«La identidad no tiene fronteras»

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 afectaron profundamente las relaciones entre Estados Unidos y Europa, por un lado, y África del norte y Medio Oriente, por otro. Hay personas que consideran que ya es hora de tender puentes entre ambos mundos.

Jóvenes de distintos países árabes. Crédito: Christian Papesch/IPS
Jóvenes de distintos países árabes. Crédito: Christian Papesch/IPS
Exactamente 10 años después de los ataques contra Nueva York y Washington, seis mujeres y seis hombres de Argelia, Egipto, Kuwait, y varios países árabes más comenzaron una gira de dos semanas por Estados Unidos y Europa.

Los jóvenes forman parte del Fellowship Program (programa de fraternidad) de la Alianza de las Civilizaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), lanzado el año pasado.

"El 11 de septiembre me afectó como saudita tanto como a los estadounidenses por las acciones de ciertas personas y las reacciones de la mayoría de los gobiernos", señaló Sofana Dahlan, fundadora de Tashkeil, centro multidisciplinario de cultura y diseño en Arabia Saudita, y una de las participantes del programa.

"Los puentes que conectaban nuestras culturas fueron demolidos. Es hora de que nosotros y el pueblo de Estados Unidos los reconstruyamos y recreemos nuevas formas de intercambiar y aceptar las ideas de los otros", dijo a IPS.
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Ese es el objetivo de la Alianza, fundada en 2005 como plataforma para el diálogo y la cooperación que se propone evitar demonizar y estereotipar a ambas partes.

"La Alianza fue creada tras los atentados del 11 de septiembre", señaló Jean-Christophe Bas, asesor de asociación y desarrollo estratégico de la iniciativa.

"El objetivo fue crear comprensión y confianza entre Occidente y el mundo Islámico", apuntó. "La razón detrás del miedo, las tensiones y los conflictos entre las culturas en la mayoría de los casos es pura ignorancia. Es porque la gente no se conoce", añadió.

Conocer la cultura del otro, no a través de los medios de comunicación sino del diálogo directo con dirigentes políticos también es un objetivo clave del programa.

Veinticuatro mujeres y hombres de entre 26 y 38 años considerados líderes emergentes en sus ámbitos de participación, forman parte del programa, 12 de Estados Unidos y Europa y 12 de África del norte y Medio Oriente.

Algunas de las personas que estuvieron en Nueva York la semana pasada, y siguieron rumbo a Washington, Filadelfia, Londres, París y Bruselas, nunca habían estado en Estados Unidos. Sin embargo, Anas Dharweesh, de Siria, sintió familiaridad en este país.

"De hecho me resultó demasiado familiar", señaló la directora de proyectos de Shabab, rama ejecutiva del Fondo para el Desarrollo de Siria. "La cultura estadounidense se esparció por el mundo. Si quieres ver a Estados Unidos está a dos metros tuyo. Tienes la televisión, cualquier película de Hollywood, las comedias y las canciones", añadió.

Pero algunas zonas de Nueva York que visitaron durante su estadía no suelen aparecer en los medios de comunicación.

"Ayer fui al Bronx y fue revelador", dijo a IPS la abogada libanesa Dala Ghandour, quien ya había estado en Estados Unidos.

"No sabía que el país más rico del mundo tuviera ese tipo de pobreza. Me sorprendió la brecha entre los muy ricos y los muy pobres. Es una tendencia que se ve en todo el mundo", observó.

"Hay gente que se hace muy rica mientras otra se hace muy pobre. Es un enorme peligro en todo el mundo porque puede llevar al terrorismo", añadió.

Otra experiencia que los 12 beneficiarios no pueden obtener de los medios es el contacto personal y la oportunidad de conocer en persona comunidades locales y dirigentes, estrecharles la mano, hacerles preguntas e interactuar.

"Nada puede reemplazar a la oportunidad de hablar y ver por sí mismos otro mundo", indicó Bas. "Pueden conversar con quienquiera que consideren relevante y les pueda dar un sentido a su visión de la sociedad, sus valores y creencias. Ese es el principio del programa", añadió.

La estadía incluía una reunión con Jeffrey Sachs, del Instituto de la Tierra, de la Universidad de Columbia, así como una visita a la sede la ONU.

"Siempre tiendes a pensar que esas personas viven en edificios y no son realmente seres humanos, solo los contactas por correo electrónico", indicó Sarah Zaaimi, periodista marroquí y autora del blog premiado Words for Change (palabras para el cambio).

"Pero el objetivo del programa es que los dirigentes entren en contacto con una generación joven porque es algo que no se da en la vida cotidiana. En nuestros países no te imaginas lo difícil que es acceder a ellos", dijo a IPS.

El programa no es solo una oportunidad para conocer Estados Unidos y Europa, sino también para a dirigentes jóvenes de Medio Oriente.

"Incluso la interacción con mis compañeros me da una nueva percepción de la vida y de sus culturas", señaló Sofana Dahlan. "No somos todos iguales. No nos pueden tratar igual solo porque somos árabes o musulmanes. Tenemos que concentrarnos en las personas en vez de estereotipar a Occidente u Oriente", añadió.

En tiempos de cambios políticos, reformas y revoluciones, en especial en África del norte, la interacción entre líderes emergentes, dirigentes del ámbito internacional y otros puede resultar clave para crear nuevas sociedades estables.

Algunos de los beneficiarios del programa tuvieron una participación activa en la llamada Primavera Árabe, a la que ellos no la llaman así.

"Solo decir que somos árabes es un estereotipo", explicó Sarah Zaaimi. "Las identidades no tienen frontera. Son esferas muy complejas que no se pueden dividir. Son construcciones que hacen los políticos, no los seres humanos", añadió.

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