Lucía y su familia salieron de su comunidad guatemalteca a las 8 de la mañana para sumarse a la Caravana de la Paz, pero debieron esperar seis horas en el puente Rodolfo Robles, que une esta localidad con Ciudad Hidalgo, en el sureño estado mexicano de Chiapas.
Cuando la marcha encabezada por el poeta mexicano Javier Sicilia y el chihuahuense Julián Le Barón finalmente cruzó hacia Guatemala, Lucía llevaba largo rato cargando a su hijo de un año que, rendido por la espera, dormía ajeno al alboroto en el puente internacional.
"Venimos por la organización (Comité de Unidad Campesina), porque hay mucha inseguridad, mucha pobreza y es mucha la gente a la que matan o extorsionan en México", dijo a IPS esta joven madre.
A unos metros de Lucía, que contaba una historia de miseria y violencia, el poeta mexicano, que se convirtió en símbolo de las víctimas de la violencia en México, besaba la bandera del movimiento campesino guatemalteco y pedía perdón a todos los centroamericanos por el maltrato que sufren en su país cuando buscan un camino migratorio hacia Estados Unidos.
"México no tiene cara ya para presentarse como el país solidario de los tiempos de la Guerra Civil española o de las masacres de las dictaduras latinoamericanas, cuando era ejemplo en la materia", dijo Sicilia.
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"Venimos a decirles a nuestros hermanos del sur que nos perdonen por no haber levantado la voz antes, por no haber tenido la conciencia y la fuerza necesaria para impedir los secuestros y asesinatos que han afectado a miles de mexicanos e inmigrantes" de otros países americanos, agregó.
El movimiento de víctimas de la guerra contra el crimen organizado en México cruzó el río Suchiate el miércoles 14, en la víspera del día que Guatemala celebra su independencia, para hacer, según el mismo Sicilia dijo, lo que el gobierno mexicano debería hacer.
La hondureña Camila Meléndez, maestra y madre de cinco hijos, relató los abusos de "polleros" (traficantes de personas) vinculados a la organización criminal conocida como Los Zetas, especialmente caracterizada por su crueldad, y que según las autoridades opera en buena parte de su país y México.
"Le pedimos a (el presidente de México,) Felipe Calderón, al crimen organizado, que por favor ya basta de jodernos a nosotros los emigrantes", dijo la mujer.
Cada año transitan por México al menos 500.000 personas que salen de sus comunidades huyendo de la pobreza para buscar mejor suerte en Estados Unidos, pero este paso se ha convertido en una trampa mortal para ellos.
El problema saltó a la agenda mexicana en agosto de 2010, cuando fueron localizados en un rancho del norteño estado de Tamaulipas los cuerpos de 72 centroamericanos.
Sicilia calificó de cobardes los actos cometidos por criminales contra los inmigrantes. También fue duro con las autoridades del mexicano Instituto Nacional de Migración y condenó la "vergonzosa" actuación de todos los estamentos del Estado, incapaces de ofrecer garantías a quienes cruzan el país.
Antes de llegar al puente, la Caravana de la Paz había marchado por las calles de Ciudad Hidalgo, con pancartas y consignas en favor de la paz y el respeto a la vida de los inmigrantes. "Ningún ser humano es ilegal", y "no están solos", voceaban los activistas seguidores de Sicilia durante seis días de caravana.
El hijo de Sicilia, Juan Francisco, fue asesinado por el crimen organizado el 28 de marzo. Desde entonces, el poeta se dio a la tarea de articular un movimiento de víctimas de la violencia en México, que según datos oficiales y de organizaciones sociales ya dejó más de 40.000 personas muertas, 10.000 desaparecidas y 700.000 desplazadas desde que Calderón asumió el gobierno en diciembre de 2006.
Esta es la tercera marcha por el país emprendida por Sicilia. La primera, en mayo, fue una caminata de cuatro días de Cuernavaca, la capital del estado de Morelos, a la vecina ciudad de México, donde se propuso un pacto nacional de seis puntos, entre ellos la desmilitarización y cambio de estrategia de seguridad, y la recuperación del tejido social.
La segunda, realizada en junio, recorrió un camino hacia el norte del país pasando por 10 de las urbes más agobiadas por la violencia hasta llegar a la fronteriza Ciudad Juárez, donde se planteó por primera vez la posibilidad de impulsar una ley de víctimas.
Con esta caravana en marcha, que finalizará en la ciudad de México el lunes 19, el movimiento pacifista busca articular a las víctimas que deja esta guerra contra el narcotráfico con las de la violencia estructural de un Estado que criminaliza la pobreza y la protesta social. También busca visibilizar el drama de las personas inmigrantes en su paso por México.
"No se si se consiguió lo que se buscaba, pero esta visita es un estímulo para las organizaciones, para no dejarnos vencer por la indiferencia", dijo a IPS el sacerdote católico Gonzalo Ituarte, ex vicario de la sureña diócesis de San Cristóbal de las Casas, presente en el encuentro del puente internacional.
En la víspera, la caravana visitó a los inmigrantes en el albergue Hermanos del Camino, creado por el sacerdote Alejandro Solalinde, en Ixtepec, Oaxaca, donde los acompañantes de Sicilia, entre quienes se encuentran varios padres y madres que buscan a sus hijos, pudieron platicar con los centroamericanos que esperaban el paso del tren.
Solalinde ha sido uno de los principales defensores de los derechos humanos de los inmigrantes, motivo por el cual ha sido amenazado de muerte en varias ocasiones. En agosto organizó una caravana hacia la ciudad de México para demandar a los senadores que se otorgue una visa de tránsito a los centroamericanos.
"Necesitamos unir esfuerzos, porque Javier solo no va a poder articular todo, como ninguno de nosotros, pero es un movimiento que esta empezando y (que sea la gente del norte la que ahora venga a ver lo que ocurre en el sur) es una pequeña luz para los inmigrantes", dijo a IPS este sacerdote católico.
"En el sur es otra realidad. ¡Qué bueno que vieron una probadita de lo que hemos vivido en el sur durante años!", comentó.