COLUMNA: El idioma se vuelve un arma política en Israel

Al hablar ante el Congreso legislativo de Estados Unidos en mayo, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, presumió de que su país era un faro de libertad en Medio Oriente y África del Norte, y el único lugar donde los árabes «gozaban de reales derechos democráticos».

Es verdad que los ciudadanos palestinos de Israel han tenido algunos derechos democráticos, como el voto. Pero, como el propio Netanyahu dijo al Congreso, el «sendero de la libertad no está construido solo sobre elecciones». En los meses del verano boreal se ha visto una preocupante aceleración de las tendencias antidemocráticas.

En primer lugar, la Knesset (parlamento israelí) aprobó una «ley anti-boicot» (que convierte en delito la protesta pacífica palestina contra Israel), una decisión que fue ampliamente calificada de golpe contra la libertad de expresión y la democracia. Incluso algunos de los más firmes partidarios de Israel expresaron su preocupación.

Ahora legisladores han introducido un proyecto de ley que propone cambiar la definición de Israel como estado «judío y democrático» a «hogar nacional del pueblo judío».

De ser aprobada, la norma pasaría a integrar las leyes fundamentales de Israel, que funcionan como la Constitución.
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Cada vez que surja un conflicto entre los valores democráticos y los tradicionales judíos, la nueva definición de Israel le permitiría a los tribunales y a los legisladores favorecer a estos últimos.

Según el diario Haaretz, el proyecto de ley propuesto también convertiría a la ley religiosa judía en una «fuente de inspiración para la legislatura y las cortes».

Y, en el espíritu de favorecer el carácter judío del Estado, la legislación propuesta también degradaría al idioma árabe, que dejaría de ser uno de los oficiales para convertirse en una lengua con «estatus especial».

El árabe es la lengua madre de 20 por ciento de los ciudadanos israelíes. Ha sido el idioma oficial de esta tierra desde 1924, cuando el mandato británico lo estableció junto al inglés y el hebreo.

MARGINACIÓN LINGÜÍSTICA

Cuando fue creado el Estado de Israel en 1948, el inglés fue suprimido de los libros. Si bien el árabe ha permanecido como idioma oficial, los ciudadanos que lo hablan siempre han recibido un tratamiento de segunda clase.

Muchos formularios de gobierno, incluyendo aquellos para seguridad social y seguros, solo se encuentran en hebreo. Quienes hablan árabe tienen poca representación en el sector público. Entonces, si un ciudadano palestino no habla bien el hebreo se priva de servicios o beneficios que le corresponden por derecho y necesita desesperadamente.

Los resultados son a veces devastadores.

Por ejemplo, en la ciudad de Lod, 25 por ciento de la población es árabe. Pero de los 50 trabajadores sociales que posee, solo dos hablan árabe y ambos son empleados de tiempo parcial.

Después de una ola de violencia doméstica que dejó a tres mujeres árabes de Lod muertas, organizaciones no gubernamentales cuestionaron el compromiso del Estado en la protección de los ciudadanos palestinos. ¿Pudieron estas muertes haber sido prevenidas con un mejor acceso a recursos?

La directora de la organización Mujeres Árabes en el Centro, Samah Salaime-Egbariya, señaló que la tasa de asesinatos es baja en lugares donde aquellos que hablan lengua árabe reciben ayuda.

«En Jaffa, por ejemplo, hay más que unos pocos problemas, incluyendo violencia y drogas, pero ¿por qué es que ninguna mujer ha sido asesinada allí en los últimos 10 años? Porque hay cooperación y han sido destinados recursos tanto por la ciudad como por el Ministerio de Asuntos Sociales», dijo al diario Haaretz.

Los que hablan el segundo idioma oficial de Israel a veces sufren también problemas en el sistema judicial. Gracias a una batalla legal librada por el Centro Legal para los Derechos de la Minoría Árabe en Israel (Adalah, «justicia» en árabe), ahora los que no hablan hebreo tienen derecho a contar con un intérprete gratuito.

Sin embargo, no reciben este servicio en forma automática, y deben pedirlo con anticipación. Y, algunos ni siquiera saben que pueden solicitar esta ayuda. Hace poco me senté en una audiencia en una corte durante la cual un hombre palestino luchaba para articular palabras en hebreo.

La discriminación está presente en el manual de una importante cadena de café, Aroma Tel Aviv, que instruye a los empleados a «hablar solo en hebreo» cuando hay clientes. En numerosas ocasiones, ciudadanos palestinos de Israel han sido despedidos por hablar su lengua madre.

Estos incidentes reflejan la profunda disconformidad de los israelíes judíos cuando escuchan el árabe. Este fenómeno está tan propagado y es tan bien conocido que fue ilustrado en la versión israelí de la serie televisiva británica The Office.

Después de que un empleado judío se preocupa de que Abed, un compañero árabe, estuviera confraternizando «con el enemigo», el gerente establecía la política de que solo se hablara hebreo. En una cómica pero conmovedora escena, Abed hace negociaciones comerciales en hebreo con otro árabe.

DOBLE DISCURSO

Las prohibiciones contra el árabe se encuentran a veces en escuelas israelíes. En Yafo, un director prohibió a ciudadanos palestinos que hablaran su lengua madre. Sin embargo, los estudiantes de origen ruso pueden utilizar libremente en su primer idioma.

Sawsan Zaher, abogado en Adalah, señaló que incluso los que hablaban árabe en el sistema escolar árabe sufrían problemas relacionados con la lengua.

A comienzos de este año, la Asociación Cultural Árabe informó que los libros de texto usados por palestinos ciudadanos de Israel tenían más de 16.000 errores de gramática y de ortografía. Los deslices aparecían en libros de matemáticas, historia, geografía e incluso los mismos para enseñar el árabe.

Esto deja a los estudiantes árabes en doble desventaja, pues aprenden una versión inexacta de su lengua madre y se ven obligados a usar el hebreo.

«El derecho internacional obliga al Estado a respetar la lengua de la minoría», indicó Zaher, añadiendo que la ley de educación pública de Israel, de 1953, también requiere que se reconozca el idioma, la cultura y la religión de las minorías.

Los libros de texto, por tanto, representan una violación tanto del derecho internacional como de las leyes israelíes

Como Israel ha por largo tiempo marginado a la lengua árabe y a los que la hablan, Zaher no cree que degradar el estatus del idioma provoque cambios prácticos.

Lo que es alarmante es que la legislación sea propuesta como una ley fundamental.

«El idioma es un importante indicador para ver si el Estado reconoce o no a la minoría», explicó Zaher. «Se establece el estatus de una lengua en la Constitución».

La ley propuesta «significaría que no habría reconocimiento de los árabes como minoría nacional, y que no podrían obtener protección de acuerdo con el derecho internacional».

El hecho de que el proyecto sea presentado un mes antes de la votación en la Organización de las Naciones Unidas sobre el reconocimiento del estado palestino es significativo, añadió Zaher.

«Podría ser visto como otro intento de responder a la iniciativa palestina», señaló. «Es como decir: ‘Está bien, ¿quieren su propio estado? Entonces Israel será el estado del pueblo judío, y otros serán marginados más y más…»

Reconocer la lengua de un cierto grupo significa reconocer la existencia del grupo mismo. De la misma manera, explicó Zaher, «si (los israelíes) quieren un estado solo para el pueblo judío, tienen que socavar el árabe».

Como esta marginación ha existido por años, quizás la última iniciativa de la Knesset represente un paso hacia un Israel más honesto, uno que ya no finja ser tanto judío como democrático para todos los ciudadanos.

Al menos el mundo sabrá con quién está tratando.

* Mya Guarnieri es escritora radicada en Tel Aviv. Esta columna fue publicada en acuerdo con Al Jazeera. Las opiniones expresadas son de la propia autora y no reflejan necesariamente la política editorial de IPS o la de Al Jazeera.

 

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