En un contexto de inestabilidad política y deterioro del clima industrial, los exportadores de vestimenta de Pakistán miran a Bangladesh, un territorio escindido en 1971, tras una sangrienta guerra de independencia.
"No nos mudamos a Bangladesh, nos expandimos", señaló Salamat Tauseef, presidente de la Asociación de Calcetería Todo-Pakistán.
Su empresa, Tauseef Enterprises, tiene una fábrica de ropa en ese país desde 2007, en la que invirtió 12 millones de dólares y tiene 3.000 empleados bangladesíes.
Pero a Tauseef le hubiera gustado ampliar el negocio en Pakistán ahora que su hijo Raheel Salamat, de 27 años, se incorporó a la empresa, pero el país "no parece propicio".
De hecho, la industria de la vestimenta está "dando su último respiro" por los crecientes problemas de seguridad, pero también por la falta de energía en el principal centro textil de la oriental ciudad de Faisalabad, según Tauseef.
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El año pasado, la ciudad conocida como la "Manchester de Pakistán" por su extensa industria textil, tuvo cortes de gas durante 122 días de ocho horas cada uno, apuntó.
"Además estuvimos sin electricidad tres horas de mañana y tres de tarde", añadió. Su fábrica tiene 6.000 empleados y trabaja a 30 por ciento de su capacidad, por los cortes de energía.
Faisalabad, antes llamada Lyallpur, está ubicada en la provincia de Punjab, y es la tercera ciudad pakistaní con 3,2 millones de habitantes.
La importancia de Faisalab radica en su enorme industria textil, pilar de la economía del país. Pakistán es el cuarto productor de algodón del mundo, sexto importador de esa materia prima sin procesar y el mayor exportador de hilos.
La industria textil representa 50 por ciento de las exportaciones y ocupa alrededor de 38 por ciento de los trabajadores fabriles, unos 3,5 millones de personas, según Yasin Siddiq, portavoz de la Asociación de Fábricas Textiles Todo-Pakistán, que reúne a los comerciantes del sector.
Ese país pone en riesgo la primacía de Pakistán en el sector textil.
"Bangladesh está entre los países menos adelantados y goza de exoneración impositiva para sus exportaciones a la Unión Europea y a otros 10 estados ricos", indicó Siddiq. "En cambio, Pakistán tiene que pagar aranceles para los mercados de la UE y de Estados Unidos", apuntó.
"El gobierno debe pedir a la comunidad internacional que nos conceda un estatus libre de impuestos como Bangladesh", reclamó Salim Tabani, propietario de una fábrica de ropa en la meridional ciudad portuaria de Karachi.
"Un extranjero debe pagar 10 por ciento de impuestos sobre los productos que compra a Pakistán y nada si son de Bangladesh. ¿Entonces por qué me compraría a mí?", preguntó.
Además, la seguridad en Bangladesh es mucho mejor que en Pakistán.
"Nuestros mayores clientes nos compran en Bangladesh", señaló Tauseef, quien viaja todos los meses a Dhaka. Entre sus compradores está Puma, Slazenger, Next y Zara.
"Nuestros clientes no están dispuestos a viajar a Pakistán", indicó Taussef. "Los frecuentes consejos de sus misiones no facilitan las cosas", apuntó.
Bangladesh tiene otras ventajas como el suministro eléctrico ininterrumpido, la exoneración impositiva los 10 primeros años de operaciones y un costo de mano de obra imbatible.
El salario mínimo diario en Pakistán es de ocho dólares, pero Tauseef señaló que nadie trabaja por ese monto.
"Pagamos nueve dólares a un trabajador semicalificado que durante medio día no hace nada por la falta de energía. En cambio, en Bangladesh, el salario mínimo es de cuatro dólares", indicó.
Las autoridades pakistaníes no solo niegan que la industria textil se muda a Bangladesh, sino que insisten en que las condiciones de este país son mejores que las de la competencia.
"La industria textil no se va a Bangladesh", dijo a IPS el asesor del primer ministro Mirza Ikhtiar Baig.
"Bangladesh ofrece acceso libre de impuesto, mano de obra barata y energía a bajo costo", reconoció Baig. Pero hay muchos conflictos laborales, huelgas y manifestaciones, apuntó.
"No tienen materia prima ni hilo ni algodón ni siquiera telas, la mayoría es importada de Pakistán", arguyó.
El gobierno debe elaborar "una política integral para salvaguardar la industria textil", señaló Javed Ahmed, empresario de Karachi.
"El gobierno puede, por ejemplo, solicitar concesiones impositivas a Estados Unidos", arguyó. "Necesitamos comercio, no ayuda, para superar el impacto de la guerra contra el terrorismo y de las inundaciones que agobian al país", añadió.
Otro problema que sufre la industria textil de Pakistán es el acoso de funcionarios que buscan sobornos.
"La mitad del tiempo nos la pasamos sobornando funcionarios que trabajan en unos 20 departamentos", se lamentó Tauseef.
El gobierno debería hacer algo para proteger a los empresarios de la extorción de delincuentes y partidos políticos en lugares como Karachi, se molestó Ahmed.