cobre.
Pero también hay razones políticas para la violencia actual. Los rebeldes ruandeses del FDLR siguen operativos y se retiraron a la selva y a las montañas del este donde se preparan para regresar al poder en Ruanda, de donde se fueron desplazados tras el genocidio de 1994.
Como grupo guerrillero aislado, el FDLR recurre al robo de ganado y cultivos para alimentar a sus combatientes.
"La violación es un arma de guerra psicológica que se usa para atemorizar y someter a la población. Hay violaciones masivas regulares de mujeres en aldeas enteras y asesinatos de hombres", explicó Zawadi Nabintu, director de Dorcas House, institución que ayuda a las víctimas y que está ubicada al lado del hospital Panzi.
Con terapia psicológica y ayuda, que incluye formas para generar ingresos, el equipo de Nabintu trata de ayudar a las sobrevivientes a reintegrarse a la sociedad.
"Tenemos un doble problema porque la mayoría de las mujeres son rechazadas por sus familias. Entonces también tratamos de ayudarlas a ser independientes desde el punto de vista económico", indicó Nabintu.
Una de sus pacientes es una adolescente. Hace tres años, hombres armados ingresaron a su casa en Bunjakiri, 80 kilómetros al noroeste de Bukavu, la violaron y asesinaron a sus padres frente a ella.
"Me secuestraron, me violaron varias veces y me golpearon; me tuvieron de rehén obligándome a trabajar en el campo para ellos", relató la muchacha hoy de 17 años. Al mes de cautiverio, cuando logró escapar, ya estaba embarazada.
Ahora vive en Dorcas House con su hija de dos años llamada Baraka, (bendición, en swahili), pese a ser producto de una violación. Con ayuda psicológica, supera de a poco el trauma y pudo regresar a la escuela.
El apoyo que ha recibido le ha dado nueva esperanza. "Cuando termine la secundaria quiero estudiar medicina para curar gente", señaló.
Pero la mayoría de las mujeres y adolescentes se las tienen que arreglar con mucho menos. Unas 17.500 personas fueron violadas en RDC, unas 48 al día, según un informe no publicado del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
"Eso lo convierte en el país con mayor violaciones del mundo", señaló Audrey Shematsi, directora de Action Aid Goma en Kivu Norte, tan afectada como Kivu Sur.
La mayoría de los casos no se denuncian y solo alrededor de 10 por ciento de estos terminan en la justicia, con una proporción aun menor que termina en condena, añadió. "No hay justicia para las mujeres. El sistema es inaccesible. La corrupción es un hecho. Los casos se alargan semanas, meses, si es que concluyen con un veredicto", se lamentó.
Sin paz ni justicia, las mujeres de RDC siguen siendo uno de los sectores más vulnerables de la población mundial.