El contundente triunfo de la presidenta de Argentina Cristina Fernández, reelecta con 53,96 por ciento de los votos según datos oficiales tras escrutarse 98,25 por ciento de las mesas, despierta interrogantes sobre cómo manejará su supremacía.
Concluida la jornada electoral de este domingo 23, la mandataria convocó "a todos los argentinos a la unidad nacional". "Que no nos distraigan con enfrentamientos inútiles", dijo conmocionada por la magnitud del apoyo recibido.
"Tuve el honor de ser la primera mujer en ser electa presidenta, y la primera mujer en ser reelecta presidenta ¿Qué más puedo pedir? Solo quiero contribuir, cooperar para seguir agrandando la Argentina", dijo en su primera alocución.
Por primera vez en la historia electoral argentina se abre un tercer gobierno consecutivo del mismo signo político, tras la administración del fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y de la primera gestión de Fernández, iniciada en 2007.
Con más de 98,25 por ciento de las mesas escrutadas, Fernández obtenía 53,96 por ciento de los sufragios frente a 16,87 por ciento del socialista Hermes Binner, gobernador de la oriental provincia de Santa Fe.https://www.ipsnoticias.net/edicionweb/newsNotMain.asp?id=99420
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Fernández encabeza el Frente para la Victoria, una corriente de centroizquierda del Partido Justicialista que fundaron ella y su esposo, muerto en 2010. Pero algunos observadores ya advierten que se está en vísperas de un nuevo movimiento: el "cristinismo".
Esa corriente, ya sin la impronta de Kirchner, estará liderada por una mandataria más cercana al electorado y que confrontará menos con partidos opositores débiles que con los caudillos provinciales del justicialismo, anticipan.
Si la continuidad refrendada este domingo se confirma en mayorías parlamentarias propias, crecería la inquietud por la eventual concentración del poder, sin un contrapeso decisivo en el Congreso legislativo, ya que la oposición hizo su peor elección.
En campaña, algunos opositores se limitaron a agitar el fantasma del personalismo y de la supuesta hegemonía parlamentaria que se avecinaban, y se referían también al presunto interés del partido gobernante de perpetuar a Fernández en el gobierno.
Aludían así a la posibilidad de reemplazar el sistema presidencialista por uno parlamentario que habilite la reelección indefinida del primer ministro, mientras el actual sólo permite dos mandatos consecutivos de quien ejerce la Presidencia.
El sociólogo Artemio López, de la consultora Equis, dijo a IPS que "los temores constituyen una exageración". El oficialismo no llegará al quórum propio, que es la mitad más uno de los legisladores, estimó.
Para tener semejante mayoría, el Frente para la Victoria necesitaría el respaldo de aliados que no siempre votan a favor de sus proyectos, dijo. Más aun, en los últimos años, el bloque oficialista perdió 12 diputados que pasaron a la oposición.
Por eso, para López esta victoria "no representa un riesgo de poder hegemónico ni mucho menos". Debido a la "fuga" de diputados propios en 2008 y al magro resultado de las legislativas de 2009, la mayoría la ostenta hoy la oposición, dijo.
Esa mayoría permitió a los opositores frenar el proyecto de presupuesto en 2010 y en 2011, y mantener congelada la iniciativa reclamada por la presidenta para limitar la extensión de tierras en manos de extranjeros.
Por otro lado, pese a la pobre cosecha de la opositora Unión Cívica Radical cuyo candidato Ricardo Alfonsín figura tercero con 11,15 por ciento de los votos en el recuento parcial, se mantendrá como la segunda fuerza con más legisladores.
Hay quienes creen que el resultado de estos comicios podría marcar el inicio de una era "cristinista", comentó a IPS el sociólogo Ricardo Sidicaro, autor de "Los tres peronismos", entre otros ensayos sobre política.
Actualmente no existe un Partido Justicialista como tal que sostenga al oficialismo, sino que éste se apoya en un acuerdo del Poder Ejecutivo con partidos justicialistas del interior, sostiene Sidicaro, profesor de la Universidad de Buenos Aires.
Esos acuerdos no llegan, dijo, a la categoría de una alianza de gobierno. De hecho, muchos legisladores provinciales no se consideran representantes del partido o de los votantes, sino del gobernador, ejemplificó.
Esas agrupaciones tienen líderes territoriales con aspiraciones de gobernar, recordó Sidicaro, como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, reelecto este domingo.
De momento, el Ejecutivo mantiene esas ambiciones "controladas", remarcó, merced al fuerte caudal de votos de Fernández y al flujo de recursos monetarios que van hacia las provincias para obras públicas y políticas sociales.
Pero esos caudillos no son del todo "fieles" al gobierno en momentos de crisis o de caída de la popularidad presidencial, como ya ocurrió en 2008, cuando algunos se alejaron del oficialismo.
En ese aspecto, el "cristinismo" puede ser un movimiento que empuje una reforma constitucional para que la presidenta mantenga su poder o "puede ser una oportunidad para crear un nuevo partido", según Sidicaro.
En ambos casos, señaló, el conflicto no será entre el gobierno y la oposición, sino entre el Ejecutivo y ese abanico de gobernadores provinciales expectantes a los que no les gusta la idea de que la mandataria "se eternice" en el cargo.
Para Fabián Perechodnik de la consultora Poliarquía, con el triunfo se abre "una nueva etapa" en la que Fernández tendrá "el protagonismo exclusivo de la escena".
"Antes su gobierno tuvo la impronta de Kirchner, y después de su muerte fue el recuerdo de él que impregnó el gobierno de ella, pero ahora ella es la figura exclusiva y excluyente en el centro de la escena", insistió.
Ese protagonismo permitirá a la fuerza gobernante ordenarse detrás de su figura, al menos en los primeros años de su segunda gestión, que se iniciará el 10 de diciembre, hasta que se acerque el fin del mandato y se desate la pelea por la sucesión.