Si las campesinas tuvieran más herramientas y recursos, entre 100 y 150 millones de personas podrían dejar de pasar hambre en el mundo.
El mensaje fue difundido por Josette Sheeran, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en un encuentro dedicado al empoderamiento de mujeres rurales en materia de seguridad alimentaria y nutrición, realizado en el marco de la Asamblea General.
En la reunión de la semana pasada, que contó con el patrocinio de ONU Mujeres y del PMA, entre varios organismos más, se reunieron organizaciones comunitarias y representantes del sector privado y de gobiernos para plasmar una "nueva coalición que marque la diferencia", señaló Sheeran.
En octubre se reunirá el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial en la sede del PMA en Roma, a la que seguirá la 56 sesión de la Comisión sobre el Estatus de las Mujeres el año próximo. Son dos oportunidades para fortalecer el papel de las campesinas de alivio a la pobreza y erradicación del hambre.
El director ejecutivo de la compañía Unilever, Paul Polman, destacó la nueva iniciativa Project Laser Beam, en la que el Programa Mundial de Alimentos y sus socios corporativos, DSM, la Alianza Global para la Nutrición Mejorada (GAIN, por sus siglas en inglés), Kraft Foods, se reunieron para combatir la desnutrición infantil en Bangladesh e India.
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"El programa se concentra en mujeres, agricultura, consolidación de productores de pequeña escala, salud, higiene y escolarización femenina. No me sorprende porque descubrimos, como empresarios que somos, que seguramente obtendremos más beneficios de esas inversiones que de otras que hacemos", indicó Polman.
ONU Mujeres y la firma estadounidense Coca-Cola también anunciaron un acuerdo para eliminar las barreras que encuentran las empresarias en el terreno mediante programas de capacitación y servicios financieros.
El informe sobre el estado mundial de la alimentación y la agricultura 2010-2011, realizado por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), concluyó que cuando las mujeres reciben ingresos adicionales invierten más que los hombres en alimento, asistencia médica, vestimenta y enseñanza de sus hijos. Eso tiene consecuencias en el crecimiento económico al mejorar la salud, la nutrición y la educación del país.
Ellas suelen tener menos recursos productivos, como educación, tierra, ganado, tecnología, trabajo, servicios financieros, entre otros, que los hombres, según la FAO.
"Si las mujeres contaran con los mismos recursos productivos que los hombres, la producción agrícola en los países en desarrollo crecería entre 2,5 y cuatro por ciento y se reduciría la cantidad de personas con hambre entre 12 y 17 por ciento", señala el informe.
"Hay personas que no tienen suficientes alimentos y necesitan ayuda inmediata", señaló la agricultora Anne Itto, exministra interina de Agricultura y Silvicultura de Sudán del Sur.
La asistencia debe estar bien dirigida para que los "alimentos no terminen en el mercado local", lo que reduce los precios, apuntó.
"Para quienes tienen capacidad y quieren trabajar a largo plazo, lo primero es la capacitación, proveer conocimiento necesario y habilidades para las mujeres a fin de fomentar el acceso a insumos agrícolas como semillas optimizadas y mejor tecnología y equipamiento", señaló.
"Pero no pueden obtenerlo a menos que tengan acceso a servicios financieros", añadió.
Es importante relacionar a las mujeres con el mercado, pues la "mayoría de los granos no se pueden almacenar más de dos o tres meses", remarcó Itto.
Permitir que las mujeres soliciten préstamos tendrá un impacto positivo sobre la seguridad alimentaria porque podrán pagar mejores semillas y herramientas y producir más, añadió.
"Creo que las mujeres hicieron su trabajo", observó. "Ahora es el turno del gobierno, de actores humanitarios y del sector privado de asociarse con ellas para que puedan seguir alimentando a sus familias y contribuyendo a la construcción del país", concluyó.